jueves, 29 de abril de 2010

A tientas por la vida


Se despierta casi de madrugada, cuando todavía el sol no ha hecho aparición, con el fin de señalar a todas las gentes que un nuevo día esta llegando, y que hay que trabajarlo.
Él no tiene prisa, vive en su mundo, y eso le da veda abierta para tomarse el tiempo como le venga en gana porque total... nadie le espera allá tras la puerta roja de metal.
Medio desaliñado, comienza a desincrustar sus frágiles huesos uno por uno y despegándolos de las ásperas sábanas que lo arroparon durante la noche tan fría. Y cuando parece ser que su escuálido cuerpo comienza a tener una forma un tanto más agradable... dentro de lo que cabe esperar... se le esboza una sonrisa y a uno de sus compañeros se la regala junto con un
-buenos días¡¡¡¡.
Después, coge su arrugado jersey de lana con un agujero bastante grande en una manga y se dispone a ponérselo. No se apura en que se lo vean los demás, pues los que son pobres no tienen tiempo ni para eso y tras ello cogió el pantalón vaquero marrón oscuro y se lo puso lo mas rápidamente. Se calzó sus sandalias y bajó a los baños.
Frente al espejo hubo un momento de silencio, como casi siempre, y una mirada reflejada en aquel marco reflectante que mostraba la figura de quien se estaba mirando... ese era él.
Por un momento comenzaron a atizarle por la cabeza pensamientos pasados de lo que no fue pero pudo haber sido, y eso era algo que le martirizaba siempre. Por ello, lejos de querer permanecer así por mas tiempo, abrió el grifo de agua fría, cogió sus manos ennegridas por la mugre y las llenó de ese agua cristalina para estampársela en su cara y así aullentar a aquellas ánimas que no hacían más que hundirle muchisimo. Pues él siempre hubiese querido ser ministro, abogado, policía o alguna profesión de las que daban popularidad a las personas, y lo único que consiguió fue transformarse en tan poco tiempo en un mísero mendigo.
De su bolsa sacó una pequeña bandejita de mantequilla, supuestamente robada del comedor del otro día, la puso al lado del lavabo, la abrió y seguidamente con los dos dedos tomo un trozo de esa grasa animal y como quien no quiere la cosa, comenzo a pasársela por todo el cuero cabelludo hasta hacer una especie de fijador del pelo... a mi parecer algo bastante repugnante pero que visto en su persona le hacía tener un pelo bastante brillante y firme... ahora entiendo porque se le acercaban todos los pájaros a picotearle su cabeza...
Sonó la señal de que todo aquél que estuviera en las dependencias tendría que dejarlas en menos de tres minutos... pero a él le sobraban por lo menos dos.
Cogió su petate y salio al vestíbulo... otra vez lloviendo, se dijo a sí mismo... y con las mismas, abrió un destartalado paraguas que encontraría en algún basurero y comenzo a andar por las calles de Badajoz. Había comenzado su andadura para ver si a la hora de la comida podría tener un trozo de pan que llevarse a la boca por lo menos.
Era curioso pues casi siempre que el señor, muy amablemente, le instaba a la persona para que le hiciera el favor de darle una pequeña aportación para comer y dicha instancia era denegada, se lo llevaban los demonios diciendo: jodidos drogatas, nos están rompiendo el negocio... Y es que él había sido de todo, desde que su mujer e hijos lo abandonaran por sus continuas adicciones al alcohol y por tanto la mala vida que les daba a su familia.
Siempre se atribuyó las culpas y eso le honra pero ahora va de buena gente, no tiene trabajo como la mayoría, y lo único que puede y sabe hacer es pedir por las calles.
Un día, de camino a algún caserón abandonado donde pudiera guarecerse del frío, cabizbajo y el semblante triste porque nadie le había echado una mano, se encontró con la figura de un animal que parecía ser un perro. Un perro que estaba el doble de escuálido que él y que parecía haber sufrido maltrato físico por algunos gamberros sin sentimiento alguno.
Le acercó un trozo de pan envuelto en papel de plata y el perro aun reacio, se fue acercando poco a poco hasta alcanzarlo y así pedir la mano de el señor para que le acariciase.
-Lo llamare pulgoso, aunque se que no es muy ideal pero me gusta ese nombre. Le puso una cuerda de tender la ropa sobre el cuello y comenzó a formar parte de la familia del señor.
En ese momento la sonrisa del mendigo se tornó mucho más brillante y esperanzadora al fin, puesto que hasta hacia pocas horas, había estado penando y mal viviendo solo y ahora al menos, ya tenía un compañero, pues a veces es mejor tener un animal a tu lado que alguién que se transforma en un animal con el tiempo. Comenzó a sentirse persona... comenzó a sentirse un señor.
Un señor que antaño quizá lo tuviera todo, un señor que seria la envidia de cuantos lo adoraban o aclamaban, un señor lleno de gentes que le querían... pero que hoy por hoy es un señor con un perro escuálido como él, y que va a tientas... por la vida

martes, 27 de abril de 2010

Aroma de olvido


Por la mañana muy temprano, ella mantenía la sonrisa bien puesta en su cara, con el fin de que ni el más fino brillante rayo de sol que osara entrar por entre la ventana de su habitación, le eclipsara parte de su gran belleza.
Y es que Cori, que así le llamaban las damiselas del pueblo, era de una belleza natural bastante increíble, y muy pocas veces se veía algo así por aquellos lugares.
Cuando salía a hacer algún mandado de la señora Cipriana, iba despidiendo a cada paso que daba, un olor a jazmines con toques de hierba recién cortada, que a la mayoría de las personas, sobre todo chicos, que se encontraban muy cercanos a ella, se quedaban obnubilados ante tal cuadro y lienzos tan perfectos, por así decirlo.
Cori, era la sobrina de una jornalera y de un pastor muy humildes de aquella zona de la sierra extremeña, y desde muy pequeña, por designios de Dios, hizo que llenara de alegría la chabola de sus dos tíos en lugar de la de sus padres biológicos, que sufrieron grandes atrocidades y murieron a manos de unos vándalos con ansias de hacer daño.
Al margen de ello, la chiquilla creció como cualquier otra niña de su edad, llena de todo el amor que le podían profesar sus padres adoptivos, es decir, sus tíos, y a medida que iba haciéndose algo mayor, éstos le fueron inculcando los valores esenciales para que en días venideros, pudiera comportarse como una señorita de bien, como se decía en aquella época.
No fue muy lista, pues tampoco los reales que entraban en aquella casa daban para gozar de la mejor educación posible y lo poco que ella supo, fue enseñado por las manos y bocas de sus tíos, por lo que las cuatro reglas principales si que las tenía bastante dominadas.
Cori, sabía más del campo, de como ordeñar vacas y ovejas, de cuando la leche se fermentaba para transformarla en quesos, sabía de que tipo de hierbas debían comer ciertos animales para enriquecer así su leche... pero a pesar de tener conocimiento de estos términos tan sumamente toscos para una señorita, su belleza y humildad hacía que todo pareciese nada a su alrededor.
Una mañana, muy temprano, Cori iba con un cántaro en la cabeza de camino a la fuente del pueblo a por agua fresca, ya que su tío tenia que aviarse para salir de pastoreo y en casa se había acabado.
Bajando la calle empedrada hasta la fuente no había nadie, solamente las casas cementadas, las losetas del suelo y la chica deseosa de llegar ya a su destino... cuando de pronto alzó la mirada y vio a un mozuelo que con cara y gesto bastante tímido, cogió su cubo y sin pronunciar media palabra se fue en dirección al castillo señorial del pueblo.
En los sucesivos días, Cori, estaba como tonta, como que todo le parecía encantador, hasta el panadero le metió cuatro bollos mohosos en la taleguilla y no hizo cuentas de ello... estaba enamorada¡¡
Pero apenas podía ser, pues ni tan siquiera habían hablado y aun así ella sentía un escalofrío intenso cuando por su mente se dibujaba la mirada de aquel chico con aspecto angelical y carácter tímido, y por ello decidió intentar saber quien era.
En la cena, la chica preguntó a su tío sobre quien era ese chico que solía ir a buscar agua a la fuente a la misma hora a la que iba ella. En general toda la conversación giró en torno a él a partir de la pregunta, puesto que le explicaron que era un chico muy adinerado, que nació en Francia a pesar de ser español y que estaba aquí por problema políticos en su país o algo así... cosa que nunca entendió Cori y tampoco hizo ningún ademán por querer entenderlo. Sus padres estaban viviendo aquí por miedo a volver a su país, o eso decían las malas lenguas, y por ello se estaban hospedando en el castillo señorial del pueblo, puesto que perteneció al abuelo del padre del chico. Vamos que en resumidas cuentas era un niño rico.
Al contarle esta historia a Cori, miro hacia abajo y se le desdibujo un atisbo de tristeza, puesto que si el pertenecía a una casta bastante más alta que ella, jamás querría ni tan siquiera mantener una conversación con una chica así... con una chica pobre.

