miércoles, 21 de noviembre de 2012

Harto de palabras

Palabras… esa consecución de letras que juntas dan significado racional a algo que uno quiere comunicar. Palabras… que suenan vacías, huecas, invisibles, que rebotan cual pelota de goma y que caen por su propio peso. Palabras… que dictaminan, que ordenan, que agobian, que salen de quienes no deben y reciben los que no quieren. Palabras… blancas, azules, rosas, violetas, para gusto los colores, que llenan las calles, avenidas, plazas, de esos matices. Palabras… que entran por un oído y salen por el otro, sin más que recibir la indiferencia de alguien que no está de acuerdo. Palabras… que componen canciones, poemas, novelas, que se clavan en los ojos y en la mente dibujando lo que uno está leyendo. Palabras… frías, calientes, del que ama, del que odia, del que daña, del que sana. Palabras… afirmativas, negativas, abusando de las primeras y no sabiendo decir las segundas. Palabras… añejas, que se oxidan con el tiempo, y que el viento se las lleva a algún rincón del mundo. Palabras… de tinta sobre un papel en blanco, dentro de una ansiada carta, que poco a poco han ido dando paso a la frialdad de un mero mensaje electrónico. Palabras… que juzgan, prejuzgan, juegan en tu mente, te guían por un camino al que quizás no debieras seguir. Palabras… producto de la droga más dura, que hace que todo a tu alrededor sea bonito cuando tus ojos perciben al día siguiente, que no es oro todo lo que reluce. Palabras… que agobian, que se acompañan de palmaditas en la espalda y que entonan un << tú vales, tú puedes, animo¡¡¡>> cuando en realidad no lo ves tan claro. Palabras… monosílabos que por un instante te hacen sentir el más afortunado del mundo o bien, el más desdichado. Palabras… que no quisieras escuchar de la boca del de enfrente, porque asoma un olor a rencor o venganza. Palabras… que agotan y que hunden en lo más profundo de la oscuridad, en el mosaico de tu cuerpo. Palabras… que suscitan la envidia, la inquina, el resquemor, el rencor, que invitan a irritarte, a bañarte en un mar de amargura sin que haya un salvavidas al que agarrarte. Palabras… falsas, verdaderas, que te las ves venir de frente, o que te duelen a la espalda. Palabras… de un amor infinito ante Dios, ante el mundo, pero que al dar la vuelta ya no es tan infinito y se vuelve caduco. Palabras… que molestan al de al lado, y que pronuncias aun sabiéndolo, que da igual lo que sienta. Palabras… que esclavizan a quien las dice, que se adueñan de su cuerpo, de su alma, para algunos indiferente, para otros indispensables. Palabras… que despiden bajo una lápida al ser que aportó algo en tu vida, y que tu se las devuelves con los ojos empapados. Palabras… que enredan y bucean buscando lo peor del otro, para dar luz verde a que salgan y que destrocen todo a su paso. Palabras… que no se dicen, que no suenan, y ni hace falta, solo hay que ver la mirada que refleja la persona, al querer pronunciarlas. Palabras… solo palabras que prometen un todo pero nunca llegan a nada. Palabras… sin hechos, desnudas, que suenan dulces pero resultan amargas. Palabras… verborrea del que cree llevar la razón y un punto en su boca sería lo mejor. Palabras… que ponen punto y final a un camino para llegar a otro en donde poder andar sin miedo. Palabras… de ayuda, de alarma que a veces surten efecto y otras veces pasan de lado. Palabras… palabras… palabras… y tantas y tantas que sinceramente a mi me hacen pensar que estoy “harto de palabras¡¡¡¡”

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