miércoles, 31 de marzo de 2010

A Valentina


De niña debió de ser de armas tomar, a juzgar por como se desenvolvió frente a ciertos momentos de la vida.
Nació bajo el seno de una familia bastante humilde en un pueblecito cercano a Badajoz, y tenía varias hermanas. Pero Valentina era la que más destacaba entre todas las demás. Tenía algo que la hacía diferente, y era su afán por sacar de quicio a cualquiera que se le pusiera por delante y sobre todo su amor incondicional a su familia que por ella daba la vida.
No supo leer ni escribir, debido a que el azote desolador de la Guerra Civil, destruyó todo lo que se puso por delante, incluso las ilusiones de poder avanzar en la vida, y a ella le toco lo mismo... trabajar desde muy joven ante la situación tan precaria que sufría su familia.
Pero además de trabajar, ella era bastante coqueta y le gustaba presumir mucho delante de los chicos que en edad de mocearse, la increpaban con bonitas palabras que ella las guardaba metiéndolas en sus bolsillos para así poder escucharlas cuando ella quisiera: -A nadie le amarga un dulce¡¡¡, era lo que decía cuando alguna de sus compañeras de fábrica le hacían ademanes con toques de envidia... supongo que sana.
Cuando el terror dejó paso a la incertidumbre y un tanto a la serenidad, Valentina junto con su familia se trasladaron a la ciudad, buscando quizá una vida mucho mejor.
Ella tenía 24 años y en su cuerpo se dibujaban las curvas y protuberancias de la mujer lozana de la época y su larga melena negra que se recogía con orquillas a la hora de hacer las faenas, ponían loco a más de uno... Y entre tanto hombre a sus pies, uno cayó bajo la tierna mirada de la mujer que sin duda le haría ser la más feliz del momento.
Muchas penurias, comienzos difíciles pero la alegría les llegó con el primer hijo, siendo una niña a la que pusieron de nombre Maruja. La envidia de todas las del lugar y como no el amor de toda madre primeriza que para ella era lo mas grande que Dios le había mandado.
Después le siguió Eduarda y Carlos, el primer hijo varón que más alegrías le había dado por el momento.
Pero por casualidades un tanto drásticas en la vida, no todo fueron alegrías... puesto que esos niños se quedaron sin padre muy pequeñitos... un acontecimiento que casi consigue nublar la razón a Valentina pero que sacó fuerzas de donde no las había para sacar a sus tres hijos queridos adelante sin necesidad de tener a nadie al lado, si no es porque la quisiera.
En aquellos años de cruda represión tras una dura contienda sangrienta, habían muchos prejuicios que hoy en día nos parecen absurdeces pero que por aquella época eran casi pecados capitales. Pero muy poco importó eso a Valentina porque se volvieron de llenar de ilusión sus ojos y su corazón se alteró de nuevo al ver a un joven con aroma alquitranado y de aspecto bonachón que provenía de otro pueblecito cercano a la ciudad.
Ella al verlo se quedó prendada y ni corta ni perezosa le preguntó su nombre... el hombre que carecía de una agudeza visual normal, se guió por esa voz que le pareció la mas bonita que había escuchado en mucho tiempo y le dijo que se llamaba Juan.
Y desde entonces no se separaron jamás, hasta el punto que poniéndose el mundo por montera y ajenos a los comentarios que podrían surgir sobre Valentina, recién viuda y con otro hombre a su lado a quien quería con locura y el sentimiento era recíproco doblemente y a quien no le importaba que con ella hubiese una pequeña familia detrás, quisieron engrosar más el número de hermanos y les nacieron por partida doble unas criaturas de las cuales desgraciadamente solo una pudo tirar para adelante, pero otra permaneció fuerte y dura, pues los genes de Valentina estaban muy presentes en él. Decidieron ponerle el nombre de su padre Juan. Sin duda la alegría de aquel padre que portaba con sus manos parte de su alma y de su ser. Algunos años después, el regalo les llegó en forma de niño, al que decidieron llamarlo Rafael. Un niño muy alegre y simpático que con el tiempo se convirtió en un hombre valiente, honrado y muy apegado a su madre a la que quiso como el que más.
Valentina estaba de nueve meses de quien sería su ultima adquisición familiar, y feliz porque siempre tuvo lo que ella soñó a pesar de las penalidades que pudieran pasar, pero siempre había un plato de sopa caliente para sus hijos, que era lo que le movía luchar por ellos.
Vivían en una céntrica calle de la ciudad, y por esas fechas se estaba celebrando la Semana Santa.
Era muy devota de la imagen del Descendimiento y como tal, se estaba acicalando un poco para salir a la calle y poder contemplar con sus hijos tal momento religioso.
Pero algo raro pasaba en su interior y parecía baticinarle lo que se venía oliendo desde hacía días... - verás como la joia niña se nos presenta aquí antes de tiempo¡¡¡.
Y así fue, porque cuando se disponía a subir su calle de camino a la tumultuosidad de la gente para gozar de la procesión, comenzó a tener contracciones fuertes y muy seguidas que no le dejaron más remedio que acabar con sus huesos en el hospital.
Llegó con su propio pie, fue un parto bastante duro y complicado pero ella sentía además de un dolor de madre, el que se siente cuando estas pariendo un hijo, el dolor de no poder ver a su Cristo como lo paseaban en procesión: -No se preocupe mujer, si todos los años por estas fechas lo verá pasar... ahora preocupese de que su hijo nazca bien¡¡¡, le decía un doctor con un poco de malas pulgas.
De repente se escucha un quejido pequeño y se vislumbra una criatura morena de piel y llorona como ella sola, por la que a Valentina se le dibujó una sonrisa de oreja a oreja tras el cansancio y la dureza.
Se la pusieron en sus brazos y en ese momento entro su hermana mayor, Maruja, a la cual le presentó su madre a su nueva hermana: -se llamará Pilar, y tal y como ha venido al mundo, va a dar guerra a más de uno y una, asi es que cuidado con mi niña. La dió un beso grande y la enfermera se la llevó a la cunita.
Afuera, tras la ventana de la sala del paritorio donde aún se encontraba Valentina, se veía y escuchaba como la maraña de nazarenos y tambores hacían su presencia frente al hospital, y ella, a pesar del cansancio, el dolor, y casi con las visceras saliendoles medio afuera, se sentó de un golpe, se puso unas zapatillas y se bajo al portón de salida del hospital, frente a la mirada absorta de los médicos y enfermeras que le intentaban aconsejar que no era lo ideal.
Una vez afuera, el olor a incienso, claveles y vela quemada, daba paso al gran paso llevado por los costaleros que justo cuando pasaron frente a Valentina, se le derramó una lágrima, agachó la cabeza suavemente, se santiguó y con voz baja le dijo: -gracias mi Cristo, por haberme dado una gran familia a la que desde hoy tambien se une mi pequeña Pilar... gracias¡¡

"A mi abuela Mª Valentina del Reposo que tambien supo escoger su camino, nada fácil... pero que vivio para y por sus hijos y nietos hasta el final".