Pasaron dos meses y la rutina era la de siempre, pero esta ver iba a pasar algo distinto a lo demás.
Cori, llegó antes que él a la fuente y con su cántaro metálico se dispuso a acercarlo al grifo de agua pero sus manos tan delicadas hacían que se le resbalara el recipiente, y por tanto el agua caía en todos los sitios menos en donde tenia que hacerlo.
Por detrás, comenzó a sentir un calor un tanto suave, como el que se desprende cuando estas siendo acompañada o una presencia extraña está en el mismo lugar sin que tu te des cuenta a priori. Y así es, porque alguien tomó la mano de Cori y la acerco junto al brazo de este alguien hacia el grifo apagado y una vez colocado todo, la presencia abrió el grifo y el agua caía velozmente hacia el cántaro de metal.
Se miraron, se sonrieron y se dijeron todo lo que se suele decir en estos momentos. Nunca llegaron más allá puesto que la inocencia de sus almas no les dejaban ver ese tipo de cuestiones y casi al final de la conversación, cuando el agua del cántaro ya estaba rebasándolo por completo, se sobresaltó cerrando el grifo y la imagen másculina se despidió de ella con un... mañana son las ferias del pueblo y me gustaría ir contigo, no acepto un no como respuesta, ponte lo mas guapa que puedas y te recogeré en la colina de los llorones. Se fue caminado rápido para su casa y Cori se quedo maravillada ante tal situación hasta que volvió en sí, y tan rauda y veloz igual que el chico del que todavía no sabia su nombre, despegó en una carrerilla hasta su humilde morada para hacer acopio de un bonito vestido que le sirviera para deslumbrar a tan señor lozano.
Después de la fiesta, llegó el primer beso, y después del primer beso llegaron las confidencias en días posteriores y alguna que otra discusión, pero es que así es como se forjan las mejores relaciones entre dos personas hasta llegar al amor puro.
Después de un año de complicidades varias, Cori estaba sentada en la piedra con forma de pico de águila a la espera de que su querido Saul, pues era así como se llamaba, llegara y le obsequiara con infinitos besos, caricias en el pelo y algún que otro presente que la naturaleza le ponía a sus pies.
Pero ese día no fue tan igual, no hubo presente y ni tan siquiera parecía que Saul estuviera presente a pesar de que su cuerpo si lo estaba.
Cori, abrumada, preguntó si existía algún motivo por el cual estuviera tan distante y tan poco cariñoso y la respuesta que le dio estoy seguro que era la última que ella hubiera querido escuchar, pues la dejo marcada tristemente para siempre... tenia que irse a luchar al frente en la guerra y no podía negarse.
Se juraron amor eterno, lloraron e incluso maldijeron a Dios porque tanta felicidad siempre traía consigo algo tan sumamente doloroso.
Se prometieron que jamás se olvidarían el uno del otro y que por nada del mundo dejarían de esperarse allá donde estuvieran... y al poco tiempo, el cogió su gran petate y ella tras la ventana sin abrirla demasiado, acercó su cara pálida y falta de consuelo, derramó una lágrima y con la mano abierta despidió timidamente a Saul, que montó en un carro verde y arrancó moviendose rápidamente y haciéndose mas pequeño cuanto más lejos corría y menos se escuchaba el motor.
Durante los años consecutivos, hubo mucha tinta en papel llegada a su destino y otra que no tuvo la suerte de llegar, hubo desesperación, enfermedades, desapariciones, y el cuerpo de Cori se iba transformando en una mujer mucho mas experimentada y cauta que la que años atrás dejó aquél chico tímido, tanto así, que ajena a lo que le depararía el porvenir y harta de estar esperando un imposible cedió ese amor a un comerciante de vinos que la pretendía desde hacía varios meses atrás y consiguió llevarla al altar.
Su vida era bastante acomodada y no le faltaba de nada pero cuando tenia un rato para ella sola, se sentaba en la cómoda y de entre los ovillos de lana, sacaba una caja de galletas de cartón un tanto deteriorada y de ahí extraía alguna foto que con mirada melancólica contemplaba tímidamente de su primer amor, quizá caído en la guerra tras no saber más nada de sus cartas.
El paso del tiempo, cruel y violento, hizo que la hermosa y maravillosa Cori se tornara envejecida y delirante en ocasiones, por lo que la poca familia que le quedaba, presos de la avaricia por el legado de la pareja y por tanto con ganas de pudrirse entre tantas monedas y billetes de papel, tuvieron que internarla en un hospicio para ancianos enfermos. Cori había perdido la memoria por momentos y ya no sabía ni tan siquiera quien era ella misma.

El tren de las 2.30 entraba por el anden de la estación en su momento justo y las gentes salían veloces con el fin de coger otro medio de transporte que las llevara a su lugar correspondiente.
Pero él no, puesto que a cada paso que daba, paso lento, se le iba haciendo un nudo mas fuerte en el corazón y los ojos se le cristalizaban mirando todo su alrededor... todo lo que él había pisado cuando era niño, todo lo que el había sentido y como no, su amor de siempre.
Aun le quedaba la esperanza de volver a encontrarla con vida, al menos...
Preguntó por la zona y casi nadie sabia decirle donde se encontraba pero una señora con aspecto de alcahueta le comentó que hacía unos días se llevaron a la casa de socorro a una mujer envejecida, dando gritos de desesperación y que cumplía las características de la mujer que él antes estaba describiendo a otra vecina del pueblo.
Sin más ni más salio para la casa de socorro y una vez allí, le mandaron ir al hospicio para señores mayores enfermos.
El pobre hombre temía por lo que se iba a encontrar, y estuvo esperando cuatro minutos... los cuatro minutos que más largos se le hicieron al viejo Saul hasta que por allí, en una silla de ruedas y con una señora de cofia blanca se venían acercando a paso ligero.
A la altura del señor Saul esa mujer con aspecto moribundo se le quedó mirando. Él se agachó para poderle dar un beso y en ese momento ella le poso su mano en la cara... olía a perfume de señor de bien y eso a ella le gustaba mucho. Le pregunto al mismo tiempo que quien era ese buen mozo que venía a verla. Él se maravilló porque muy poco quedó de aquel buen mozo, pero no solo por ello sino más bien porque daba la sensación de que no se acordaba de él, lo cual podría ser normal llevando tanto tiempo sin verse después de sus amargas despedidas.
Siguió tocándole la cara y el pelo mientras él la tomó del brazo y le dijo: soy yo, no me reconoces??, soy Saul¡¡.
Ella entonces empujó de muy mala forma a ese señor y dirigiendo su mirada a él le dijo a la señora con la cofia blanca: por favor lléveme de nuevo a mi habitación porque este que tengo aquí enfrente, es decir, tú...¡¡¡¡ tú no eres mi amado al que yo quise esperar toda la vida, al que yo prometí que jamás olvidaría... tu no eres quien yo quiero. Vámonos de aqui¡¡¡¡ Y entre sollozos delirantes, se fueron desapareciendo del lugar.
Saul salió cabizbajo del hospicio, aun a sabiendas de lo que se encontraría allá pero es que jamás pudo pensar que al irse tanto tiempo, todo su mundo se inundara de un aroma a veces cruel, que te rompe en dos... a un aroma de olvido.

