sábado, 17 de noviembre de 2012

Prostituta del sistema

Ángela, que así se llama, roza sus pies calientes sobre el suelo frio de su habitación al son de la música estridente y la vibración que realiza su teléfono móvil sobre una pequeña mesilla de noche. Enciende el quinqué, y desconectado ese maldito sonido, aprovecha para mirar la hora, suspira, y si… son las 20.00 horas, y debe ponerse manos a la obra. Se mira al espejo, y su reflejo le produce un quejido desde lo más profundo, ya no simplemente porque su pelo quemado está totalmente desbaratado, producto de haber dormido casi doce horas, sino porque su cara refleja todo lo que ella viene experimentando desde que llegó a la casa, al país… desilusión, desesperanza, añoranza, y por todos los poros de su piel y recodos de su alma, asco y suciedad. Dicen que el agua limpia y lo purifica todo, y como si de la ceremonia del bautismo se tratase, se apremio a adentrarse en la ducha para que cada chorro de agua templada fuera resbalando por su cuerpo y de alguna manera la esponja fuera limpiando todo lo malo que se apegaba a ella cada día, cada noche y el desagüe fuera la vía de eliminación. En un pequeño tocador, cercano a la cama desecha, se encontraba una pila de folios con numerosos tachones, en un idioma totalmente distinto al castellano. Se podía leer entre tanto tachón la solución de unas frases en idioma anglosajón y debía pasarlas al español. Se dio cuenta de un error… también en inglés era too y le faltaba una o. Enmendó el error con un lapicero y volvió a mirar la hora. Pasaban ya las 20.30, y corriendo, casi medio desnuda pues solo tenía tapada la cabeza con una toalla, abrió el armario y cogió lo primero que le venía a la mano. Un pantalón short muy ceñido color negro, una camiseta con demasiadas lentejuelas estampadas, que dolía a la vista cuando se intentaba mirar detenidamente, y unas botas que probablemente le llegaban hasta las rodillas. Dos o tres gotas de perfume barato, azuza su cabello con laca a montón, un bolso azul de cremallera inexistente y se abrió la puerta de su habitación, para desembocar a un pasillo comunitario que a su vez daba paso a una larga escalera que conducía a un pequeño recibidor con un póster de New York añejo y nada más. En la calle, los ruidos de los niños jugando, el ruido de los coches y el caer del atardecer invitaba a Ángela a dejarse llevar por su mente, y recordar aquellos momentos en los que la vida se le antojaba un juego. En aquellos días en donde primaba más el estar ocioso y dibujar una sonrisa perpetua sin miedo a las preocupaciones que tenía la gente mayor, en aquellos momentos en donde al anochecer junto a su cama, su abuela le arropaba con mantas hasta el cuello y le contaba cuentos hasta que un filo sueño le hacía cerrar los ojos, los labios con olor a cacao re rozaban la mejilla y esperar de nuevo la llegada del sol. Y ahí llegó, al “SOL”, un prostíbulo de mala muerte donde lo único valioso que podría haber en su fachada era ese sol que se encendía y se apagaba intermitentemente. En la puerta, varios hombres, da igual sus nombres, que esperaban impacientes la hora de entrar y de algún modo mitigar sus deseos obscenos que sin lugar a duda no podían cumplir con sus respectivas. -Hoy esmérate en tu trabajo muchacha, que lo mismo y todo sales hasta cobrando. No sabía cómo interpretar esa palabra, si en realidad cobrar venía a decir monetariamente, que buena falta le hacía, o simplemente se vería obligada a sacar del botiquín algún que otro desinfectante y gasas para curar alguna que otra herida propinada por el hombre deseoso de cumplir deseos incumplibles, siendo ella la diana perfecta donde tirar los dardos. Olía a tabaco, ambientador barato, calcetines usados y a sudor fuerte. Toda esa mezcla era horrible para los sentidos pero ella aguanto. Se dirigió a la habitación donde su “chulo” le había dicho que la esperaban, jamás pensó que se iba a encontrar con ese cocktail de fragancias tan desagradables, pues de los hombres ya estaba curada de espanto. Puso su mano sobre el pomo de la puerta dándose cuenta de que sus uñas estaban totalmente descuidada y antes de que pudiera visualizar a la persona que le esperaba en la estrecha cama, se escuchó… - Hazme sentir como un rey… puta¡¡¡ Dolió la palabra, pero al fin y al cabo es lo que era, aunque no lo hubiera querido nunca, pero el presente era ese. Se desnudo y se hizo llevar por ese hombre que se introdujo en su cuerpo y en su alma como ya lo habían hecho otros tantos, que gozaba y gemía fruto del deseo y de la aspiración de polvo blanco a lo que obligaba también hacer a Ángela, sin querer, pero ella era un producto, se sentía así y debía ceder. Al acabar, cuando el semen inquieto se desprendió de su sexo, el hombre se levantó, se subió los pantalones, se puso los calcetines malolientes, le apretó fuertemente un pecho y le susurró al oído… muy bien hecho zorrita¡¡¡. Momento de vomitar, de echar la furia como fuese, de arrancarse la piel a tiras con el guante de esparto en aquella ducha… momento de querer dejar de ser la mujer producto. Al salir, en la barra le esperaba un fajo de billetes atados a un cordel de goma. -Esto no es lo que acordamos, le salió del alma pero cansada y sin ganas de escuchar lo que se le prometía oír. -Si quieres un sueldo de Ministro, este no es el lugar más adecuado, guapa se te paga por… -Ya lo sé¡¡¡, no le dejo terminar la frase, no hace falta que lo repita, traiga, está todo bien. Y salió del pequeño bar a la calle, objeto de improperios de hombres que estaban apoyados a la barandilla de las escaleras que tampoco se le hacían nuevos. “si madre, usted sabe que la vida es dura, y me ha inculcado siempre el valor y la lucha, y por eso estoy lejos de ustedes luchando por un futuro para todos… … no se me preocupen, mis compañeras de clase son muy amables conmigo y me ayudan todo lo que pueden y más, además este país me ofreció la oportunidad que allá se me cerró, usted sabe madre y gracias a su plata estoy aquí, cumpliendo el sueño de usted y el mío… … mi niño¡¡¡ sabes que mama llegará prontico, para navidades, estoy seguro y le llevará el camión más grande que jamás haya soñado… … cuídenseme mucho por favor y no se preocupen por mí, pronto estaré allá con vosotros convertida en toda una mujer de los pies a la cabeza… abrazos y besos¡¡¡¡ Se corto la comunicación, pues la tarjeta ya no daba para más, y no sabía que dolía más, si los guantazos de los sin nombre o las mentiras que les hacía llegar a los suyos. En esta vida, nada se regala, todo se paga, de alguna manera u otra, nadie se salva, a otros se les hace fácil entregar el feudo y a otras personas les cuesta la vida. Eran las 00.00 horas, el sonido de los tacones era lo único que se escuchaba por la calle, una farola cuya luz se estaba medio apagando, la silueta de la mujer con el bolso de cremallera inexistente se iba difuminando, sus ojos se tornaron brillantes para dar paso a la humedad de las lágrimas y mientras en su cabeza se le antojaba pensar el momento del regreso, de abrazar a su pequeño, de estar con los suyos, el momento en que dejara de pagar lo que le debía a la vida, de ser toda una mujer… el momento de dejar de ser una prostituta del sistema.

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