martes, 30 de marzo de 2010

Majestuosidad infranqueable





Cuando el alba ya estaba dibujando de color malva el cielo, los jornaleros de Badajoz se disponían a comenzar de nuevo con su faena.
Sebastián, era el más joven de la cuadrilla y aprovechaba cualquier momento en que sus compañeros iban a descargarse de todo lo malo que tenían en sus cuerpos para curiosear por la zona, cosa que no era muy bien recibida por los demás. Años atrás, hubo una gran inundación que provoco muchísimos desniveles a nivel del suelo y alguna que otra grieta profunda, por la que cualquier ignorante podría toparse y caerse, esperándole el duro final.
Aun así, Sebas, caminó lentamente pero sin ninguna pausa y se dirigió al final del puente, dónde justo a sus pies se elevaba totalmente erguida cuán fortaleza infranqueable con dos torreones circulares y su portalón en el medio. Era la que por aquí se le conocía como Puerta de Palmas. Sin duda alguna era un gran atrayente para la comunidad y también a más de uno le produjo un quebradero de cabeza puesto que en ese lugar, se reunía la comandancia de entrada o salida de una zona pobre a otra más residencial, y si por un casual no te dejaban pasar por cualquier cosa extraña, te llevaban directamente a las dependencias subterráneas e incluso te dejaban morir allí si no tenías ninguna defensa creíble para el gobernador.
Sebas, era un chico muy adelantado para su edad, a pesar de tener solamente 15 años. Ayudaba en su casa en todo lo que podía a su pobre madre ciega, y daba de comer a las cuatro gallinas, un burro huesudo, y un pequeño cerdo que tenían en un medio corral hecho de flor de espino. Todo ésto mientras su padre, soldado del escuadrón de los aguilas dorados, se encontraba en tierras lejanas luchando para la patria.
Solía ir a que Don Anacleto le enseñara la cartilla que tocaba en ese día pero el pobre chaval siempre estaba muy por detrás de sus compañeros de clase. Quizá no sabía de letras ni palabras pero le interesaba más saber como iba creciendo el paisaje, que próxima batalla le tocaba librar a su padre o que le depararía el futuro, aunque sin aprender las cuatro fórmulas, pordioseando se veía.
Su mayor sueño era el poder traspasar las puertas de la ciudad con el fin de poder subir a la montaña ajardinada, que es donde la mayoría de los guerreros tenían sus aposentos y a sus mujeres que les cuidaban y les ayudaban a entrenar para sus futuras contiendas con poblados vecinos.
Una mañana, notó un gran estruendo que provenía del cobertizo donde dormía su hermana menor. Se calzó, y tan rápido y cauto a la vez, se dispuso a observar que estaba pasando tras el agujero de la puerta de la alacena que se comunicaba con la del gran salón.
No se lo podía creer. Su madre y abuelo, estaban hablando con un arquitecto que venía a procurar los servicios de su hermana para un asunto bastante delicado. Eso es lo que pudo escuchar porque su madre se percató de que había algún moscón expiando y en ese momento, como si no fuera la cosa, pegó un portazo a la puerta y Sebas se quedó con las ganas de saber el resto, además de salirle un chichón en la cabeza que ni el más jugoso filete de ternera se lo haría bajar en días.
El jóven se retiró caminando lentamente augurando que algo malo podría estarle pasando a su hermana y del miedo que sintió, decidió esconderse bajo los escalones del granero.
La mala suerte se apodero de Sebas, que se quedó dormido durante más de una hora y al despertar, el desolador lugar en donde estaban reunidos su hermana y ese señor, hacia juego con el tremebundo sonido del silencio.
Corriendo, salió en busca de tan esbelta niña con ínfulas de mujer y hermana para preguntarle qué pasaba...
-Me voy mi querido Sebastián, no me queda mucho tiempo que perder en esta ardua tierra de jornaleros.
-Y por qué te vas mi hermana? acaso no eres feliz aquí entre encinas y murallas??
-Si mi querido hermano, pero es muy difícil de explicar ahora. Solo ten fe en que regresaré muy pronto y te obsequiaré con las mejores empanadillas dulces que jamás haya probado tu golosa boca.
-Gracias mi hermana pero vuelve pronto, por favor.
Esas fueron las últimas palabras que mantuvo con ella tras fundirse en el horizonte sobre su carro tirado por Sesmerón, que era un burro con muy malas pulgas pero que para transportar bártulos, bien que valía.
A la mañana siguiente, cuando los rayos del sol se filtraban por la madera de su ventana, se comenzaron a escuchar cantos femeninos que seguro que eran de las chismosas lavanderas que se dirigían con paso seguro a lavar los trapos sucios, tanto literales como reales, al lago del Fuerte de San Cristóbal.
Sebas, que enmudeció a su familia al preguntarle por el paradero de su hermana, hizo de tripas corazón e intento seguir como pudo a aquellas chismosas mujeres para ver si alguna le podría dar la pista que necesitaba para saber del por qué de la repentina marcha de su hermana.
Y e ahí que entre tanta cancioncita absurda, piedra de lavado y agua clara, a la más chinchorrera del grupo se le arrancaron estas palabras: -pos a la hija del señor Engracio, la han mandao pa la sierra de San Pedro, así es que no veas la suerte que ha tenio la joia criatura. Y eso que parecía tonta¡¡¡¡ jajajajajaja
Al unísono esas patéticas risas que al referirse a su hermana le dolían como si un puñal se le clavara en el corazón miles de veces dieron paso a la tranquilidad de saber la verdad que él quería escuchar.
Pero para qué se la llevaría un señor a esa zona, que era siempre cañón de contiendas entre clanes medievales de la Lusitania?. Necesitaba saberlo y sabía que entre estas fortalezas jamás podría encontrar la verdad así es que solo le quedaba el remedio de escaparse cuando las ánimas nocturnas vinieran a velar los sueños de los mortales.
Y así lo hizo. Cuando no había mas que oscuridad y alguna que otra antorcha encendida por las calles, Sebas agarro su zurrón y le metió dos mendrugos de pan y un trozo de tocino añejo. Se dirigió al cobertizo de los caballos y desató a Cabestro, que era un potro que él educó desde muy pequeño. Seguidamente, antes de salir de la pequeña granja en dirección a la sierra de San Pedro, se santiguó arrodillándose frente a dos piedras con una imágen de la Virgen de la Soledad hecha de granito y mirando al cielo rezó todo lo poco que pudo aprender en su escasa estancia en la escuela. Se limpió la mejilla de una lagrimilla que se la había arrebatado el sentimiento tan fuerte de cariño que sentía por su hermana y se levantó comenzando a caminar a paso ligero por un sendero estrecho y empedrado al que le llamaban camino viejo de San Vicente, pues era el inicio en la búsqueda de su familiar más preciado.
Fueron días muy duros, complicados, de racionalizar los víveres, de intentar que el caballo no decayera por las caminatas tan copiosas y duras en esos caminos empedrados y por los pastizales, aun verdes pero llenos de mosquitos y de insectos que a más de uno les dio una sorpresa no muy grata.
Tras cuatro días mal durmiendo en la intemperie, sufrir un robo nocturno de algún bandolero de poca monta y tormentas de granizo incluidas, llegaron a una villa que estaba situada a lo alto de una montaña. Era como si en realidad, las casas que se divisaban en el lugar donde se encontraba Sebas, estuvieran abrazadas por las inmensas colinas que las bordeaban.
Se dijo: -Creo que hemos llegado. Y seguidamente, tras quitarle los pocos aperos vivos que les quedaron en el viaje de encima de Cabestro, con el corcel en su mano comenzaron a andar muy despacio y contemplando con vivos ojos la inmensidad de aquel lugar. Sus pies estaban ensangrentados y doloridos de tanto caminar.
De repente unos trotes muy rápidos se acercaban más veloces detrás de Sebas y como pudo, antes de verse empotrado contra aquellos soldados intentó apartarse lo mas rápido posible, lo que le llevó a tirarse a una zona llena de plantas de ortigas y que Cabestro por el miedo que pasó saliera huyendo despavorido sin rumbo fijo.
-NOOOOO¡¡¡¡¡ esto es lo que me faltaba¡¡¡¡, dijo Sebas con voz de desánimo.
De pronto, un joven con ropajes de aldeano se dirigió a él y le tendió su mano, a la par que le saludaba diciendo: Soy Pablo, hijo del maestro Castro, y tu quien eres??
El pobre Sebas enmudeció por momentos, fruto del miedo que supuraba todo su ser y porque su caballo se había perdido en mitad de los barracones donde se encontraban, pudiendo ser víctima de una caída mortal. En definitiva, se encontraba dolorido, sin comida, sin su medio de transporte y sin saber a ciencia cierta en dónde se encontraba... no era muy alentador el panorama
Un gesto del aldeano hizo que Sebas volviera en sí y continuó hablando: -tienes la cara y las manos irritadas de esas dichosas plantas en las que estabas tirado, vamos a la fuente que esta ahí delante para que te puedas refrescar un poco.
Caminamos como cinco minutos sin decir nada el uno al otro, y nos paramos justo delante de una pequeña casa circular con una cruz en lo alto y que justo por dentro se podía escuchar el sonido del agua caer.
-Esta es la Fuente del Caño, muy común por aquí señorito... meta usted sus manos y lávese la cara, verá como le hará bien.
Se quedó perplejo porque no sabía muy bien como alguien podía llamarle señorito y porque no era el único que utilizaba esa fuente, eso se veía a la legua puesto que por el mismo camino venían como hormigas más de veinte señoras con sus cubas en la cabeza, cosa que le pareció curiosa.
-Es que es la única forma que tenemos de beber los aldeanos y tener limpias nuestras casas, además de nuestros ropajes y cuerpos, señorito.
-No me llames señorito, le dijo Sebas, y me gustaría saber cual es esta villa que en lo alto de su colina tiene como vigía aquellos muros tan majestuosos¡¡
-Pues déjeme que le diga que estamos en la villa de Alburquerque, cuna de aldeanos y soldados medievales, y que ahora que lo dice, esos muros a los que usted alude en su pregunta están sumamente tristes como todos nosotros.
Prefirió callarse pues no quería que Pablo le contara ninguna penuria de su aldea ya que Sebas estaba buscando a alguien tan importante para él que nada tenía que ver con sus supersticiones aldeanas.
El joven, comenzó a andar un poco más adelante a pesar de la enorme picazón que sentía en todo su cuerpo, y sus pies quemados fruto de su larga andadura pero sabía que tenía que seguir hasta la sierra de San Pedro y si oscurecía ya le sería imposible proseguir, y menos sin caballo y sin apenas algo que llevarse a la boca.
Al rebasar aquella fuente, vio como aquellas mujeres se le quedaban mirando de manera rara, y eso no le gustaba demasiado, pues le hacían sentir distinto, como si estuviera endemoniado.
Se giró y pregunto al noble aldeano: -Oye, me queda mucho para llegar a la sierra de San Pedro??.
En ese momento una suave carcajada salió de la boca de Pablo que con su simpatía la explicó que ya se encontraba dónde quería.
A Sebas aquellas palabras le sonaron a gloria, tanto así que beso la mano del aldeano a modo de agradecimiento.
-Pero... por que venís desde tan lejos a esta humilde aldea, buscáis algo en particular?
-Si, busco a mi hermana. Una mañana sin mediar apenas palabra, osó llevársela por orden de mi abuelo y madre, y escuché a unas señoras que la traería a esta sierra. Tú sabes algo?.
-Bueno señor, yo sé que la aldea está muy revolucionada porque las murallas, torres y portones del Gran Castillo de Luna, el que usted vio en lo alto de la colina, que nos defendía con su inmensidad... esta apagándose cada día más.
Sebas no sabía que quería decir con su palabrería pero antes de hacer la pregunta de rigor se le adelanto el noble aldeano diciéndole: -Si viene buscando a su hermana, es probable que la pueda encontrar en casa del arquitecto, que vive en el intramuros, villa adentro. Hace días llegó con una jovencita bastante lozana cargada de bártulos llenos de flores y achiperres de pintura. No se pero quizá pudiera ser ella.
A Sebas se le dibujo en la cara una sonrisa que le ayudó para adentrarse en aquella villa junto a su nuevo amigo y delante del portón del arquitecto pegó dos golpes.
En dos segundos de silencio se abrió chirriante la puerta de madera un tanto carcomida por las chinches y apareció un señor robusto de pelo corto y con un traje un tanto fuera de lo normal. No era un traje como los que usaban en la época, tanto así que se quedaron maravillados los dos chicos, como si hubiesen visto un fantasma. Y es que el señor llevaba puesta una gran capa roja y negra que era lo único que tapaba su desnudez junto con unos botines acabados en punta redondeada, así como de caracol: -Queréis algo chavales??
Hubo un gran refunfuño por parte de Sebas y de Pablo ya que lo de "chavales" le había sonado a un gran insulto pues era una palabra que desconocían por completo y algo así no podían tolerarlo, pero de pronto, antes de que ese refunfuño se convirtiera en una contienda, a lo lejos de la sala se comenzó a vislumbrar la silueta de una dama bastante bella y muy elegante.
En ese momento se escuchó una voz bastante aguda de una mujer que llamaba a gritos al noble aldeano Pablo, que sin apenas poder despedirse se largó corriendo como alma que lleva el diablo.
-Pero si es Isabel¡¡¡¡... aunque la duda lo asaltaba por momentos porque aquella Isabel era muy distinta a la cual lo había dejado en su ciudad.
Tenía el pelo rizado, una falda morada acabada en cascabeles y un trozo de tela que le tapaba las vergüenzas más propias de las chicas de su edad. En su cabeza llevaba un turbante azul turquesa que le tapaba gran parte de su cabellera rizada. Y para colmo olía a flores y su cara y labios estaban marcados con pinturas. No sabía si pellizcarse para ver si estaba soñando o seguir adelante, ya que al menos había encontrado lo que quería.
Cuando su mirada se cruzó con la de Isabel, ésta pegó un grito y se abrazo a su hermano fuertemente.
El señor del vestido raro, se adentro en su sala no sin antes comentarle a la dama que debería estar al anochecer para seguir con el trabajo.
Caminaron hasta unas laderas llenas de arboles donde los fosos del enorme castillo se posaban en sus mantos de hierba y Sebas se acomodó en una piedra caliza que hizo las veces de silla de madera. Sin quitarle un ojo maravillado a su hermana le dijo:
-Pero que te has hecho hermana mía? es que estamos en otra era o algo parecido? o es que aquí en esta tierra todos son igual de raritos?.
-No mi querido hermano, soy tu hermana... Isabel... la misma, solo que he cambiado para mejor... o eso creo. Llevo ropajes dignos de una hechicera como soy yo y me perfumo con esencias hechas por alambiques y embudos con las mejores flores y hierbas de estas tierras.
Ese hombre que vino a buscarme, quiere que le ayude en un proyecto un tanto complicado y que está causando estragos entre las gentes de esta villa y a cambio, el me proporciona todo lo que ves y hueles ademas de alimentar gratamente no solo mi cuerpo sino también la ilusión de ser una gran curandera vidente.
Sin saber que decir, Sebas comenzó a pensar que su hermana estaba volviéndose loca y que había sido objeto de algún conjuro de las brujas de la zona, púes no tenía crédito lo que por momentos escuchaba salir de la boca roja intensa de su hermana.
-Sebas, sé que parezco loca, ni yo misma me lo puedo creer pero es verdad, el castillo de Piedra Luna es un lugar sagrado para estas gentes y cuenta la leyenda que si estos lugareños no hacen nada por conservarlo, un arquitecto vendrá a la zona ataviado de grandes planchas de hierro para transformar lo que ves en algo que no es.
A cada palabra que Isabel pronunciaba, más asombrado se quedaba su hermano sin saber como reaccionar.
-Hermano, quiere que gracias a mis conocimientos de magia me adelante a los acontecimientos y yo le ayude a transformar esta fortaleza en una hospedería para aliviar el cansancio de los transeúntes y forasteros adinerados que así le hagan ser el hombre más rico y poderoso de la villa de Alburquerque y someter a todo el mundo a sus trabajos.
Por un momento Sebas comenzó a sentirse mal, sobre todo al pensar que su hermana podría ser cómplice de un señor que solo buscaba hacer daño a costa de dinero y eso no era algo que habían aprendido de su madre ambos hermanos.
-Tenemos que huir hermana mía, no dejes que ese señor lleno de sed de oro y desdicha te abrace con su manto de tristeza y desolación. Y mucho menos pienses que ir por el camino fácil te hará ganarte la credibilidad de la gente ante tu magia, cura o videncia, pues conseguirás todo lo contrario. Ve a su casa y esta noche espera mi señal en lo alto del torreón, donde permaneceré escondido. Será entonces cuando los dos huyamos camino a través y veremos dónde nos lleva el destino.
Cayó la noche y la mujer se disponía a sacar sus artilugios de magia a la par que el arquitecto con ropajes raros hacia marcas con un punzón en un trozo de papiro, apuntando números y letras muy raras.
En la ventana se divisó un destello que parecía provenir de una de las torres de la fortaleza alburquerqueña y sin más, Isabel le obsequió al arquitecto con una bebida de plantas medicinales que según ella le revitalizarían el doble para estar mejor a la hora de rendir en su dura noche de trabajo. Eso en teoría porque la realidad era que se cayó redondo en la mitad de la habitación... - Ja, si es que el remedio de valeriana, hierba luisa, tila a doble ración de mi tia Casilda no falla nunca, te deja dormido en un santiamén.
Aprovechó para salir despavorida a reunirse con su querido hermano que cuando se vieron, se estrecharon fuerte uno contra el otro y sin más ni más, corrieron hasta el amanecer en dirección Badajoz...
Cuando ya el manto de la noche no dejaba ver a la villa de Alburquerque, Isabel apoyó su cabeza en el hombro de su hermano y le dijo con voz menuda: -Nunca dejaré que la magia rompa el curso de la historia... nunca.