domingo, 25 de abril de 2010

Un banco


Un banco, solitario, con aspecto oxidado de no haberse usado en años y cuyos atisbos de pose fueron las telarañas y las larvas de algunos gusanos y que hasta hace poco fue el testigo principal de cuantas y cuantas historias de aquellos que se atrevían a sentar sus posaderas y dejarlas descansar un tiempo no muy corto.
En la mañana del día 25 de Abril, Marina se disponía a salir temprano, a eso de las 8 de la mañana, y con pie ligero cogía el atajo más rápido que le llevara hasta aquel paraje apartado con un trono, según ella, en el medio.
Siempre era la misma tónica, se sacaba un pañuelo beige de su manga, lo estiraba todo lo posible y lo ponía a modo de cojín encima de mi lomo férreo oxidado. Seguidamente sacaba de su bolso un libro bastante grueso y comenzaba a plasmar sus ojos en él, sin importarle lo que hubiese a su alrededor en esos momentos, que para ella eran de evasión total. Hasta el punto que un día le intentaron robar el bolso y de hecho se lo llevaron junto con todas sus pertenencias... menudo cuadro fue aquél día.
Como cuadro, su vida, ya que esta chica fue la niña mimada de toda su familia hasta que comenzó a meterse en historias raras y la dejaron como imposible, por lo que se tuvo que unir a los únicos que jamás le regañarían, castigarían o incluso pegarían; que son sus libros.
Es una lectora empedernida, y te sabría decir todos los títulos de literatura española que me regalaba con su voz... ayyy si es que me siento tan afortunado siendo un banco...
Un día hizo algo que me pareció un tanto raro... y es que era bastante tarde, ya que la noche cubrió con su manto oscuro a la ciudad y parecía despejada, apenas había estrellas, y Marina, estaba sentada sobre mi lomo de hierro, llorando a moco tendido, desconsolada y sin ánimo de mucho más.
No me faltaron ganas para preguntarle el motivo de sus lágrimas y de sus sollozos tan tristes, pero en mis circunstancias no seria ni medio normal, siendo un banco, y hasta donde yo tengo entendido... los bancos no hablamos ni matamos de un susto a cualquiera... así es que obvie la posibilidad vislumbrando que no me enteraría jamás de lo que a esta chica le pasaría. Pero fue un craso error, porque con un movimiento firme y rápido se puso de pie y mirando al cielo oscuro desdibujó desde sus labios unas palabras que sonaban titubeantes en su boca, algo así como... te echo tanto de menos, necesito que estés conmigo, porque te fuiste y me dejaste sola de espíritu, me dejaste nada...
Eso fue lo último que escuché de esa preciosa mujerzuela, ya que pasaron varios días y meses y por allí solo solían aparecerse parejas en edad de mocearse y de conocerse en toda la plenitud que implica esa palabra, y yo hacía las veces de burdel improvisado con cama y todo.
Pero una tarde, soleada, vi como la figura de dos señoras de aspecto elegante y de elefantes, pues todo hay que decirlo, muy dichas en esto del cotilleo se disponían a que yo les sujetase sus enormes y orondos culos, y maldita sea la hora, pero así fue... casi dos horas aguantando insultos del lugar, de las gentes que formaban su barrio y lo que más me interesaba... de mi visitadora mas carismática y alegre de todas... de Marina.
Pues sabes que a la hija de doña Alfonsina se la han llevado a un internado para gente loca?... ayyy hija mía si eso era ya comidilla en todas las reuniones y se veía venir, estaba loca desde siempre, desde muy pequeña y esas cosas no se curan así como así, y por eso donde mejor podría estar es internada... que una loca suelta por el pueblo debe de ser muy peligroso, quita quita.
En ese momento, me dio lástima el no ser materia viva para estamparle mis 15 kilos de hierro en toda la cabeza a esas dos tipejas, pero como no me podía lamentar de lo imposible, solo sentí un escalofrío bastante fuerte debido a que mi amiga, la que sollozaba tanto por alguien, la que se enfadaba porque la habían abandonado... se estaba refiriendo a sí misma, a que sus adicciones le habían arrebatado la persona que antes era y que ya jamás volvería ni aun internándola en un sanatorio.
Un banco, a lo lejos ya oxidado, y que si de verdad pudieran hablar... la de cosas que descubrirían

viernes, 23 de abril de 2010

En blanco


Hoy no tengo ganas de subirme al mundo... es como que estoy un tanto dejado, o eso me parece a mi al menos.
Mi mente se ha bloqueado como cuando por un descuido un tanto torpe te olvidas tu código pin y no eres capaz de encender el teléfono móvil... pues en mi caso es lo mismo... no soy capaz de encender mi mente.
Es que si comparamos este blog con la vida de uno, es bastante complicado, puesto que originariamente es un regalo que se te concede, y esta virgen, pulcro, sin malicia alguna ni contratiempos. Y en esa blancura tan desmesurada debes empezar a llenarla toda entera de tus historias, tus alegrías, tus penas que son muchas y todo lo que se te pueda venir a la cabeza que creas que pueda al menos a los ojos del lector resultarle interesante antes del primer punto y aparte... para que así, éste no lo transforme en punto y final y a otra cosa mariposa.
Estoy en blanco, como al principio de esta página, y parece que las ideas que se me pasan por la cabeza no son tan buenas como para plasmarlas aquí, puesto que no son del todo alegres y ni tan siquiera sé si las quiero publicar aun así.
Me encantaría poder llenar todo este manto blanco de cosas que puedan interesar, cosas de mi vida personal que parezca atrayente pero es todo lo contrario y suena a dárselas uno de víctima, y sin duda alguna no me gusta el planteamiento.
No es una despedida, pero tampoco sé si es un hasta luego, hasta siempre o hasta mañana, ya que quizá puede que por ciencia infusa se me desbloquee el pin y pueda concederme el gusto de seguir marcando letras hasta configurar algo legible.
En fin, voy a dejar que los vientos de la desesperación y de la incertidumbre dejen de nublar mi mente por hoy, y espero poder tener algo muy pronto... porque esto de quedarse en blanco... ya no se lleva.

martes, 20 de abril de 2010

Matriuskas


En la lejana Rusia, se avecinaban nuevos y grandes cambios para la población que a duras penas lograban subsistir a costa de los enormes impuestos que el Zar les hacia pagar por ocupar parte de sus terrenos.
En toda esta algarabía que había suscitado tal nueva manera de vivir, existía en lo alto de la colina una pequeña casa que era dueña del herrero mas grosero que cualquiera podría echarse a la cara. Muchas personas preferían ir a pedir recado a otro señor que se encontraba en la aldea de al lado, antes que mediar media palabra con ese tipejo de aspecto temible y egocéntrico a la vez.
Según las malas lenguas del poblado, se enamoró de una cortesana bastante rica que provenía de Moscú pero la poca riqueza que el herrero le podía ofrecer a una dama de tal calibre hizo que ese amor se convirtiera poco a poco en desdicha hasta llegar al odio.
También, aunque es algo fuera de lugar, por aquel entonces en las zonas más oscuras y ocultas del pueblo, se solían reunir ciertas personas que a mi juicio no eran nada normales.
Iban vestidas con túnicas largas de color morado y portaban una cruz en sus manos además de un pequeño libro de oraciones. Se sentaban alrededor de lo que parecía un pequeño templo en donde se erigía la figura de ese herrero con aspecto apático.
Me asombré muchísimo, sobre todo porque ese señor era participe de un aquelarre de brujas y magos de la época y no tenían muy buenas intenciones.
Uno de aquellos que estaban concentrados alrededor de tal espectáculo, me comentó que llevaba una imagen de la mujer de la que se enamoró perdidamente y por no estar a su altura le dio calabazas, un lazo aterciopelado corto y de color amarillo y unas tijeras puntiagudas.
Supongo que para hacer algún ritual de magia negra, yo le pregunté, y me contestó lo siguiente:
-El herrero, al verse totalmente rechazado por la esbelta y bella mujer rusa, emprendió un odio casi mortífero y esta usando un hechizo para que jamás pueda ser feliz en los días que le queden junto a la persona que ella haya elegido. Y no sería solo un daño a su persona, sino a todas y cada una de las criaturas que engendrara fruto del pseudo amor de aquel que se convirtiera en su cortesano, viviendo las hermanas separadas una de las otras por siempre.
Pasaron muchos años y ya nada más se supo de aquel hombre con ínfulas de despecho y sin ánimo de volverse a enamorar, tanto así, que murió muy solo, víctima de su soledad y de su miserable envidia que le recomió todo su ser.
Silvera, la joven cortesana rica de Moscú, pasó a convertirse con los años en la mujer preferida del Zar que por aquellos años gobernaba toda la comunidad.
Para ella todo era felicidad y gozo junto a su futuro marido pero un día la pesadilla volvió a repetirse... Silvera estaba embarazada, y era un embarazo de alto riesgo porque venían tres criaturas a la vez.
Lejos de ser algo bendecido por el señor, les pareció una aberración pues se pretendía que la señora diera a luz al primogénito del Zar con el fin de seguir la estela de sus antepasados, pero al ser un parto múltiple y encima de hembras, seria una desgracia y un escándalo que no podría trascender mas allá de las fronteras de la corona y no se podía permitir.
En una noche tormentosa, se escuchaban gritos cada vez más acelerados, y la gente de palacio se agitaba más aun, corriendo con toallas y cubas de un lado para otro, intentando paliar el dolor que tanto le producía el ir sacando a cada ser de su propio ser, ajena a que esa seria la última vez que vería a sus criaturas cerca de ella.
Una vez que las tres niñas dieron su primer aliento de vida, fueron preparadas y un señor con bata blanca se las llevo... pese a los gritos de Silveria que quería verlas por ultima vez... a lo que se hizo caso omiso y desaparecieron con él.

Años después, en una colina no muy lejana estaba un pastor con su hermosa hija pastoreando sus ovejas y sus vacas... las pocas que podía tener con su miserable sueldo que apenas le daba para comer a él y a su hija. Su mujer murió de escorbuto, una terrible enfermedad, y no pudieron hacer nada por ella y desde entonces, como solía pasar siempre, la hija era la que se hacía cargo de todo.
Se llamaba María, un nombre bastante europeo para ser rusa, pero es que su padre amaba la cultura de aquel país... y sus mujeres también.
La chica tenia una mirada melancólica, como si le faltase saber algo de su vida pero que jamás nadie le dijo por miedo. Era bastante guapa y alta, con mejillas sonrosadas que daban la sensación de que a veces si se reía, se le ponían dos naranjas en cada mofletillo.
Una noche después de dar de comer a las vacas y de cenar a su padre, se retiró a sus aposentos y se sentó en la cama mirando hacia la ventana... y con esa mirada perdida hacia el horizonte de la colina, el dios del sueño comenzó a llamarla y se fue quedando dormida.
Estaba como en una habitación toda llena de mármol y justo enfrente había un pequeño atril de donde sobresalía la silueta de un señor con un traje bastante brillante. Levantó la mirada hacia la chica y le invitó a que se acercara. Ella muy confusa hizo lo que éste le ordenó y mirándola fijamente le dijo: eres igual que tu madre, y debes saber que tu, junto con tus dos hermanas, llegaréis a gobernar esta nación... reúnete con ellas en la posada Reig en Moscú... no lo olvides.
En ese momento, sudada, se despertó muy desorientada y con cara de no entender que pasaba aunque con un poco de felicidad porque había algo en ella que le decía que existía algo más que quería saber y por tanto debía ir al lugar citado.

A 40 kms de la comarca, cercano al camino de piedra que llevaba hasta Moscú, existía una posada donde la mayoría de los viandantes encontraba descanso de cualquier tipo y a cualquier precio... era una tasca de putas.
Entre estas mujeres lozanas y de poca moral, se encontraba una que era la peor de todas, la que se creía la dueña del cotarro y que cuando llegaba carne fresca en forma de mujer a trabajar, se lo ponía, muy pero muy difícil, tanto así que la mujer terminaba yéndose despavorida del lugar para gozo de Trinity.
Los deseos más perversos, lascibos y sexuales de cualquier hombre, de cualquier índole moral o inmoral, se hacían realidad tras el trabajado cuerpo de esta mujer.
Era la típica que adoraba el dinero fácil y le importaba muy poco bajar a los infiernos con un señor para así conseguirlo, como hacerlo subir hasta el infinito y más allá por la misma razón. Su niñez fue una novela de terror y de pena, lo que la hizo desembocar en un lugar así, lo cual para ella llegó a ser una bendición si lo comparaba con las temibles palizas que le propinaba su dueño. De ahí que su carácter se le endureciera hasta el punto de ser una bomba a punto de estallar con el mínimo desdén que se encontrara sobre su persona.
Una noche, un cliente se le puso un poco pesado y no tuvo más remedio que sacar sus armas para poder defenderse de las brutalidad que éste pretendía hacerla.
Sin mediar palabra, ella cogió una vara de roble que tenían detrás del lavabo y sin más preámbulos le comenzó a dar al señor mamporrazos hasta partirle los últimos seis dientes que le quedaba en la dentadura superior... que por cierto, eran de oro.
Eso fue motivo de despido para Trinity, que no opuso resistencia siempre que le pagaran sus honorarios, una miseria, pero no quería que nadie jugara con el dinero que le podría quitar de una noche de frío.
Y así salio, caminando en la oscuridad hasta llegar a un pequeño banco de madera donde el cansancio le pudo y se quedo dormida bajo un árbol. De pronto al cerrar los ojos vió como el árbol que la cobijaba le comienza a hablar y a decirla que no había mal que por bien no venga, puesto que ella pronto podría ser mucho más de lo que era ahora, que debía seguir el camino correcto y buscar a sus hermanas en la posada de Reig en Moscú. Poco después se despertó de nuevo y con una sonrisa entrecortada se quedó pensando porque habría soñado tal cosa.

La casa señorial de los Shyreik estaba de celebración puesto que una de sus hijas, la más culta, bondadosa, leal, fiel, comprometida con la vida y con el mundo, se iba a desposar con el hijo del alcalde de la zona... todo un acontecimiento.
Uskashy era también bastante tímida, y desde muy pequeña, sus padres se encargarón de que fuera una chica estudiosa, que se relacionase con las altas alcurnias de la nobleza rusa y con todo lo que para ella, según sus padres, le haria florecer más temprano que tarde.
Ella por el contrario, quería ser mucho más aventurera, viajar, conocer mundo, no hacer siempre lo que se suponía que se debía hacer y por tanto rebelarse contra el sistema y sobre todo contra sus padres, que esperaban de ella la hija modélica que nunca querría ser.
Una noche, después de una fuerte discusión con ellos, salió despavorida de la casa corriendo, de tal modo que tropezó contra una piedra y cayó a un hoyo bastante profundo.
Quedo inconsciente por unos minutos... lo suficiente como para divisar una pequeña estela de luz que emitía sonidos un tanto extraños y de los que se podia desdibujar una frase: reúnete con tus hermanas en la posada del Reig en Moscú.
A los dos segundos volvió en si, un poco magullada de la caída y se dirigía para casa, pero algo le corto el trayecto. Torcio su cuerpo y con paso ligero corrió rumbo a Moscú.

Una enorme y fria ciudad hizo que cada una de ellas, sin saber como y porque, terminasen sentadas juntas en una escalera alumbradas solamente por una farola que despedía una luz tenue.
En ese momento nadie se miró, nadie se habló, ni tan siquiera hubo gestos de complicidad ni de asombro por saber que hacian alli en realidad y quiénes eran cada una.
De momento, se apagó la luz y un aire frío y desolador irrumpió en aquella escalera ennegrecida por el tiempo, y después de una pequeña explosión de luz, aparecio lo que parecia la silueta de una señora bastante anciana, casi ancestral, subida a una silla de ruedas y con el pelo cano.
Se dirigió a las chicas que estaban bastante asombradas y lo único que pronunció antes de desaparecer fue la palabra. MATRIUSKAS¡¡¡¡¡
De nuevo se hizo la oscuridad, y esta vez las miradas de las hermanas se fueron regalando por todo el perímetro en donde se encontraban cada una, hasta que por fín Maria, en un alarde de sabiduría les pregunto a las dos chicas: como os llamais?, a lo que ellas respondieron sus respectivos nombres y de momento se le encendió la mirada feliz y radiante a aquella mujer, cuando al unir las primeras sílabas de sus nombres, formaban la palabra que la señora con aspecto viejo habia pronunciado.
-Claro, Ma (Marias) tri (Trinity) uskas (Uskasy), es decir, que nuestros nombres estan unidos para siempre, somos hermanas¡¡¡¡¡ y el destino,el más allá y seguramente nuestra madre han querido que después de los años nos volvamos a reencontrar y ocupar nuestro lugar.

Y así fue, antaño sus caminos fueron diferentes a la fuerza, pero la vida hizo que volvieran a reencontrarse con su pasado, un pasado que fue tumultuoso pero que se abría ante ellas un camino futuro muy grato, en el que jamás se separarían... como dice sus nombres Matriuskas... tres muñecas que no pueden faltarse una a la otra porque si asi fuera... la figura, perdería su encanto.