Año 2007... y parece que la historia ficticia de lo que pudo ser y no fue, ahora se vuelve real, porque es en ese año cuando muchos supimos que las grandes piedras que conforman tan grandiosidad de fortaleza medieval ya no tienen el calor del público más curioso por saber que grandes batallas se realizaron desde las alturas y tras sus portones. Sus pasillos han enmudecido, oscurecido y dejado paso a la incertidumbre del acoplo de la cruel modernidad de la vida.
Esos muros que han llenado hojas y hojas en blanco de historias reales contadas por los lugareños y no tan ciertas, como es en este caso, quieren ser víctimas de los mismos seres que en su día las levantaron... el HOMBRE.

-Ayy Luna llena... Ayy blanca y radiante... no dejes que tu luz pura deje de posarse en las piedras de tu Castillo... no permitas que las luces del hombre aplaquen su belleza...
Vigila y no consientas que se adentre el azote del progreso... en la "majestuosidad infranqueable" de tus piedras alburquerqueñas.

lunes, 29 de marzo de 2010

Tristes acordes de metal dorado


Un sobrero casi andrajoso de color negro reposando sobre su cabeza cansada y de melena negra corta. Sus mejillas, rajadas por el intenso frío que va dejando paso a las primeras gotas de primavera. Su piel de color cobre oscuro, olvidada y sobre su cuello un pañuelo de color verde oscuro a modo de bufanda. Sus ojos inyectados en sangre y con un color negro intenso y brillante que hacen augurar lo que en pocos meses sufriría. Un traje que aparentemente era elegante pero que sus manchas de grasa de comida y de otros compuestos parecidos, hacen que pierda toda esa armonía en su percha viviente, y los zapatos son los típicos, con un roto alrededor del dedo gordo del pie donde se divisa parte de éste, recubierto con lo que se supone que es un calcetín blanco y bastante grueso. Bañado en un fuerte aroma de puro, mezclado con la suavidad de un vino tinto envasado en cartón y ya estaba preparado para salir a actuar en su escenario particular.
Miguel, está apoyado en aquel banco alejado de la plaza y vive en su mundo de notas musicales. Es feliz cuando alguien que se lo encuentra le pide que le toque el himno del Real Madrid, o la parejita que no deja de empacharse con muestras de amor y cariño y le invitan a que les regale una pieza musical de Moon River porque es la banda sonora de la vida de la novia en cuestión.
Y es que Miguel se define así, pobre en lo material pero rico y amable en lo musical y eso para él es lo más importante, pues con certeza asegura que si vive es porque la música le ayuda a ello, lo mueve, lo evade, le ordena a vivir...le hace sentirse mejor persona.
Son las 7 de la tarde y como todos los días a esa misma hora, Miguel toma su ropa, se viste, se echa en la mano una pequeña cantidad de una sustancia viscosa que va a parar al pelo y con un peine, que curiosamente tiene tres de las cinco púas partidas, se intenta peinar a su estilo, que quizá no es el más acertado pero es el que más le gusta.
De un bolso de cuero negro bastante antiguo y cuadrado saca lo que para él es su mejor amigo desde hace muchos años... su trompeta.
No es una trompeta común ¡¡ y tanto que no lo es!! , porque tiene nombre, le llamó corchea, por aquello de querer poner nombre a su mejor confidente y que gracias a sus notas musicales, las que provocaba con la salida de su aire, y el apretar de los dedos en sus botones podía decir lo que él jamas se atrevería decirte en palabras.
Bohemio y triste a la vez, porque su vida no fue la más envidiada ni tampoco deseada por nadie.
Sale del portalón destartalado de su casa, y comienza caminando tres pasos hacia la calle de enfrente y una vez ahí, se coloca su trompeta en la boca y va regalando a todos los presentes multiples acordes con aromas a antiguo y moderno y que invitan a recordar los años que pasaron y que no volverán.
En su casa, nadie le creyó y terminó volando de su nido sin saber como se hacía, hasta que se estampó con la colina de la desesperación, el desamparo, el desprecio y la miseria.
Nunca supo lo que es comer caliente y ni tan siquiera lo que era dormir en un recinto cerrado en días de duro invierno o lluvias desmesuradas.
Nadie le había regalado nunca nada por su cumpleaños, de cuya fecha era receloso decir a la gente, y las navidades para él era sinónimo de tristeza absoluta, hambre y fríos albergues, cuando los había... claro.
Pero no hace mucho, se encontró un pequeño baúl en una de esas taquillas mugrosas que quedan medio abiertas en un comedor de caridad y ni corto ni perezoso comenzó a ojear. De pronto una sigilosa mano cerró la susodicha taquilla de golpe y le instauró a que se marchara de allí, ya que no era lugar para un mendigo como él y que por tanto no se le había perdido nada.
Pero si en otra vida hubiese sido actor, seguro que le habrían dado el mejor galardón de la época puesto que por arte de birlibirloque se transformó en el supuesto dueño de ese baúl con su ingenio.
Una vez en la plaza de San Francisco, los nervios apenas le dejaban pensar que es lo que podría haber tras ese cajón que al peso era bastante pesado y que al sonido, al menearlo, era como muy metal. Y Miguel ya estaba cometiendo el error que jamás dijo que volvería a cometer... montarse el cuento de la lechera, porque esta vez ya se veía con muchas cantidades de dinero y podría al menos vivir mejor durante varios meses. Pero de un golpe abrió el preciado baúl y lo que encontró si que era grande, pesado y metalizado, pero no como el quería... era una trompeta¡¡ Menudo chasco, pensó... pero a los cinco minutos su ingenio le hizo pensar en lo que hoy por hoy, hasta hace poco le proporcionaría mas alegrías que penas.
A veces se le veía deambulando por las calles de Badajoz, con su corchea en la mano... su instrumento de trabajo al cual regañaba cuando sus acordes no le daban ni para un litro de cerveza o un cartón de vino y por el contrario la apremiaba con una buena pasada de barilla limpiadora, cuando más de tres monedas caían en la lata de cerveza cortada que tenia para las limosnas.
Nunca llegará a ser un músico reconocido por nadie pero eso era algo secundario para él, puesto que cuando se ponía a tocar una sintonía, la que fuera, se evadía, estaba en otro lugar muy distinto al lugar tan triste donde se encontraba y cuando la canción acababa, volvía a su estado normal, eso era lo que más le inquietaba. Y un pequeño aplauso o un gesto de cariño por parte de quien le escuchara era para él lo más grande que podía recibir, tanto... que lo prefería más que un par de monedas. Es que siempre pensó que su misión aquí era la de agradar a la gente que quisiera escucharlo y al menos arrancarle una sonrisa.
Quienes lo veían por la calle con su trompeta en la mano siempre lo tachaban de alocado, drogadicto, o simplemente un hombre de muy mala reputación pero él, ajeno a todo ello, solo quería tocar y tocar con su corchea porque le daba de beber, a veces de comer y sin duda alguna le hacía sentirse todo lo contrario a lo que pensaban los demás... le hacia sentirse PERSONA.
Cuando en noches de luna estrellada, interpretaba con su trompeta alguna canción de sabor melancólico y al acabar cualquier estrella brillara más que las demás, siempre se decía... hoy mamá esta llorando, hoy la he emocionado... y seguidamente cogía de su chaqueta vieja un pañuelo de tela gris y se limpiaba los ojos del camino liquido de sal que le resbalaba.
Desafortunadamente para él, un día, semiacostado en uno de los fríos cajeros automáticos que existen por la ciudad, encontró lo que jamás hubiese esperado... su corchea, se la habían robado con tan mala gracia que a punto estuvo de costarle un disgusto más gordo a Miguel.
Porque ya no solo le habían quitado su sustento, su medio de trabajo, su amor por la música, su forma de decir lo que sentía en cada momento, sino lo más importante, le habían quitado la única amiga que había tenido en 41 años. Le habían privado de su libertad... ya jamás fue él mismo. Se llevaron su vida y su alma.
Por momentos la sombra de la depresión lo iba absorbiendo y la pasividad de las autoridades al verle el aspecto físico era constante. Risas y más risas aliñadas con comentarios del tipo... ya por fin nos vas a dejar de joder con tanta musiquita¡¡¡¡, se te acabo el emborracharte y dejar los suelos asquerosos, guarro¡¡¡¡, menos mal si no sabia tocar¡¡¡¡
El pobre Miguel tan abatido al oír esas palabras horribles solo giraba la cara, y llorando se decía... que daño habré hecho yo a la gente para que me hagan esto Dios mio...