domingo, 18 de abril de 2010

Se les quiere tanto


Fue el mas rezagado de toda la camada de perritos, a los cuales su madre les brindó la oportunidad de pertenecer a la vida.
Estaban todos para comérselos, pero entre tanto sollozo, orejas mordidas y pelusilla primeriza de sus cuerpos yo me fije en uno que para mi fue el más especial de todos. Era de un tono marrón oscuro pero fusionado con un blanco bastante radiante, los ojuelos los tenia oscuros y unas orejas poco flexibles pero muy menudas. y sobre todo es que parecía simpático. No se, pero me gustaba ese perro y desde el momento que le vi, me dije, ese perro terminará conmigo, sin duda alguna.
Y así fue, gracias a que la madre de un amigo era la dueña de la perra encinta y encima de sus cachorros como era evidente, me regaló uno al cual le puse Silver, que viene a ser color plata en inglés.
Los primeros meses en casa fueron un caos completo, teniendo en cuenta que el cachorro en cuestión era un juguetón, que arramplaba con todo lo que su hocico era capaz de oler para después pasárselo a sus menudas fauces y retorcerlo como si se tratase de un majar exquisito, ajeno de que lo que podría estar comiéndose eran los calzoncillos usados que dejaron en el cesto del a ropa sucia... y como cosas de esas... miles.
Me hizo mucha compañía, lo quise como a uno mas, y yo no era persona de querer tener animales en mi propia casa debido al trabajo que te aportan, que en mi caso era demasiado. Lo sacaba a pasear muy a menudo pero cuando no podía hacerlo por causas importantes, al abrir la puerta con la llave me esperaba lo peor... la cada toda destrozada y oliendo a rayos.
Pero eso forma parte de lo malo que puede llegar a ser tener una mascota en tu casa pero no tiene nada de comparable como el quererla tanto, como el saber que notan cuando tu estas triste, alegre, melancólico, como simplemente te miran y están esperando un gesto de cariño y como cuando les regañas se entristecen agachando sus cabezas a modo de disculpa.
Y es que bien es verdad de que el perro es el mejor amigo del hombre porque ya les gustaría a más de uno o una poder llegar a ser igual de leal, franco, cariñoso como los perros.
A la salida del portal de mi casa, notaba como el perro se comportaba de una manera inquieta y nos invitaba a conocer sus queridísimos ladridos... irónicamente hablando... lo cual hizo crearme a mi una inquietud muy molesta. Tras la puerta del portal, Silver corría cuan potro desbocado, tanto así que me tiro la correa que le ataba y salio corriendo despavorido en dirección a una perra de su misma especie que estaba situada en la acera opuesta, por donde en el medio circulaban coches y demás, con tal mala pata que el perro se lanzo en el momento en que una moto a toda pastilla no pudo desviar a tiempo su trayectoria y se empotro contra el pobre animal firmando de ese modo su entrada al otro barrio.
En esos momentos yo me sentí morir, porque aunque parezca exagerado, todas las personas que hayan tenido animales y por algún casual pasaran por la misma situación lo entenderían, pues a mi me habían arrancando una parte de mi alma, de mi vida.
Estaba solito, formando parte del alquitrán oscuro y por un casual dándole color de un rozijo triste y fruto del dolor, de la agonía y de mi llanto desesperado por no querer que se me fuera.
Pero se fue, mi fiel amigo, quien nunca me falló, aquel a quien no metieron en un cohete espacial para finalmente hacerlo volar por los aires, como decía aquella canción de Mecano, esta vez si voló para no estar más a mi lado.
Se me acabo sentir su ladrido a veces molesto y a veces alegre de agradecimiento por estar echándole pienso o agua o sacándole al parque.
Quería tanto a mi perro, que no se si alguna vez tuviera otro, pero seguramente, y aunque las comparaciones son odiosas, no habrá ninguno como él ya que... se les quiere tanto.

viernes, 16 de abril de 2010

Mi voz, tu voz, nuestra voz


Voz, una palabra tan corta al pronunciarla pero tan larga en su esencia y de gran alcance...
Voz que atisba cariño a aquel que se siente necesitado de poseerlo.
Voz del necesitado que pide insistentemente la mano que le palie el hambre.
Voz del buen samaritano que apremia con víveres al desnutrido.
Voz del desnutrido que entona agradecimiento por dejar que pueda ver nacer otro día.
Voz del agradecido que canta su felicidad a los cuatro vientos.
Voz del viento que al rozar la ventana deja un silbante tono a enfado.
Voz del enfado conjunto hacia las penas que se palpan en un mundo sin apenas amor.
Voz de pena con ínfulas de lágrimas por el alma de aquel que quisiste y abandonó su cuerpo.
Voz de aquel que quisiste y que en su último aliento de vida, te regalo las dos palabras más sinceras que jamás habías escuchado antes.
Voz del regalo que sin tener voz propia, te robó tu voz ante tal detalle.
Voz robada de aquellos que quieren alzarla y la oprimen sin perdón alguno.
Voz de aquellos que quieren alzarla a cualquier precio, de oriente a occidente, y que todas se unen para un mismo fin.
Voz unida a todas aquellas voces que forman un grito contra los que quieren apagarlas a fuerza de durezas, palos y muerte.
Voz de quienes quieren apagar las esperanzas de una vida mejor.
Voz de esperanza, de grandeza, de bienvenida a la vida.
Voz de bienvenida a la vida, temprana, de quien por primera vez la desgrana de un papel celofán para arrebatarnos una sonrisa.
...Voces maduras, añejas, afinadas, desafinadas, tristes, alegres, intransigentes, permisivas, duras, blandas, moduladas, calladas, rasgadas, titubeantes, raras, entendibles... todas las que forman parte del mundo, ¡¡felicidades!! porque hoy es tu fiesta... hoy 16 de abril, es el día mundial de mi voz, tu voz, nuestra voz.

jueves, 15 de abril de 2010

Carta ¿de amor?


Querida Elvira...
el motivo de esta carta es para comunicarte algo que llevo muy dentro desde hace mucho tiempo y que sin duda alguna, ahora es el momento de sacarlo para afuera, aunque sea en forma de letras unidas por palabras.
Desde que te conocí, paseando por una de las callejuelas del pueblo, con la cesta de mimbre en el brazo y esa melena al viento medio recogida con una cinta de color amarillo, me cautivaste, e hiciste crecer en mi unos sentimientos que jamás había experimentado con ninguna otra chica del lugar.
Se que tú eres de una familia bien, de rancio abolengo y yo poco te puedo ofrecer más que mi guitarra, mis composiciones de poca monta y mi sonrisa imborrable al interpretarlas. Pues desde hace mucho tiempo, mi sintonía tiene olor a tu persona, mi querida Elvira.
Vivo de una manera poco acomodada, y si me apuras, a veces tengo que conformarme con un mendrugo de pan seco y añejo de días anteriores para poder alimentarme o más bien... engañar el ansia de tener alimento en mi estómago.
Pero me considero una persona afable, querida por casi todos los habitantes, y me adora alguna que otra jovenzuela, solo que mis ojos se fueron marcados por la belleza de los suyos, mujer.
Por favor, diga que si a hacernos felices los dos, a dejar de lado las comodidades impuestas para dar la bienvenida a las nuestras propias. Su sonrisa me enamora cada vez que consigo observarla, y no puedo estar imaginandomela toda la vida.
Bueno, no quiero entretenerla más porque seguro que esta carta caerá en saco roto y ni tan siquiera tendrá usted tiempo para leerla, pero quiero que tenga en cuenta que si en algún momento se reaviva en usted un pequeño atisbo de curiosidad hacia mi persona, abra la carta, leala y saque las conclusiones que usted crea necesario. La estaré esperando impacientemente.
Muy atentamente... Luis

A los pocos días, Luis recibió a alguien en su puerta que la golpeaba de forma insistente, pero cuando la abrió, un atisbo de sorpresa se le apareció por momentos llenándole de al menos incertidumbre y alegría.
Se sentó en una pequeña mesita junto a la ventana de la casa, que es donde mas luz del día se proyectaba y la abrió de una forma tiritante.
Al tomarla en sus manos su cara alegre se le transformó en una faz un tanto distinta, más como de desconcierto y no saber que hacer con el papel que tenia en sus manos.
Al tacto, era bastante basto y se podían divisar diminutos bultitos en el papel situados de manera simétrica... era como si estuvieran escritos en otra lengua que él por supuesto no conocía.
Se vistió como pudo, se sentó en su silla de ruedas y se fue a rodar por las calles del pueblo para la oficina de correos a preguntarle si alguien le podría ayudar.
Una funcionaria muy maja, al menos de apariencia, se le acercó y al exponerle éste lo que le ocurría con el papel que llevaba en sus manos la chica se sonrió, y le explicó el motivo: el mandatario de esta carta utiliza el sistema de escritura braille, que es el equivalente al nuestro... y aun a Luis se le seguía quedando esa cara un tanto ridícula de no haberse enterado de nada de lo que la muy amable mujer le explicaba...
A ver, para que usted lo entienda señor, el mandatario de esta carta es invidente, y por tanto no utiliza la misma manera de escribir que tenemos nosotros. Y si usted quiere, por un módico precio de cuarenta pesetas mi interprete se la leerá.
El pobre chico, hizo acopio de todos los duros que llevaba en la cartera medio deshilanchada y como pudo le entregó el dinero a otro señor que parecía bastante serio.
Comenzó a leer a la vez que miraba fijamente a los ojos de Luis, como queriendo requerir su máxima atención puesto que no la volvería a leer otra vez más, si no era a golpe de duros, claro esta...

Querido señor Luis, le pido mis disculpas por no haberle escrito lo antes posible pero mis quehaceres me lo han impedido hasta ahora que tuve un ratito corto. Sinceramente, yo no se si sea la persona que usted anda buscando y pido que me perdone de antemano por el término utilizado anteriormente pues, demás es sabido que usted se desplaza gracias a una silla con dos grandes ruedas a los lados de ella, una lástima pero que usted ha sabido remontar con mucha fuerza y que por tanto yo jamás querría frivolizar con algo así en mis palabras, sin duda.
Soy una chica que siempre ha tenido que hacer lo que querían mis mayores, no he tenido vida, siempre me he sentido una marioneta de todo y todos, tanto así, que cuando salía a pasear por el parque, ni tan siquiera mi limitada capacidad de ver les ablandaba los corazones a aquellos que intentaban sobreprotegerme y hacían que su soga fuera mucho menos fuerte.
Yo nací siendo ciega, y ciega moriré, y me apena que lo tenga que hacer sin nadie a mi lado, pero no puedo pedirle, que se haga cargo de mi vida porque no es lo más justo y lo más importante, porque no quiero estar al lado de un solo recuerdo de mi imaginación.
Pues es muy triste para usted no poder correr por los prados y bosques lo que para mi no poder verlos ni sentirlos plenamente.
No podría aguantar el no saber a ciencia cierta como es la maravillosa persona que debe de ser, para querer tomarme como esposa e imaginarmelo como un holograma de sí mismo.
Lo que si le puedo ofrecer es una infinita amistad e instarle a visitarme cuando usted crea conveniente a casa de mis padres que son con los que yo vivo, y supongo que viviré siempre.
Gracias Luis y muchos abrazos.