Hace pocos días, yo iba caminando por una calle céntrica y me acordé de Miguel y su corchea, que ya no se escuchaban. Y delante de un escaparate con varios instrumentos musicales de entre ellos trompetas, me paré un momento y me dije mirándolo... -bueno triste acorde dorado, quizá tu voz se apagó sin más... pero ten por seguro que si yo te he recordado como seguro que muchas otras personas más lo hicieron... seguirás vivo por muchísimo tiempo ya que a Miguel le arrebatarían las ganas de vivir pero la música... tu música Miguel... esa... no morirá jamás.

viernes, 26 de marzo de 2010

Emborrachada de tristeza


María era una mujer casada, sin cargas de ningún tipo, excepto la del marido si es que a ello se le podría definir así.
Ana, transmitía en su mirada el cansancio de una vida bastante ajetreada por los acontecimientos que tuvo que pasar desde muy niña, y que en la actualidad le estaban haciendo pagar una factura muy alta. Vivía con su marido al que no quería y tenían un niño, fruto del amor que se tenían en un pasado.
Miguel, era un chico traumatizado, sin esperanzas de poder seguir avanzando en la vida, sin ilusiones... y tenia en su contra la timidez desorbitada que marcaba su personalidad.
Hace seis años, estas personalidades tan dispares si iban a encontrar y lo que nunca se habían imaginado es que vivirían experiencias que para alguno de ellos, seria el cemento de unión para crear la casa mas solida llamada amistad.
Por aquel entonces, se ofertaba un curso de administración comercial para personas desempleadas y los padres de Miguel, al ver que lo único que hacía era perder el tiempo entre sus cuatro paredes de la habitación, le propusieron que lo hiciera.
Él, totalmente reacio a ello, pero por no aguantar lo que le vendría después de la negación a su propuesta decidió agachar la cabeza y apechugar con algo que sabia de antemano que no le iba a reportar nada positivo en cuanto a lo laboral.
María, inspectora de alimentación en unos grandes almacenes, sufrió un despido improcedente debido a un cambio de plantilla por lo que la mala suerte le hizo estar en paro durante bastante tiempo. También supo algo de ese curso y decidió hacerlo para que no le quitaran el subsidio de desempleo, cosa que no le hizo mucha gracia tampoco.
Ana, una mujer joven, casada con un hombre mas mayor que ella y con un niño disminuído, necesitaba hacer su vida mas llevadera puesto que no la gozaba desde que tenia uso de razón y pensó que ese curso le enseñaría las pautas para poder hacerlo, además de que le serviría para engordar un tanto su vida laboral.
Llegó el día, en el que esas tres personas, se iban a encontrar por primera vez en la presentación del curso y por paradojas de la vida... no parecían caerse nada bien, pero mal tampoco. Las primeras impresiones es lo que tiene... a veces te llevas la mayor sorpresa del mundo como en este caso.
Ana, María y con el tiempo Miguel hicieron un equipo bastante unido, tanto así, que salían a tomar copas casi todos los días, reían, se contaban sus vidas, sus momentos bajos, sus momentos altos y vivían como en otro mundo, y todo esto durante los cinco meses que duraba el curso durante el verano y parte del otoño.
El día de la despedida fue como la mítica serie Verano Azul, casi todo el mundo llorando por aquello de que ya no seria posible volverse a ver ni llamar. Pero eso no se dio con estos tres chicos.
María, quizá por su madurez, siempre les decía que un amigo había que cuidarlo mucho, como una planta hay que regarla para que crezca. Y así fue, hoy en día se mantiene la conexión entre ambos.
Por cosas del destino Ana decidió volar lejos de ese nido con el que se sintió lo mas feliz posible pero Miguel y María mantuvieron su pacto de amigos de sangre hasta la fecha.

Pero últimamente Miguel no encuentra a su querida amiga tan inmejorable como era antes y es que los años no perdonan ni para bien ni para mal.
Físicamente esta genial, pero falla algo en ella que no la deja caminar por su vida como todo el mundo lo hace. Se esta bebiendo la vida y eso la esta consumiendo poco a poco.
Es como un diamante embrutecido por donde no se puede sacar más que incoherencias, penas y tristezas.
Y es que su vida de un tiempo a estas fechas fue andando para atrás como los cangrejos y no es capaz de dar un impulso mas hacia adelante.
Esta cegada y eso es algo que a Miguel le hierve en las venas, porque tiene presente cada día de su vida que por su amiga-hermana haría cualquier cosa, pero a veces también piensa que no hay peor ciego que el que no quiere ver...
María es feliz en su infelicidad, sonríe ante lo destructivo y abre la puerta a lo malo o inmoral, pero claro... que es para nosotros destructivo, malo o inmoral??
Miguel, a veces me cuenta, que echa de menos a esa María alegre, que se ponía el mundo por montera y que era sumamente generosa de cariño y amor para dar a los suyos. Ahora solo piensa en destruir lo que tuvo en su día, si es que aun lo tiene.
Su teléfono ya no suena tanto como antes, puesto que él para ella supone que no es necesario, que ya tiene alguien con quien poder contar toda la vida que ella quiere vivir y que encima se cree que puede vivir.
Necesitaría que volviese esa mujer, aquella a quien le confió su mayor secreto que ni tan siquiera su familia sabía, aquella que sentía que quería y que ese amor de hermandad era correspondido.
Tengo miedo, mucho miedo de pensar que un día, conduciendo con mi coche, llegue a encontrarme a esa, mi amiga hermana, tirada en algún lugar... emborrachada de tristeza... y que jamás ya no se pueda hacer nada por ella. A pesar de los pesares Miguel, siempre estara ahí, anhelando los momentos que ya no quieren volver a estar ahí y engañando su mente.

Por favor... vuelve a ser tú.

jueves, 25 de marzo de 2010

Tengo cita con la vida


Son las 7.15 de la mañana y como cualquier otro día, Ovidia se dispone a subirse al mundo de nuevo...
¿Qué quién es Ovidia?, pues bien, para los que no la conozcáis, es una chica bastante enigmática. Siempre va caminando por una gran avenida y va dejando ese estelar de buen rollo por todo aquel que la saluda y pregunta cosas de su vida.
Parece dulce, algo triste también, y quizá eso a mí fue lo que más me llamo la atención de ella.
Es una mujer... seguro que de armas tomar y que sabe lo que quiere en cada momento, a pesar de que a veces la vida le ha ido dando unos reveses que han sido dificiles de sobrellevar, pero que lo ha hecho como mejor sabe... sonriendo.
Y es que a ´mí, romana de nombre Ovidia, me encandila el simple hecho de saber que por las calles de nuestra ciudad, paseas con tu niña, llena de ilusión y esperanza, y que vas repartiendo palabras de aliento de forma gratuita sin esperar... como debe de ser.
Pero bueno, no siempre va a ser así, y por eso yo, humildemente te quiero regalar estas palabras que lejos de esperar que te emocionen, si no es el caso, si quiero que te las guardes como un recuerdo de alguién que te vio y supo que gente así, a mi si me apetece tener a mi lado.
Quiero que te levantes cuando te caigas, que no te hundas en el fango de la desesperación cuando algo no vaya como tu esperas, y que te rías de la vida como seguro sabes hacer.
Que me sonrías cuando nos veamos muy de higos a brevas, porque da ternura y confianza. Quiero que bebas del manantial de la humildad y valentía, esa que tu tienes... y que luches frente a ese monstruo que a veces se pone en nuestros caminos para no dejarnos ir hacia donde en realidad queremos. Quiero que te fundas en un abrazo con la gente que te quiere hasta que todo se confunda y de lugar a un magnifico UNO de amor y cariño.
Porque ese, es el que tu desprendes día a día a pesar de tus momentos malos que supongo que tendrás, de tus pocas ganas de luchar cuando ciertas puertas se te cierran pero tú... nombre romano Ovidia, sabes, que para aprender a volar hay que saber andar, y en cuestión de andares, a ti no hay quien te gane... eso que ya llevas adelantado.
En fin mi querida Ovidia, te podría estar diciendo tantas cosas a pesar de lo poco que podemos conocernos... pero no quiero caer en la monotonía contigo.
Generalmente suelo usar este espacio en blanco para escribir de mi vida que ultimamente no esta pasando por un mejor momento, sino todo lo contrario, pero en este caso quise hacer un pequeño troquelado de césped para que tú, pudieras posar tus pies en él y te quedaras un ratito a mi lado, aunque sea en este espacio en blanco, para poder decirte... oh Ovidia, regálale varios años más a la vida¡¡¡ y tu sin duda puedas responderme a ello con un... sin duda alguna, porque tengo cita con ella y esa amigo mio... esa no me la quiero perder¡¡¡¡

FELIZ CUMPLEAÑOS OVIDIA y no olvides SONREIRNOS A TODOS

miércoles, 24 de marzo de 2010

A fuerza de golpes


Melena rubia al viento y ojos rasgados color miel. De unos treinta años aproximádamente y con una buena delantera, es innegable. Vivía con su pequeña y un señor al final de la calle, en una casa bastante humilde a juzgar por la fachada.
El señor era bastante tosco, con pequeñas pinceladas de campo rústico en su manera de ser y de hablar... sin duda.
Recuerdo como en la POSADA DEL TÍO MIGUEL, que es así como se llamaba el bar, mantuvo una violenta discusión entre un señor por el simple hecho de haberle hecho cambiar de opinión sobre un asunto de vacas o algo parecido.
Yo soy de la opinión que de donde no hay... poco se puede sacar, y seguramente que en ese cerebro con ínfulas de jara y sedal, poco se podría esperar.
En los pueblos, ya se sabe, que todo cotilleo que se precie es vox populi, y en este caso no iba a ser menos...
...El tiempo amenazaba con dejarnos más litros de agua, y eso era algo que no invitaba a darse una vuelta por la plazuela.
Cuando ya el aburrimiento estaba empezando a hacer mella en mí, aparté la cortina de mi ventana y vi a esa chica de la que os hablaba al principio, sola, sentada en el banco junto al cerezo y por lo poco que podía divisar desde la distancia en la que estábamos ella y yo, parecía que se encontraba bastante inquieta.
Yo me puse las zapatillas y bajé como si no quiere la cosa para echarle un vistazo y así alegrarme la vista, dicho sea de paso.
Pero al irme acercando más y más a su figura lo que me encontré no fue para nada muy alentador sino todo lo contrario. La chica, supongo que al oír mis pasos, se giró y levanto su mirada hacia mi... después sus ojos comenzaron a brillarles, preludio de las lágrimas que vendrían a continuación. Se puso las manos sobre sus ojos y las apoyo en sus rodillas.
Fue un momento muy tenso, teniendo en cuenta que no sabía como reaccionar en ese momento... no sabia si ir a consolarla o más bien dejar que se desahogase, puesto que si lloraba era por algo que le hacía sentirse mal. A lo mejor lo que menos necesitaba ahora mismo era nadie que le hiciera compañía.
Me vanaglorié de la cobardía que me caracterizaba en ese momento y di media vuelta sin mediar palabra.