Casi inmóvil, hizo acopio de su entereza que casi le traiciona para hacerle que se le escapara una lágrima. Agarró las ruedas con firmeza y fuerza y se fue alejando del pasillo de la oficina donde le habían dado calabazas por así decirlo.

Y es que a veces, el amor es correspondido, a veces no, a veces se duda, y a veces el camino de las adversidades hace que unos se crezcan y otros... como en este caso, no vean mas allá de sus desgracias y dejen escapar una vida que prometía ser... y no fue.

miércoles, 14 de abril de 2010

Amigo



Hoy por hoy, esa palabra que escuchamos decir a la ligera es bastante curiosa. La utilizamos para toda clase de manifestación social, para cualquier acercamiento entre personas e incluso cuando dicho acercamiento es totalmente efímero. Es un lástima puesto que para mi, la palabra "amigo" entraña tras de sí muchos valores que parece ser que hoy en día están cotizados a la baja y por tanto no se toman tanto en cuenta.

Hará unos cinco años aproximadamente, yo estaba pasando un época un tanto peor que la de ahora pero bueno, siempre me quedaba tiempo para intentar pensar que detrás de mis cuatro paredes había vida, había algo ahí afuera que me estaba esperando y que indudablemente si yo no hacia acopio de dar un pequeño paso, no podría descubrirlo.
Fue una tarde, un tanto gris, pero allí estaba... yo con una gabardina corta en tonos negros y un jersey de cuello alto de color vino tinto, apoyado en lo que había quedado de pie de una tienda de videojuegos totalmente calcinada por el fuego, que unos gamberros propiciaron el día anterior.
Yo no sabia que es lo que me iba a encontrar, y eso me hacia sentirme un poco mas nervioso que de costumbre, cosa rara en mi, pero es que tenia miedo de no caer bien a esa persona o de que no le gustara mi forma de ser... no se, hay tanto raro y rara por ahí.
Ví por la otra acera, un señor atabiado con una chaqueta, una camisa y unas curiosas gafas. Con su media melena peinada al acercarse a mi, puesto que parecía que él tenia muy claro quien era yo, me preguntó sonriendo: eres Sergio?? a lo que como no podría ser de otro modo yo contesté que si, y lo que vino después fue mucho mas curioso aún cuando me propuso ir con él a buscar una impresora a un centro comercial puesto que la suya no tenia arreglo ya.
Ese fue el pistoletazo de salida a algo que yo si puedo considerar hoy por hoy que es una amistad bastante bien labrada. Porque aunque os parezca tópico esto de tener un amigo es algo maravilloso, y no os exagero.
Con esta persona he comprendido todos sus valores, toda su sencillez, toda su generosidad y la paciencia que a veces ha tenido conmigo, pero lo bueno de todo ello es que aunque a veces nos enfadamos, sabemos que estamos el uno y el otro ahí... juntos.
Hemos sabido entendernos, escucharnos y comprendernos, que desde mi punto de vista es la base cimentada para que una amistad continue hacia arriba.
Es una relación un tanto especial y jamás pensé que mi pieza de puzzle pudiera casar con otra pieza de puzzle tan diferente a mi.
En estos tiempos que corren, en donde nadie hace nada por nada, en donde solemos mirarnos el ombligo para obviar los problemas que sufren los que nos rodean, y en donde la palabra amistad se toma de manera liviana y poco seria, yo me puedo dar con el canto en los dientes puesto que he conseguido a mi mejor amigo, y eso para mi... es el mejor regalo. GRACIAS POR SER MI AMIGO

martes, 13 de abril de 2010

Fuera de lugar


Son las 23.30 del día 12 de abril, y dando vueltas por la ciudad en el coche, con música de fondo, tengo muy presente a cada paso que voy dando, que estoy como fuera de sitio.
No se si alguna vez a vosotros os habrá pasado, pero en mi caso es bastante extraño puesto que sé que me esta abrigando mi ciudad con sus zonas ajardinadas, farolas con luz naranja, sus pisos de no más de doce plantas de altura y sus caminos y bifurcaciones para ir a diferentes lugares... pero a mi, me invita a tener un sabor amargo, triste, y sin mucho sentido.
Hoy todas las canciones me suenan a lo mismo, mis ojos lo ven todo de un color no muy claro y la verdad es que no sé si me apetece que lo vean de otro modo.
Me pregunto si este tren pasara de largo con sus enormes y largos vagones lo antes posible, o si por el contrario se quedará repostando en la estación de mi persona a costa de mi desconcierto y tristeza un tanto permamente.
Hoy mis letras no son tampoco muy alentadoras, y como casi siempre tienen un toque agridulce, pero los acontecimientos tampoco invitan a mirar a otro lado y fingir lo que no se siente en realidad... a mi al menos no.
Todo se va moviendo a mi alrededor, la gente, sus problemas, la familia, las idas y venidas, la vida con su ciclo, las nubes buscando unirse con otras tantas para formar una borrasca... todo sigue un camino muy estudiado, pero yo sigo igual que siempre... bastante quieto e inmóvil casi en estado depresivo permanentemente.
Apenas escribo sobre mi en primera persona, pero esta vez quería también tener sitio en este blog puesto que sin duda alguna formo parte de él como todas las personas que lo estáis al menos ojeando o leyendo.
No se si esto sera una llamada de atención un tanto medio pública,lo cual sería lógico pero nunca me ha gustado destacar en nada y mucho menos con mis pequeñas cosas desagradables, ni tan siquiera se si es correcto que lo haya escrito refiriéndome a mi mismo, no se si lo que pretendo es dar pena... pero lo que si se es que hoy por hoy vivo bajo una nube negra, que por mas que grito no se va y eso me hace circular por mi ciudad, arroparme por sus calles, avenidas y plazas y aun así... sentirme fuera de lugar.

domingo, 11 de abril de 2010

Hoy la cama estaba vacía



Hoy la cama estaba vacía... y todo anda revuelto; lo que se ve y lo que no se ve.
Intentas hacer balance de toda una vida y eso es lo que da miedo, que quede en eso ya... en un solo recuerdo de todo.
Hoy la vida se ha ennegrecido, hay un rumor de lágrima viva recorriendo mis ojos, y se quiere dejar ver muy de vez en cuando, casi con asiduidad.
Huele a tristeza, a miedo a perder, a sufrir, a quedarse en el camino, a que le quede poco para acabarlo.
Es un escalofrío intenso de saber que el que está, ya no volverá y si por un casual lo hiciese, ese... ya no sería el mismo, si en esencia, pero no en hombre.
Se nos fue deteriorando poco a poco, como mis ilusiones, como mis ganas de seguir adelante, ajeno a que en realidad mi sufrimiento era compartido, sin saberlo... sin quererlo.
Hoy no quiero verlo, no quiero ver la sombra de la muerte vagando detrás de la persona que he querido tanto, en silencio... pero así ha sido. Me apena y me desconcierta... pues no soy fuerte para verle decaer por momentos, y ser testigo de como por la boca se le va deshaciendo su vida, a trocitos muy pequeños... trocitos que somos nosotros, los que le queremos, los que nos quedamos, los que sufriremos y le pensaremos recordándolo.
No quiero gritar, ni dar pena, ni tan siquiera necesito que me consuele nadie porque a estas alturas eso está demás ya, igual porque tampoco es que exista consuelo alguno.
Quiero oírle canturrear, escuchar la radio, enfadarse, reírse, ponerse su boina y con su palillo en la boca verle andando por la calle, como antes...eso es lo que yo quiero. Pero también deseo resignarme a echarle de menos...
Curioso... echarle de menos si aún no se ha ido, pero ya ves... entré, abrí la puerta y hoy... hoy la cama estaba vacía y no se si será por un hasta nunca...un hasta pronto o... un hasta siempre.