- "Vaya, acabo de venir de faenar en el campo y mira que me encuentro¡¡¡¡ nada, nada, nada.
Estoy harto de haberme casado con la persona mas inútil que me he echado a la cara, y mi madre me lo tenía dicho, estoy harto de tu falta de atención hacia mi me entiendes??¡¡¡"
Eso es lo que una de las vecinas le comentó a otra que había escuchado anoche en casa de la chica, puesto que vivían pared con pared. Vamos... Beli, la típica vecina que en lugar de estar haciendo lo que deben de hacer todas a su edad... se dedicaba a poner un vaso detrás de la pared con el fin de poder escuchar mejor las miserias de los demás.
Pero ese comentario que yo escuché así por casualidad, me hizo sentir un agobio bastante extremo y no menos preocupación.
A la mañana siguiente, me disponía a beberme el café medio caliente que tenia encima de la encimera de la cocina cuando un tremendo estruendo sonó en toda la casa, lo que me hizo sobresaltarme y con la taza en la mano, soltarla de inmediato y mirar por donde pudo haber venido ese sonido.
Fue un momento de revuelo general, porque los vecinos se concentraban en masa en el lugar del suceso, en casa de la chica con la melena rubia al viento.
Yo no quise ser más cotilla de lo necesario pero me pudo la curiosidad y cuando llegué al lugar me sentí totalmente frustrado y con la moral por los suelos, teniendo en cuenta que a las nueve de la mañana no es agradable ver un charco de sangre proveniente del cuarto de estar y un cuerpo tirado sin ningún atisbo de vida por ningún lado.
Salí despavorido de allí sin mediar palabra con nadie y dejé que el sonido de las ambulancias, policías y demás me dejaran a un lado para ahogarse en aquella casa que desde hoy bauticé de las desdichas.
Pasaron meses, muchos meses, hasta que el pueblo se transformo en el mismo que era, y que aquello se olvidara para comenzar a sanar la herida que tanto produjo.
Una tarde, estaba viendo la televisión y medio adormilado escuche el timbre de la puerta, pero como pensaba que estaba soñando no hice mucho caso. En el momento que ya pasaron de llamar al timbre de una manera racional a hacerlo de una manera brusca, es cuando comprendí que no soñaba y que en realidad me estaban llamando. Me puse el batín y las zapatillas y abrí la puerta sin ojear previamente la mirilla. En ese momento, como se suele decir, se me cayeron los palos del sombrajo, porque la persona que tenía frente a mí era ella.
-Pero tu que haces aquí?
-No por favor, no quiero que hables, sino que me dejes pasar y hablar... pues no pretendo ni que me perdones ni tampoco pedir perdón, solo necesito que alguien escuche la verdad... que no mi verdad.
Durante ocho años de mi vida la pasé siendo esclava de todos sus vicios, de todas sus atrocidades, de todas sus perversiones y tuve que aguantar bofetadas, puñetazos, palizas de muerte y todo lo peor que te puedes imaginar.
A veces la justicia va demasiado lenta y no me podía permitir el lujo de que un día llegara más pasado en sustancias que de costumbre y fuera la última, cosa que todos los días me preguntaba yo a mi misma.
Es duro tener una hija tan pequeña y no saber si posiblemente hoy es el último día en que la veras reír, darle su biberón o cambiarle el pañal porque el desgraciado de su padre no hace más cosa que desahogar su fuerza bruta conmigo.
Hace cinco meses, el día del siniestro, terminé de bañar a mi pequeña y la dejé en el parque de juguetes para que yo mientras pudiera atender otros asuntos de la casa, y mi sorpresa fue que cuando llegué al salón me encontré a ese mal nacido, totalmente borracho y con ganas de bronca como de costumbre, pero mucho peor.
Y lo consiguió porque antes de que yo me diera la vuelta para ir a por un cepillo de barrer, ya lo tenía él en su mano y me lo partió en la espalda dejandome casi sin aliento. Me cogió del pelo como si fuera una furcia y me escupió en la cara diciendome... esta noche tu vas a ser mía.
Yo intenté defenderme como pude y salí de su poder, pero cuando él consiguió coger a mi pequeña, asustada y un mar de lagrimas... le puso el cuchillo en el cuello... ahí no se si por el amor de madre, el instinto materno o no se que pudo pasarme que me rendí y dejé que esa noche hiciera de mi lo que quisiera con tal de que dejara en paz a la niña.
Lo demás prefiero callarmelo, solo sé que a la mañana siguiente, mientras el dormía, yo me levante y se me vinieron a la mente todas las horas, minutos, segundos, días, semanas, meses y años en que ese mal hombre me hizo la vida imposible y me rebajo tanto como persona que termine por creermelo.
Intenté cambiar la historia y así lo hice, porque esta vez no fue la mujer maltratada la que conseguía sin quererlo su cruel destino, sino al revés, el maltratador es quien se pudriría bajo tierra, al menos en mi caso.

En ese momento mis ojos, mis oídos, y todo mi ser no reaccionaban a lo que yo estaba escuchando puesto que siempre se pensó que el señor tosco, se había matado al caersele un trofeo puntiagudo en la cabeza pero era todo lo contrario, lo había matado su propia mujer víctima de los malos tratos que recibió durante mucho tiempo por él.
Ahora entendía haberla visto años atrás llorando tan desconsolada y las chismosas del barrio hablando cosas que jamás podría imaginar...
-Pero, por que me cuentas a mi esto si yo apenas te conozco??
-Pues te lo cuento porque yo sé que un día intentaste ser mi confidente aunque tus miedos o tu timidez pudieron contigo y lo más importante, porque se que en cuanto dé parte en el cuartel de la guardia civil me van a llevar presa, cosa que no hice antes porque necesitaba llevarme lejos a mi hija de aquí y que tuviera una familia que en realidad pudiera cuidarla el tiempo largo en que yo no esté con ella y le dieran toda la educación y lo mejor que yo gracias a su padre jamás podré darle... y necesitaba quitarme este pesar de encima y no quería hacerlo con las señoras que solo me iban a reprochar mi conducta y mi forma de actuar. Tengo mi piel marcada con la furia de ese señor asi es que ya estoy pagando la penitencia de hacer que ya no siga maltratandome.
Me agarro fuertemente las manos y llorando, se despidió de mí.

En el noticiero de las tres, salió la noticia de esta chica que paso a disposición judicial por asesinato y a mi se me quedó la amarga sensación de pensar si eso se pudo haber evitado, si es cierto que la palabra mueve al mundo o si por el contrario es a fuerza de golpes... como se puede ir avanzando.

"Dedicado a todos aquellos que hayan sufrido cualquier tipo de maltrato, ya sea psicológico o físico en algún momento de su vida y esperanzarles de que llegaran tiempos mejores".

martes, 23 de marzo de 2010

Cielo abierto


Cuando nació debió ser el niño más querido del mundo, a juzgar por las fotografías. Se le veía una mirada iluminada con su pequeña sonrisa de oreja a oreja que apenas se podía atisbar con certeza por el chupete que tenía en su boca. Era feliz en su pueblo junto a su familia.
Ese niño fue creciendo y su adolescencia no fue menos alegre, por sus tantos y tantos amigos que tenía y que hoy en día, algunos ha seguido manteniendo y quiere.
Un día de primavera, llegó otro regalito portado por una cigüeña, que haría las delicias de los presentes y de ese niño que pasaría de ser el más mimado a no serlo menos, pero si con un cargo mucho más especial... el de hermano mayor.
Todo en sus vidas parecía ser lo idóneo, una familia unida.
Quizá no muy lejos se encontraba la antítesis de todo lo anterior, puesto que Rosi, era una mujer amargada de la vida, que no se centraba en nada de lo que hacía y que había traído al mundo cuatro hijos de una manera inconsciente... hijos de la calle y del horror, personas sin apenas cultura y con las que nadie querría mantener relación a no ser que fueran del mismo parecer. De entre todos se encontraba David, el mediano de los cuatro hermanos, que por desgracia de Dios o de quien fuera, se llevó todo lo malo de la gente que fue conociendo a lo largo de su corta vida, desgraciadamente.

Una triste mañana, Jimena entró en la habitación de Oscar para ver como se encontraba y darle la medicina correspondiente, pues la noche anterior parecía tener mucha fiebre promovida por algún virus o alguna cosa. Antes de irse a la cama el médico le recetó un medicamento antibiótico bastante potente que durante la noche actuaría mientras descansaba. La sorpresa se la llevo su madre al ver al niño tendido en la cama, encima de un charco de agua... agua que provenía del mismo niño, pues se había pasado toda la noche sudando a mares y eso no era ni medio normal, o al menos eso les pareció a sus padres que se pusieron manos a la obra para saber que podría tener su hijo.
Ahí es cuando comenzó la larga cruzada de Oscar por intentar vivir.

-Su hijo tiene un problema renal y ha de ser trasplantado de inmediato... y esas palabras para Jimena fueron como si una a una se las estuvieran clavando en lo más profundo, fue un dolor muy grande el que sintió.
La entereza de Oscar era de admirar porque a pesar de ser consciente de la gravedad que suponía estar en esa situación, el intentaba hacer una vida normal, y animaba a su gente para que no se hundiera, pese al miedo que le inundaba el encontrarse enfermo.
Recuerdo que me contaba algo que a mi me impactó mucho, como acostarse por las noches sin saber si por la mañana estaría vivo o a saber como se encontraría o que cosa mala nueva le pasaría de nuevo... era bestial y a mi me hacia sentirme mal también escuchar esas palabras.
Un verano, tuvo suerte porque un donante le había sido asignado y Oscar estaba preferente en la lista de espera inmensa, por tanto era el receptor.
Momentos de tensión en la sala de espera y de mucho temor por saber como saldría el hijo, hermano, amigo que más querían, pero bueno fue una buena señal porque el niño en cuerpo de hombre salió sano y salvo.
Durante esa época posterior al trasplante, él cuenta que se llevo muchas decepciones con la gente, lo cual era entendible puesto que ¿¿quién querría estar con una persona totalmente limitada físicamente?? pues yo estaría sin duda alguna, pero bueno, no todo el mundo pensaba de la misma forma.
Me decía que su mejor amistad fue su familia y bueno... una pesada maquina de diálisis que le hacia la vida imposible... cosa curiosa... puesto que gracias a ella era por la que no se moría, en parte, a pesar de que ya estaba trasplantado.
Su cuerpo cansado por la enfermedad, por la presión de que su familia no se sintiera peor, todo eso plasmó y tornó su mirada con una tristeza permanente que apenas nada ni nadie podía borrar. Aunque momentos de entereza tuvo y a mi me dio muchas lecciones de ello, ojala fuera yo como tú, le decía en contadas ocasiones.
Al poco tiempo nació su primera sobrina a la que llamaron Esperanza, y se lo puso Oscar, porque esa palabra para él fue su acompañante durante muchos años en su vida, la que le creaba tener más ganas de vivir y no dejar atrás gente a la que quería, y sobre todo la esperanza de pensar que mejores tiempos llegarían sin duda. Y llegaron en una niña preciosa a la que sin duda siempre va a querer y querrá como su musa, porque sin duda alguna le devolvió las ganas de vivir, era su tesoro más preciado, era... su niña.