sábado, 10 de abril de 2010

Aires a nuevo



Se cerró el capítulo mojado y tornado de un color oscuro para dar vuelta a la hoja y encontrarnos con otro muy distinto... uno en el que se ve claramente el fulgor de sus colores vivos, verdosos, azulados, que conforman lo que va siendo un paisaje de esta época del año... ya llega un aire nuevo... llegó la primavera. Adormecida desde hace mucho tiempo, este año le costó despertarse antes, cuán perezosa, pero el ciclo de la vida es muy sabio y se le acabó el descanso para alegría de muchos y pena de otros.
Y con ella, parece ser que se deja ver la ranura por la que circulan todos aquellos designios y hechizos que si tienes la suerte de encontrarte con ellos, en menos que canta un gallo acabarás rendido a los pies de una princesita o viceversa... es época del amor, como no podría ser de otra forma.
Para otros, la ranura se torna de un color un tanto menos claro, puesto que por ella se dejan escapar las pequeñas partículas de los néctares de los abanicos que llenan nuestros bosques y prados de color... las flores... y que para algún que otro ser viviente, es foco de estornudos, lagrimeos sin sentido y malestar general... la temida alergia.
Es la estación del año en donde podemos ver como las gentes de una ciudad, salen de sus madrigueras donde han estado resguardandose del duro invierno, e intentar volver a comenzar lo que dejaron de hacer allá cuando finalizaba el estío.
Se adora al sol e invita a que se quede más tiempo con nosotros, y que el cruel reloj con sus maléficas manecillas, no lleve a cabo el adormecimiento de la gran esfera dorada para dejar paso a la querida luna en su oscuro manto. Es curioso ver, como a la mayoría de la gente se les desfigura el semblante a una felicidad mayor, que cuando estaban sumidos en la tristeza profunda que a algunos les produce ser víctimas del dios del frío.
Y es que la primavera, no solo la sangre altera, sino también las ganas de seguir avanzando, porque es el preludio del comienzo del fin de un ciclo con la suma esperanza del que próximo sea muchisimo mejor si cabe.
Hoy, me llega a mis sentidos un olor a aires a nuevo... un olor a primavera

jueves, 8 de abril de 2010

Acera


Aceras... trozos de cemento pavimentados que dibujan la ciudad en tonos grises y otros colores menos vivos.
Hileras de ladrillos que casi rozan el infinito y que a simple vista no sirven para mucho, pero sin duda alguna son el soporte de muchas de nuestras frustraciones, alegrías, penas, problemas. Nuestros primeros pasos que nos conducen a la VIDA¡¡¡
Ese trozo de piedra manufacturado que ve en sus duras noches como la gente, sin ningún tipo de reparo, postra contra ella todo aquello que no quiere en ese momento. O bien, amiga acera, como sirves de aposento para el transeúnte a quién la noche le ha venido a visitar y no tiene donde resguardarse mas que en tu dura mano empedrada.
Acera pobre... que desembocas en los lugares mas recónditos de la ciudad, y fiel a tu silencio, escuchas penurias, enfrentamientos, disputas de las personas que aun no saben que es vivir en paz.
Acera con olor a antiguo... que fuiste cómplice de los juegos de antaño y sufriste las embestidas del tiempo y sus acontecimientos, producto de todo ello en tus losetas ennegrecidas y derrotadas.
Acera con olor a campo... lejos de la intranquilidad y desasosiego diario, víctima de la paz desmesurada y de sus verdes paisajes que la rodean, campechana como sus gentes.
Acera rica... que paseas brillante y altiva tu majestuosidad, pues eres punto de partida de los grandes edificios que tu soportas y que sin duda alguna te regalan sus buenas pisadas.
Acera... simplemente acera, que eres testigo mudo de la calle, cuando se levanta y cuando se acuesta, pues eres la que primero esta afuera, esperando que llegues... es la gran madrugadora.
Aquella que nos resguarda de la llamada de la temible muerte, cuando por sus cercanías se acerca raudo y veloz un coche con posibilidad de poner fin a tu existencia, y esta aquí, la amiga acera, que pareciera que te quisiera envolver entre sus grandes brazos para que eso no ocurra.
La acera misteriosa, la que es cómplice del amor de dos chavales que se están manifestando cariño sobre su pavimento.
Lugar de descanso para las sombras de los arboles, señales o farolas que con la luz del sol son reflejados en la inmensidad de su suelo acerado.
Aceras que dan calor, que dan frío, aceras aterradoras y encantadoras...
Aceras vestidas con sendos trajes de papel y semillas de flores, que se mezclan con el olor desagradable de la mierda de perro del señor tan mal educado.
Empedrados que te embarcan al dilema de que camino seguir, de que acera sera la que al caminar con pasos firmes y sinceros me lleve por el buen camino, me lleve a la felicidad.
Aceras que con el paso del tiempo siguen manteniendo esa nostalgia y esa magia, de hacerte recordar momentos maravillosos en el momento que te sitúas sobre ella.
Frío pavimento gris, que poco en cuenta se te tiene, pues eres el último eslabón de una cadena en la que tú no mereces la pena... pero no sabe el necio que sin ti... jamás habría calles, rascacielos, tiendas... que tú, grandiosa acera cementada, eres la válvula, arteria y vena de toda grande o pequeña urbe y que sin ti... acera del tiempo... mi ciudad no existiría.

lunes, 5 de abril de 2010

Amor infectado


1.30 de la madrugada...
Pablo, despierta... es que no me ves???¡¡¡¡¡...
En ese preciso momento los ojos del chico comenzaron a abrir sus puertas al paisaje tan desolador que se encontraba a su alrededor.
Tan maravillado, se sentó en su cama, envuelto en un charco de sudor desde la cabeza a los pies, y giraba lentamente la cabeza en dirección a la voz de ultratumba que le llamaba e instauraba a que se despertara.
Todo lo que había allí, en esa habitación, se había convertido en un profundo paraje lleno de nubes negras que enmarañaban el colorido que otras veces poseía su recámara.
Nervioso, posó sobresaltado sus pies descalzos en el suelo y cual fue su sorpresa de que no había suelo, es decir, que las paredes, el suelo y el techo se habían hecho uno, un mismo elemento, un mismo color, una misma desolación de color negro intenso, y en el medio de toda esa magnitud estremecedora se encontraba el asustado y alicaído Pablo.
Como bien pudo, comenzó a adelantar un pie sobre el otro de forma constante, pues casi se le había olvidado caminar a sus 35 años que tenía, y en su mente tenía claro que algo no era normal allí.
No pudo dar más de tres pasos seguidos cuando escuchó un estruendo que parecía provenir de su armario sumido en la mas profunda negrura, y que formaba parte de ese paisaje tan terrorífico que estaba contemplando Pablo.
De pronto las dos puertas del armario se abrieron dando un gran estruendo las dos a la vez y hubo un momento de silencio que casi cortaba la respiración del chico.
A los pocos segundos de abrirse, comenzó a desdibujarse una figura un tanto extraña que con los hilos de luz que comenzaron a salir por arte de magia ante tanta oscuridad, invitaban a observar una silueta parecida a la de un puma o algún animal salvaje.
Pablo, cada vez más se ponía nervioso, ajeno a lo que le podría estar ocurriendo, si es que en realidad estaba soñando... y gritó, tu quien coño eres??
Y esa cosa, al oír su voz pego un salto sobre el aterrorizado chaval, que en menos de dos segundos se vio aprisionado entre las cuatro patas de lo que parecía un puma cruzado con un asqueroso reptil. Tenía los ojos dilatados, casi de un color rojo sus pupilas, estaba bastante escuálido, mas bien en estado moribundo, y se le veían marcas por todas las extremedidades, además de que apenas se atisbaba un poco de pelo en su flaco lomo... pareciera como estar enfermo...
El ser, al escuchar la pregunta no titubeo ni un momento en contestarle... -lástima que no me reconozcas Pablo, porque soy TÚ, esto que ves, eres tú hoy en día, y ya no hay vuelta atrás. Pegando un rugido que casi estremeció a Pablo se dio la vuelta y se sentó en la cama.
-Pero que dices?, que es esto?, una pesadilla? no debí beber tanto anoche porque me estoy emparanoiando y veo cosas que no son.
El puma escuálido se giró y con una gran sonrisa le increpó al decirle que no estaba soñando, que era real como la vida misma... su vida misma que él decidió vivir.
-Tengo una misión que me ha sido encomendada desde las penumbras y he de cumplirla contigo, Pablo.
Esas palabras no comenzaron a gustarle mucho al chico que de puro nervio comenzo a tiritar.
El león escuálido se le puso al lado y del otro extremo de la sala negra en la que estaban, se dibujo una puerta bastante mugrienta que no tardo en abrirse.
-Debo llevarte entre los nuestros, porque tu vida aquí ya terminó. Los excesos, tu falta de preservar tu vida intima, tu alocada promiscuidad y tus vicios mas ocultos con todo tipo de sustancias han originado que tú, ya no seas digno de pertenecer al mundo de los vivos.
En ese momento a paso suave, Pablo y el puma llegaron a la puerta y tras entrar en ella.. se cerro de golpe...

11.45 de la mañana...
...y como todas las mañanas Marta llama a su novio Pablo para ver si ha despertado y se prepara para ir a la terapia. Le extraña esta vez que no le coja el teléfono a la primera, pero supuso que anoche se liaría de copichuelas con sus compañeros del camión.