Paso el tiempo, y David... el mediano de los hijos de Rosy, llegó muy enfadado a su casa, y diría casi violento, preguntando y exigiendo donde había dinero o joyas para podérselas vender a algún camello de la zona, puesto que le debía pasta y necesitaba pillar como fuera.
Sus amigos, si es que algún día tuvo lo dejaron tirado, sus novias... que tuvo tres... no lo volvieron a ver más en pintura y es que ni nombrarlo querían y las únicas personas que debían aguantar sus malos modales y violentos eran su familia que harta estaba de tener que dar la cara por él ante hechos deleznables delante del pueblo y de la policía en contadas ocasiones.
Su madre, que con el tiempo ya estaba tan marcada por el dolor que apenas tenia lágrimas para llorar, a veces pedía al cielo algo que es lo más tremendo que se puede pedir... que su hijo apareciera muerto, porque sería del único modo en que toda la familia descansaría y al menos sabrían donde poder ir a visitarle... era la desesperación de una madre que no pudo más con el asunto y se moría de pena.
Fue así, esa noche, al no encontrar lo que buscaba en su casa y tras una fuerte discusión con su padre, cogió la moto y salió a toda velocidad a las alamedas donde víctima del alcohol, la velocidad en la que conducía y quién sabe que otras cosas, se lanzó estampándose contra el suelo y quedándose muerto en el acto.

Corría el verano y en Badajoz se celebra su patrón que es San Juan. Contento porque la ciudad se llena de fiesta, Oscar pidió ver si se le podía administrar la diálisis un poco más temprano porque quería disfrutar de una noche de feria, sin agobios ni excesos, con su hermana, cuñado y amigos.
Ese día, algo a Oscar le rondaba la cabeza que le hacía sentirse más inquieto de lo normal, además de que el riñón le comenzó a fallar meses atrás y sus fuerzas flaqueaban por completo, pero era distinto, algo le decía que ya iba a ser el fin de su camino, no se si para bien o para mal, pero el presentimiento estaba ahí. Ahora solo faltaba que se diera el caso... o no.

Rosi y Pedro fueron conducidos a una sala en la que sólo había una mesa y tres sillas. Rosi apenas podía tenerse en pie y Pedro tenía los ojos cansados de dolor y de haber llorado toda la noche. Justo a su lado habían dos personas vestidas de blanco y con una carpeta en la que se podía divisar el rotulo "ALCER".
Los médicos le explicaron la importancia que tenía que una persona, después de que ya desafortunadamente no estaba con nosotros porque hubiese fallecido, donara los órganos vitales sanos para que otras familias con problemas graves pudiesen tirar para adelante.
Esto es algo altruista y no se obliga a nadie hacerlo pero era de ser humano hacerlo.
La madre, andaba con el dolor tan sumamente negada porque pensaba que le darían a su hijo descuartizado pero la cordura de su marido le hizo recapacitar y al final su muerte no sirvió para nada.

Volvían de la feria, eran las 12 de la noche, y fue un momento agradable para Oscar porque sin duda alguna se empezaba a sentir persona, quería disfrutar de la vida pese a sus limitaciones y quería sentirse querido por como era.
De pronto sonó el teléfono y Oscar se puso mas nervioso aún, descolgó y era la voz temblorosa de la madre, la cual le estaba dando la buena nueva.
En ese momento hubo un momento de silencio... pero después todos a una se dieron un abrazo tan sumamente fuerte que no se sabía quien era quien con tanto brazo por ahí desperdigado.
Oscar se alejó un momento del jaleo que la noticia había creado y miró al cielo diciendo... Tengo miedo Dios... tengo tanto miedo...
La vuelta a casa fue una odisea; casi seis kilómetros de atasco por la gente que iba a la feria y por la que se iba de ella y todos en el coche optaron por el remedio de toda la vida...
María saco el pañuelo, Jorge piso el acelerador y Oscar tocaba el claxon a toda maquina para poder desviarse y hacer el camino más rápido para llegar.
Ya en su hogar, estaban sus padres con el petate hecho, listos para irse de vuelta al hospital, y con la esperanza de ver si de una vez por todas esta ocasión era la buena, la de verdad.
Pero levantó la mano con un gesto autoritario y les dijo que esperaran en el salón un momento, pues no tardaría demasiado.
Se adentró en una de las habitaciones... estaba oscura y apenas solo había un claro de luz muy ligero, y un sonido de respiraciones entrecortadas que provenían de la cunita de su sobrina Esperanza, que apenas tenía meses. Ajena de lo que ese día suponía para su tío iba a ser la destinataria de unas palabras a modo de despedida de su querido tío Oscar. La tomó en sus brazos y le dijo con voz muy bajita... Esperanza, te quiero tanto y has sido y serás algo tan importante en mi vida, que jamás podre agradecer a tus padres el regalo que me hicieron al hacerme tío de una criatura tan increíble como tu lo eres para mi. No sé si te volveré a ver... y ni tan siquiera sé si cuando seas mayor te acordarás de mi si no es por alguna foto que los papas y abuelos te muestren, pero que sepas, cosita mía, que si no vuelvo, allá donde esté voy a estar queriéndote toda la eternidad y velaré por ti todo el tiempo...
La volvió a dejar en la cunita, se secó la lagrimilla que se le había escapado de un ojo y salió al encuentro con sus demás familiares que lo despidieron con un fuerte abrazo y con mucho más ánimo.
Subió a aquella ambulancia amarilla rumbo al hospital y mientras llegaban, su mirada perdida a través del cristal le hizo comprometerse con que si todo salía bien, intentaría dar a toda su familia la felicidad que por su culpa (no intencionada) les fue arrebatada, sobre todo a su madre que la hizo hacerse mayor con tanto duro golpe que tuvo que llevar a sus espaldas.

...Lo último que recuerdo de ese chico es que todo salió perfecto y su vida es tranquila y feliz. Pudo recompensar a su familia de todo el dolor que sufrieron y ver a su sobrina crecer, que es lo que quería.
A veces lo veo asomarse al balcón a mirar las estrellas, cuando las hay, y me permito el lujo de pensar que lo hace para darle gracias a Dios, al a vida y a David... porque por paradojas de la vida, Oscar si puede decir en su caso que si que hay vida... después de la muerte.

lunes, 22 de marzo de 2010

Mejor tarde... que muy pronto


Es la hora de comer, y siempre esta dispuesto en la mesa, el primero en llegar allí a pesar de la pesadez de sus piernas que apenas le dejan dar un paso mas adelantado que otro.
Se dispone a palpar el artilugio cuadrado con tantas teclas que se encuentra justo encima de la mesa y con un par de toquecitos comienza para él su sesión de "caja tonta". Upss como haya partido y encima juegue el BARÇA, estamos perdidos¡¡¡¡
Y es que él siempre es así... muy dicharachero, muy campechano y quizá con un bajo nivel cultural por culpa de los estragos que les hizo pasar en sus años de crío la tan penosa guerra a su familia y a él, pero con un corazón en el pecho que ni tan siquiera le cabe.
Cuando yo tenia menos edad de la que tengo ahora, solía preguntarme... Oye, David... Jorge... Rafael... Juanito... aiins vamos a ver... Sergio, como tienes los ojos??, es que el pobrecillo tiene varios nietos y hasta que llega a mi nombre me puedo estar esperando sentado... pero cuando lo consigue, va todo de carrerilla y bueno, yo le contestaba, abuelo veo hoy mejor que ayer pero creo que me tengo que cambiar los cristales de las gafas. Y el pobre antes de que nadie dijera nada se metía la mano en el bolsillo de su pantalón para sacar la cartera como podía y te intentaba soltar algún que otro billete, pero siempre le frenábamos... ainns abuelo que no hace falta¡¡¡.
Pero todos los mayores son así de cascarrabias y cabezones y se enfadaba si se le llevaba la contraria diciendo... hijo que los ojos son lo mas importante, y sino mirame a mi.
Bueno, mi abuelo de pequeño nació con una deficiencia visual y cualquier cosa que tuviera que ver con esas ventanas corporales, pues le ponían nervioso y quería que a nosotros no nos pasara lo que él tuvo que pasar.

Fue una persona muy activa y trabajo más y el doble para poder sacar a su familia adelante, por eso yo me siento orgulloso de lo que hizo. No se le caían los anillos de las manos cuando le hacían realizar cualquier tipo de trabajo honrado por cuatro duros... es lo que había y con eso había que apechugar si querías comer caliente en casa tanto él como su mujer y sus hijos.

Y el tiempo, les trajo buenas dichas, porque sus hijos se casaban y les llenaban la casa del orgullo que sin duda más agradecen unos abuelos, los nietos...

... Pero el paso de los años también es bastante cruel, y pega zarpazos tan fuertes que a veces no tenemos la suficiente fuerza como para poder reponerse de ello, pero él a duras penas pudo, puesto que un final de primavera se abrieron en el cielo jardines de todos los tipos de flores que le gustaban a su compañera, su vida, la vida de sus hijos, de los nietos de sus hijos y se fue a contemplarlas sigilosa, algo triste y alegre a la vez, porque su marido se quedaba para cuidarnos aún mucho y para poder disfrutar de algo que a mi abuela le hubiera encantado... poder ver y querer más aún si cabe a sus bisnietos. Y ese enorme regalo ahora le tocó disfrutarlo a él desde aquí abajo, aunque seguro que por allá arriba, perdida entre tanto clavel o rosa blanca o roja, los estará disfrutando igualmente.

Estoy seguro que el camino que tuvo que andar no fue para nada fácil, como para la mayoría de su edad, pero que la entereza plasmada en su piel arrugada, síntoma del paso del tiempo, pareciera como si no le arrebatara jamás la vida, y por eso, por todos nosotros es querido y respetado.

Hace un par de días, ya no es el mismo risueño pese a la fuerte intervención hospitalaria que tuvo dos veranos atrás que permitió dejarnoslo un tiempo que hoy en día vive junto a nosotros. Pero esta triste, apagado y yo me pregunto alguna noche que suelo mirarlo por la rendija de la puerta de su habitación que deja entreabierta... pensará que su trabajo ya esta todo hecho aquí??, pensará que ya no le queda nada que decir porque al igual que su vida, poco a poco se le van apagando las ganas de hablar??, pensará que su querida compañera le estará esperando sentada en ese jardín de rosas y claveles que ella cultivaba?? o quizás sentirá miedo por dejarnos aquí abajo y no poder escucharnos ni nosotros a él.

Y para todas estas preguntas yo solo consigo una contestación: se va apagando poco a poco para encenderse allá arriba, pero me queda el consuelo de pensar que eso... ojalá

...pase mejor tarde... que muy pronto.


TE QUEREMOS ABUELO.

sábado, 20 de marzo de 2010

Empedrados de tiempo


Al salir el sol, cada uno vamos de un lado para otro, viviendo la vida con suma inquietud, deprisa y a veces sin pensar que las cosas más pequeñas, aquellas que no vemos por llevar un estado de ajetreo continuo y las tenemos de frente a nosotros... esas son las más importantes, o al menos eso creo.
Sin ir más lejos, en mi ciudad existe un camino de piedra cimentada por el que quizá hayan cruzado miles de personajes, con sus vivencias y creencias de antaño a lo largo de algunos siglos atrás.
Y hoy, en la vida actual que nos ha tocado vivir afortunadamente a nosotros, podemos contemplar ese mismo camino al que a veces por nuestras historias dejamos muy olvidado.
En los años 60, quizá antes o después, tenia abierto la vía para el transporte urbano mediante coches, camiones, etc... y en los laterales de la calzada, existía unos pequeños viales por donde el viandante podía pasear sin dejar de contemplar al fondo la Alcazaba, e impetuosa sobresaliendo la catedral de San Juan haciendole aspavientos a la pequeña Giraldilla situada frente a la capilla de la Patrona de Badajoz.
Es un gusano circular de piedra cuyo fin era solo trasladar a las personas de una punta a otra de la ciudad y que vivió la alegría de sus momentos álgidos en ciertas épocas, tanto como la amargura de que sus hermanos murieran en esas guerras que no hacían más que daño... daño que también le llego a rozar en forma de derrumbe en su día y piedras y marcas manchadas de la sangre derramada por los suyos. Pero es como el Ave Fénix, que revive y hoy por hoy ahí se encuentra su majestuosidad sobre el rió Guadiana, esperando que alguien comparta su vida con él en lo que dure el trayecto de llegada a su lugar.
Con todo esto que he escrito anteriormente seguro que habréis acertado que a ese camino con piedra cimentada del que me refiero es el "puente romano de Badajoz, más conocido como puente de palmas o puente viejo".

Hoy dejó de llover, cosa que alivia después de un invierno bastante pasado por agua, lo cual incita a que intentemos dejar ese coche que tenemos aparcado en el garaje o frente a tu casa para tomar un paseo por la ciudad... ya que algunos nos hace falta perder algún kilillo que otro, pues nunca viene mal.
Hoy lo hice, y me sentí bastante orgulloso aunque suene un poco a patriotismo, el poder posar mis pies en aquellas pequeñas losetas a la entrada del puente viejo... puente que hoy mas que nunca iba acorde con la situación puesto que el gris de la tarde se fundía con el gris de las losetas un tanto enverdecidas por el descuido y paso del tiempo.
Y es que... cuantas personas no habrán cruzado este largo camino empedrado?, y a medida que iba caminando mas sereno me encontraba al contemplar que con el pasar de los años yo aún tenía la gran suerte de poder caminar por él.
En la noche, con la luna de testigo reflejándose en las ondas del río, el camino se volvía casi como mi confidente porque solo esas losetas grises a lo largo de todo el puente y las farolas con ese color naranja suave a cada lado de cada verja era a quienes imaginariamente les contaba todo lo que me podría estar ocurriendo, ya fuera bueno o malo, pero ellos lo sabían... cosas de chiquillos, pero que en su momento tenían su aquel.
Pero bien es verdad que si esas losetas pudieran hablar, esas farolas hacernos gestos, en fin, que si pudieran contar las vivencias que han soportado de las personas que precisaban andar por él, no dudaría ni un segundo de que llenarían páginas y más páginas de libros de historia. Y es que mi puente, el puente de todos los pacenses, va haciéndose más joven como su gente, y poco a poco va dejando el desuso al uso de sus empedrado... empedrados del tiempo que van a desembocar a la puerta que abre mi ciudad... Puerta de Palmas y como no, empedrados del tiempo que a veces añoran aquellos años y sobre todo... a los que ya no están.

A MI PUENTE VIEJO

viernes, 19 de marzo de 2010

El amor... ¿todo lo puede?



Empuja, empuja mujer que ya esta aquí¡¡¡¡, vamos con más ánimo que tu puedes, si ya esta todo hecho¡¡¡... Y así fue, porque a pesar de ser una niña octomesina, era la más preciosa de todas las que habían nacido ese 29 de abril de 1976.
Los primeros atisbos de imágenes que pudieron ver esos ojillos raros, fueron los reflejos que producían las manos de un señor de aspecto serio y barba larga sobre los cristales de la incubadora pero... ainns que calentita que se encontraba allá.
Y el día que la llevamos por primera vez a casa, después de una dura y larga estancia en el hospital, fue mágico para ella y para nosotros ni te cuento, increible la fiesta que se pudo formar en apenas 35 metros cuadrados de salón. Todos apretujados, desde sus abuelos, primos, tíos, intentando robar un gesto de cariño de mi Rosalía, pero se ve que lo único que consiguieron era enfurruñarla más. -Va a tener mucho carácter, como su abuelo... me dije mirándola con esa mirada de amor que solo una madre sabe desprender.
Con el paso de los días, meses y años, esa pequeña muñequita de porcelana fue dejando paso a una niña bastante más especial que antes, pues tenía algo que la hacia diferente a las demás, tanto física como psicológicamente, ya fuera para bien o para mal, pero que a ella le gustaba y lejos de parecerle algo malo, le hacía sentirse importante.
Por las mañanas, a la edad de 16 años, solía bajar a comprar la botella de La Casera para que su padre pudiera tomarse el tinto de verano, después de la jornada de trabajo diaria, lo cual ella no entendía demasiado teniendo en cuenta que estábamos en enero y hacia un frío que pela, por lo que no estaba muy de acuerdo con que esa bebida se tomara en esta época del año haciendo referencia a otra estación totalmente opuesta. Pero es que ella era muy meticulosa y le gustaba sacarle tres pies al gato a todo.
Tenía sus rarezas y eso de cara al mundo no estaba muy bien visto, y si hablamos a escala de barrio, pues mucho menos. Era objeto de conversaciones en tono jocoso y cuchicheos de las personas que a mi juicio más tenían que callar.
Recuerdo una tarde en la que mi Rosalia bajó a por la dichosa La Casera para su padre, esta vez en verano, y los tres hijos de doña Filomena, me la acorralaron entre la calle San Sisenando y Madre de Dios y me la llamaron de todo lo que se os pueda pasar por la cabeza y que prefiero obviar porque para mi terminó siendo algo muy doloroso. Ya no sólo los insultos, porque provenian de tres insulsos con una mala vida que no llevarían un buen camino en un futuro, cosa cierta, sino por como repercutieron esas palabras a mi pequeña hija... me la dejaron hecha un cristo por dentro.
Esa misma noche, fui a arroparla como casi todas la noches y darle su beso de despedida muy sigiloso para que no se me despertara, pero cual fue mi sorpresa que tenia los ojos abiertos y cuando yo ya me dispuse a salir de su habitación tras el beso, sonó una voz ligeramente que me dijo: mamá porque yo no soy como tu??... Y esa pregunta me dolió tanto o más que cuando estaba subida en aquel potro frío, abierta de piernas intentando que mi niña saliera a conocer este mundo. Yo le eche valor al asunto, intente tragarme más de alguna lágrima y le dije... Rosalía tu no eres como yo pero tienes la mayor de las facultades que muchos quisieramos tener... el amor por todo el mundo y la bondad irradia por todo tu ser hija mía.
Le pareció un alivio escuchar eso de mi boca, porque se me sonrió, se dio la vuelta y se quedó dormida.
El Domingo de Ramos, nos vestimos todos para la ocasión y mi Rosalía iba preciosa, aunque esta mal que yo lo diga que soy su madre, pero es que no podría ser de otra forma.
Martina, la costurera del barrio de La Paz, le había hecho un traje azul y blanco con unos retales antiguos a los que yo les tenía cierto aprecio, y que ya deje en desuso. Me los transformó en un vestido digno para la mejor de las mejores modelos de pasarela de la época y como no... una de ellas era Rosalía.
Tan contenta que unas pascuas al ver tan bonito traje que comenzó a ducharse, y lavarse su corta melena morena y mientras hacía todo esto se escuchaba a un volumen ligero la voz seca de un señor que cantaba tras un transistor, a la par que mi niña le hacia la segunda voz frente al espejo. Esa canción era una de sus favoritas y recuerdo que se lo decía muy contenta a su padre. Y tanto así, porque hubo una época en la que esa canción la teníamos, día y noche casi siempre y a todas horas. Terminó sacándonos mas de una riña por ello no creais.
Pero es que a ella le gustaba porque era como soñar en algo que quería que le ocurriese muy pronto y se sentía la protagonista de esa letra.
Una vez terminados de vestirnos todos, la esperamos en el salón y claro esta, mi niña la última, haciéndose de rogar como siempre para así crear mucha mas espectación. De pronto se abrió la puerta del baño y de allí salio Rosalía, que ya dejo de ser niña para convertirse en toda una mujercita. Reconozco que estaba brillante y que se me saltaron dos o tres lagrimitas, como a su padre... por mucho que lo niegue.
¿Me queda bien mamá? ¿Me parezco a Sissy Emperatriz verdad?... y nosotros absortos ante tanta belleza asentíamos con la cabeza, alegres de lo que estábamos viendo.
De la mano, salimos a ver la primera procesión del domingo, en la que cuenta la tradición que para quien quiera tener buena suerte a lo largo del año que queda, debe de estrenar algo nuevo, y yo como no quería ser menos, me puse el pañuelillo rojo que me regalo mi niña, y su padre se puso los gemelos de goma que también ella le regaló.
Tras el paso, la banda de tambores hizo estremecer a esa chiquilla cuando sus ojos se levantaron y vieron a quien para ella era el chico más guapo y más atractivo de la banda. Se había enamorado, tanto así, que su madre tuvo que correr a ponerle bajo la barbilla un pañuelo por la cantidad de baba que le estaba resbalando, cosa que solía pasarle muy a menudo.
Mamá, ese chico me gusta de verdad... Yo solo la miré, le sonreí y no dije nada.
De pronto, el chico vestido como de príncipe con un traje azul marino y rojo se acerco a mi niña en cuestión y le dijo... Me llamo Gustavo y tu?... titubeante ella le medio respondió... Yo me llamo Rosalia y voy vestida de Sissy Emperatriz, te gusta?...
En ese momento, cada uno mas cerca aun del otro, se comenzaron a echar una carcajada tan feliz que a punto estuvo el chico de tirar la trompeta con la que venía a tocar en el paso de semana santa.
-Mi padre dice que ya soy todo un hombre porque tengo 17 años, pero yo sigo teniendo mente de un niño, porque me gusta jugar a cosas, tu que edad tienes?
-Yo tengo 16 años y mi madre me dice que estoy convirtiéndome en alguien muy especial...
Siguieron conversando hasta lo que les dejó el tiempo en que los padres de Rosalia se tomaban el café en el paseo de San Francisco y Gustavo recogía todos los aperos en el autobús que lo llevaba de vuelta a su pueblo, a unos 15 kms.
¿Nos volveremos a ver mi Sissy?... pues claro que si mi Víctor Manuel particular, mañana ven a verme por favor.
Se acabo la charla, la despedida y bueno, solo les quedaba el aliento de que quizá hubiese un mañana que se convirtiera para ellos en un futuro queriéndose para toda la vida.
Varias semanas después, llamaron a la puerta y Justina, la criada salió al encuentro, y de momento pegó una voz a favor de Rosalía que bajó las escaleras tan rápido como pudo. Una vez en el salón se quedo paralizada porque vio lo que había soñado esa misma noche, a la persona que quería tener para siempre a su lado... Mira Rosalia no seas tímida hija mía, es ese chico tan majo con el que hablaste en la procesión del Domingo de Ramos, no te acuerdas?, el de la banda municipal, que ha venido con sus padres para hacernos una visita... anda no seas mal educada y saludales como se te ha enseñado. En ese momento volvió en sí y les saludó bastante tímidamente y con algo de nerviosismo.
Anda hija, vistete y ve a enseñarle algo de la ciudad a nuestro huésped tan especial.
A ella se le abrió el mundo cuando escuchó por la boca de su madre algo semejante, cuando siempre tenía por costumbre mandarla a hacer recados cercanos al barrio, pero esta vez... esta vez había sido distinto¡¡¡
Se apresuro en vestirse, bajo al encuentro de Gustavo que estaba allí, en medio de esa fría sala, solo y sentadito esperándola, y al verla bajar rápidamente esa escalera se levanto, la agarro de la mano y le dijo... tranquila mi Sissy, no te vayas a caer. Ella se sonrrojó nuevamente y se fueron.
Mi marido bajó a la bodega a enseñarle unos vinos a los padres de este chico y yo me subí a la habitación para perfumarme un poco pero destapé con la mano la cortina de la ventana, la abrí y sin que me vieran hice un poco de chismosa, por así decirlo, y pude contemplar la estampa mas bonita que en mi vida había contemplado:
-Sabes que desde que te ví supe que ibas a ser mi princesita??
-Yo desde que te ví a ti como tocabas la trompeta me imagine que lo hacías solo para mí.
-Pues a partir de hoy si quieres, cada vez que toque algo en ella pensaré que lo estoy haciendo para mi princesa Sissy.
Se sonrojó a la par que le dedicó una sonrisa a modo de beso, se agarraron de la mano y caminaron rumbo a la plaza mientras que ella le cantaba esa canción que tanto le gustaba escuchar a todas horas:
-te la dedico mi amor bonito...pero no te rías ehhh que me enfado entonces¡¡¡
<< eyy¡¡¡ solo pienso en ti, juntos de la mano se les ve por el jardín, no puede haber nadie en este mundo tan feliz... eyy solo pienso en ti>>.
Me di la vuelta y esta vez dejé que se me escurrieran las lágrimas en mi camisón, porque aquella pequeña octomesina, con tantas limitaciónes en su vida diaria y que para sus padres era y seguía siendo la mejor niña del mundo, se estaba haciendo mayor, su primer amor.
Una sensación de alegría como no puede ser de otra forma pero también de tristeza y desasosiego por el miedo a dañar a su piedra preciosa que como tal, con un pequeño ligero golpe se la podría romper.
Pero era ley de vida para todo el mundo, para los buenos, los malos, los pobres, los ricos, los enfermos, los sanos... todos encuentran un roto para un descosido y mi Rosalía no podría ser menos.
La silueta de los dos amantes especiales se fue alejando por el parque y a mi se me acrecentaba el consuelo de pensar si verdaderamente el amor... ¿todo lo puede?.

"A todas aquellas personas que por un motivo u otro se sienten distintas hasta el punto de sufrir cualquier tipo de discriminación física o intelectual, van dirigidas mis palabras a modo de mensaje esperanzador, pues todos y cada uno de nosotros al margén de cualquier condición, tenemos mucho que aportarle al a vida, sin duda..."

miércoles, 17 de marzo de 2010

Cansado de soñar


A las 23.30 me disponía a coger las llaves del coche y hacer mi camino rutinario hasta llegar a mi casa, bueno, a casa de mis padres que es con quienes vivo.
Un saludo desde el balcón con la mano alzada y yo desde abajo, tiritando de frío le hago un gesto con mi cara de agradecimiento y enseguida me meto en el coche.
Estos momentos son cruciales: me enfundo el cinturón de seguridad, punto muerto, arranco, piso embrague poniendo la primera y poco a poco después de haber soltado el freno de mano voy haciendo que el coche vaya acoplándose a los que serán los próximos movimientos, que no serán pocos.
Seguidamente me voy alejando más y más aún de la casa de mi amigo para acercarme a un mundo en el que lo único que esta prohibido es...NO SOÑAR. Y es que hay gente que se pasa la vida soñando, otros que sueñan mas que viven pero bueno... en definitiva una vida sin sueños no podría ser llamada así... vida.
Voy circulando con el coche por los distintos lugares de Badajoz pues de noche, no se encuentra ningún alma por ellos y eso te hace grande, porque sientes que todo ese camino de cemento, todos esos artilugios que cambian el color de la bombillita en función de sus conveniencias... todo... esta a tu alcance y nada te molesta. Y sigues divagando a medida que te vas transportando tu solo con tu coche, en lo que en ese momento no te deja ni tan siquiera vivir, y no saber por donde tirar porque no tienes ese arrojo para poder pedir ayuda a quien crees que te la puede dar... no se.
El caso es que ahora está sonando Vanessa Martín en el radiocd de mi coche, y eso hace que pegue un frenazo fuerte y seco, me paro a escuchar una frase de una preciosa canción y me arrebata una lágrima de mis ojos por lo que me siento algo triste, sin ánimo a nada... pero es que yo, hoy por hoy estoy así.
Sueñas con ser un tío extraordinario, sueñas con tener los mejores amigos del mundo, sueñas con que vives en la mejor ciudad, que tu pareja te quiere, que tu familia te quiere, todos te quieren pero y yo??? Yo me tengo que creer todo eso que se dice a pies juntillas cuando no es así ni lo mas mínimo... es algo duro y que a los que somos demasiado sensibles, nos parten en dos. Quizá es que esa es mi realidad y me tengo que conformar tal y como venga sin rechistar, porque eso no esta muy bien visto... no lo sé
A mi me gustaría ser feliz, como a la mayoría de la gente que estamos en el mundo y bien es verdad que la felicidad no te llama un día a tu puerta y te dice: toc toc¡¡¡¡ soy doña felicity que vengo a por ti pues ya va siendo hora de que me encuentres... así es que aquí estoy....
En fin seguidores, seguidoras, y los que no lo sois también, este mensaje en tono un poco jocoso viene a decirnos que la vida esta llena de contrariedades y que algunos pensamos que todo lo que soñamos lo podemos conseguir... pues en mi caso y no es por querer ser aguafiestas os diré que hubiese prefiero no soñar nada de lo que pude conseguir por que sin duda alguna sigo siendo tanto o mas infeliz que antes.
No se oye nada por la calle mas que el ruido del motor de mi coche... freno, lo aparco y saco la llave. Abro la puerta sin ganas de querer volverme a reencontrar con ella.
Una puerta blanca con el pomo dorado y desgastado por el sol... me pongo a meter la llave en la ranura, y después de un segundo plasss¡¡¡¡ la puerta esta abierta y dentro de ella una gran oscuridad que se rompe con el ladrido de un pequeño perro, que esta ubicado en la cocina.
Seguidamente cierro la puerta, miro hacia el frente para tropezar con la oscuridad que inunda la sala y al encender una luz de uno de los pasillos me digo... Dios¡¡¡¡ estoy tan cansado de soñar...

lunes, 15 de marzo de 2010

Nuevos horizontes


Eran las 6.45 de la mañana y no parecía que el día fuese a ser mejor que el anterior. Ya no solamente porque no se divisaba ni un atisbo de luz solar sino porque sus ánimos estaban del mismo color gris oscuro que el paso de los segundos iba dejándose notar en el cielo.
Corrió la cortina con un movimiento rápido a la par que suave, al mismo tiempo que su acompañante de cama hacía un soniquete de respiraciones cuanto menos desagradables, pero no se podía esperar menos a juzgar por como era.
Respiró profundamente, cogió toda su ropa que divisó como pudo, teniendo en cuenta que aquella fría habitación estaba medio oscura y se dirigió a una puerta que sin saberlo a ciencia cierta era el pequeño baño.
Cerró la puerta igual de sigilosa que dejo entrar su silueta y se vistió. Se calzó sus sandalias de tacón desgastados por el uso desmesurado, al mismo tiempo que pensó que si quería huir sin dejar huella, mejor sería hacerlo con los pies desnudos.
Se incorporó y se sobresaltó al poder contemplar la imagen dantesca de sí misma que le proporcionaba el espejo de aquella alicatada y sucia pared.
En ese momento, una sensación incomoda, casi dolorosa le comenzó a arrugar las comisuras de los labios hasta tornar toda su cara en una tristeza profunda que casi estuvo a punto de arrebatarle alguna lágrima, pero la fuerza que en ese momento no supo de donde provenía, le hizo decirse... de casa se debe salir llorada¡¡¡.
A continuación sacó de su bolso azul turquesa, bastante llamativo, un bote redondo, lo destapó y comenzó a pulverizarse de una sustancia que sin duda mataría el buen gusto de cualquier dama refinada: Vamos a echarle perfume a esta mierda de vida¡¡¡.
Al salir del baño, aun se escuchaba al señor haciendo honor a sus dotes de sonidos roncos, se dirigió a la mesilla y cogió el dinero que tan merecido se había ganado. Volvió a respirar profundamente, cerró muy lentamente la puerta, se calzó nuevamente esos tacones desgastados y bajó la escalera, rumbo a su nueva rutina.
De camino a casa, más y más color gris a su alrededor, pero ahora con mucho frío, no solo frío físico, debido a que su trozo de vestido solo tapaba pequeñas partes de su piel, igual de desgastada que esos tacones con los que andaba... desgastadas por las manos de aquellos quienes pagaban por rebajar al máximo su condición de mujer, sino el frío de la vida que le hacía preguntarse... para qué fusilar el olvido, para qué si te pones a tiro... para qué andar descalza en el mundo, para qué rebajar la condena... para qué si te mata la pena, para qué echar perfume a la vida, para qué si te escuece la herida... te vas a quedar sin volver a soñar, para qué... para nada.
Son las 7.30, apenas hay un alma caminando por esa estrecha calle, y el único ruido que existe es el de los coches lejanos que se despiertan para llevar a sus dueños a sus lugares de trabajo, y el suave chancleteo que producen los pasos de esa mujer, cuya escuálida figura se va fundiendo junto a la espesa niebla. Y esa sensación agria que sintió en aquella casa, va dejando paso a una nueva... reflejando el anhelo de encontrar no muy tarde, una nueva vida y en definitiva... nuevos horizontes.

domingo, 14 de marzo de 2010

Retales de una vida


Me gusta perderme por estas cartulinas envejecidas y de color y olor a antiguo. Y es que en ellas veo reflejado mi pasado, mi presente y quizá como iba a estar marcado mi futuro.
Y si te paras a pensar, la vida de cada uno no dista mucho de lo que representa en realidad una de esas fotografías. Las hay pequeñitas, medianas, grandes como vidas de ese mismo tamaño existen.
Hoy me perdí en ellas, y me paré a divagar entre los recuerdos que cada una me transmitía. Curiosamente, cada recuerdo era un paso hacia adelante en la vida, una manera de aprender de los errores que se cometieron en su día, una forma de querer volver a vivir ese momento.
Todos necesitamos mirar atrás a veces, y estas hojas de cartón en blanco y negro ayudan bastante.
Afloran en ti sentimientos que se habían olvidado con el paso del tiempo, se habían oscurecido, ennegrecido, como esta foto que tengo en mi mano.
Salto de una hoja a otra de este álbum y es como si de un plumazo diera fin a cada época de mi vida dando sentido a ese dicho de que -la vida pasa en un suspiro-, y cuando menos te lo esperas ya estas peinando canas y si te descuidas formando parte del firmamento.
Mira como sonrío en esta foto... si es que estoy para comerme a mi mismo, y mírame ahora, tan crecido y tan poco gracioso... pero que le vamos a hacer.
Anda¡¡¡ una con mis padres, y que jóvenes, y que carcas ahora que se van haciendo mayores, pero cuanto miedo que desaparezcan para siempre, no lo quiero pensar. Vaya una foto de mis abuelos, estarán bien allá arriba?? Como ha pasado el tiempo... me gusta perderme entre este laberinto de cartón.
Pero bien es verdad, que las fotografías, son retales que vamos acumulando de nuestras vidas.