A las 12.30, Marta recibe un sms a su móvil que parece ser que es del padre de Pablo, instándole a que vaya a la casa lo antes posible... y no dice más.
Ella ni corta ni perezosa sale de la peluquería en la que trabaja rumbo a casa de Pablo.
En el coche le espera una cadena de vehículos que le alimentan más la incertidumbre de saber que pasará puesto que las demás personas a las que podría llamar para preguntar, tienen el teléfono apagado o fuera de cobertura... extraña coincidencia.
Se va poniendo cada vez más nerviosa y se espera lo peor, pero es cuando llega a casa de los padres de Pablo, aparca el coche bajo la encina y sale de él siendole confirmado su terror.
La madre, envuelta en un dolor inmenso, al ver allí a la chica se abalanzó violentamente hacia ella y le dijo con voz amarga... -tú me lo has matado, sal de mi casa, escoria¡¡¡¡
Marta no sabe como reaccionar pues sus ojos cada vez le van brillando más para dejar paso a lágrimas de dolor, porque lo que vio en la habitación de Pablo fue lo que se temía... había muerto.
Preguntó a un médico que estaba preparando al joven chaval que yacía en la habitación semidesnudo, pues que había pasado, y éste le contestó que su cuerpo no había aguantado la carga retroviral de la medicación y que eso lo fulminó.
Ella salió de la casa sin ningún consuelo y con un puñal clavado en el pecho de manera simbólica, aunque sentía el mismo dolor frío y seco a la vez, y se decía continuamente... el me enamoró y me dio la vida y yo se lo pagué matándolo... con mi amor infectado.

sábado, 3 de abril de 2010

Camino del olvido


Abuela, te encuentras bien?... El campo esta verde este año verdad señora María?...
Ese diálogo entre nieto y abuela, que a simple vista parecía una conversación sacada de la mejor comedia que uno pueda mirar en televisión, fue el preludio de un camino anunciado.
Un camino en el que a cada paso que se iba dando, cruel el día, se iba desmoronando en la mente de doña Faustina.
Llegó a la vida envuelta en pañales de algodón, aunque la guerra y la desolación la llevarían pronto por otros derroteros muy distintos. Sufrió lo insufrible pero también tuvo tiempo para cultivar sus conocimientos en arte, ya que de joven quería ser actriz, cosa muy común en las señoritas de la época, solo que por aquellos días, esa profesión estaba más encuadrada a jovenzuelas de poca monta y de mala vida... craso error.
Tuvo que conformarse con ir a servir a casa de unos señores muy ricos en una pequeña localidad cercana a la ciudad, en dónde hacía las veces de niñera e incluso de confidente del infeliz del patrón, dejando a la señora patrona sola mientras que él se iba de picos pardos con unas y con otras a fundirse toda la poca felicidad que le pudiera quedar en la cartera.
Faustina, bebía los vientos por el cocinero, que pertenecía a una familia bastante adinerada de Francia, pero el problema le venía cuando ella quería dar el paso de acercarse más a él entre puchero y lozas que fregar, y sin ánimo de ofender, él la apartaba sin darle ni tan siquiera una mínima explicación.
Pero, el tiempo, que en este caso fue sabio, se puso de parte de Faustina y el cocinero no tuvo más remedio que rendirse a los encantos de esa joven con pelo lacio y ojos morenos... Vamos a la vicaria¡¡¡¡ dijo con voz autoritaria ella y así fue. Se casaron y trajeron al mundo dos ojos azules en una preciosa mujer en un corto espacio de tiempo.
Con todo ello, creyeron que lo mejor de todo era salir del pueblo que les vio enamorarse e irse a la ciudad, puesto que les podría ofrecer otra vida mucho mejor que la que posíblemente les diera el pueblo.
Ella se convirtió en una buena ama de casa, madre y esposa mientras que él se jugaba la vida como militar.
El paso del tiempo, como siempre, hizo que Faustina tuviera que soportar una dura cruz en forma de pena para el resto de su vida, pues su marido desapareció víctima de tuberculosis en la contienda y con él se llevo todo el amor que se habían dado mutuamente.
Eso la sumió en una profunda depresión que solo se difuminó en el momento de la llegada de su primer nieto.
Jorge, en honor a su abuelo, el que seguro que llegaría a Ministro según su abuela y que quería con toda su alma.
A decir verdad, nunca llegó a ministro, sino más bien a reponedor de un supermercado, puesto que tampoco le llevo la vida por las hojas de los libros, pero aun así, su abuela, cada vez que iba de compras y lo veía, le comentaba a las amigas que tenía al lado... mirad que hombre más guapo que tenemos enfrente, y la medalla que tiene puesta en la camisa... ainns si es que es el orgullo de cualquier abuela.
Pobre mujer, que confundía la placa con el nombre de su nieto puesta en la solapa del uniforme de trabajo, con la de un almirante de la marina o algo parecido, pero bueno, ella era feliz así.
Hoy Faustina se encuentra sentadita en un banco bajo dos cipreses que están a los lados. Dos árboles que para ella son más que eso... son la compañía que tiene todos los días a las 3.30 antes de la píldora de turno.
El de la derecha, el más robusto y con una color bastante fuerte para ella es su querido marido y el de la izquierda que más bien es bajito y poco frondoso es su nieto.
Habla con ellos, y mantiene conversaciones como si de verdad se tratasen ellos, pero es que ella los ve así. Todos sus recuerdos van siendo tragados por una enmarañosa tela negra de donde no van a regresar nunca jamás, esperando que la terrible araña los destruya para siempre.
El cielo estaba gris, así como la mente de Faustina, y allí se encuentra, entre los dos cipreses con su batín de seda rosa, sus zapatillas de felpa azules y su pelo canoso recogido con varias orquillas.
...Me queréis verdad??... y en un momento de pequeña luz en su mente al no escuchar posible respuesta positiva, se le escaparon varias lágrimas de los ojos.
...Con todo lo que yo he hecho por vosotros, y ni tan siquiera me contestáis, no seáis malas personas conmigo... De repente un señor vestido de blanco se agacha y estrechándole la mano le dice... Señora Faustina, un chico ha venido a verla, mire.
En ese momento a él se le iluminaron los ojos y fuertemente sentía en su pecho ganas de abrazarla hasta achucharla del todo.
A ella vagamente se le dibujo una sonrisa y mirando de nuevo a aquellos dos árboles le prosiguio un... -mira marido, mira nieto, vienen a molestarnos pero no os preocupeis que ya me encargo yo.
En ese momento el chico cambió las ganas de abrazarla por unas ganas inmensas de llorar, puesto que la persona que tenía enfrente era en cuerpo su abuela, pero en alma era otra muy distinta.
La señora se levanto, lo cogió de la mano y le dijo mientras iban desapareciendo por la plazuela del sanatorio... mire doctor, le he dicho varias veces que esas pastillas que estoy tomando no me quitan el dolor de los remos, cámbielas. Y ajena de que la persona a la que tenía cogida de la mano era el chico del que más orgullosa se sintió en el mundo, le soltó y se fue con una enfermera que allí la estaba esperando. Se fue alejando, así como las esperanzas de Jorge a volver a encontrar un día a su abuela tal y como era antes.
Aunque siempre le quedara el consuelo de que allí, tras su ventana, se encuentran sus dos preciadas personas, en forma de árbol... y que uno de esos árboles, era él

Abuela te encuentras bien??... El campo esta verde este año verdad señora María?...
Esa conversación fue el comienzo de la larga andadura por un camino horrible, oscuro, injusto y muy doloroso... el camino del olvido a donde muchos no quisiéramos nunca tener que pisar.

jueves, 1 de abril de 2010

Olor a incienso y esperanza


Nunca fueron personas muy devotas a la religión ni tampoco se les veía algún atisbo de querer serlo en un futuro. Supongo que la inmadurez de su persona, ambas dos, y la poca educación religiosa que recibieron por parte de sus padres, contribuyó a ello.
Eva y David tenían todo en la vida, una buena casa en un barrio acomodado, un trabajo que les daba la capacidad de poderse dar un caprichito de vez en cuando, aunque no muy a menudo, y un hijo muy jovencito que dentro de su rebeldía era en el fondo muy buena persona.
No podían pedir más, hasta que un día...
... suena el despertador, muy temprano y de un sobresalto David comienza a lavarse y vestirse para salir despavorido a su primer día de trabajo en la unidad clínica de cardiología.
El era celador, y bastante le había costado sacarse su plaza, pues la verdad es que muy buen estudiante no era, pero como a la quinta va la vencida, o eso dicen, la sacó y por fin se comenzó a sentirse útil para su mujer y su hijo.
Eva, auxiliar de enfermería desde hacia varios años, se encargaba del departamento de instrumental quirúrgico, algo que no le hacia la menor gracia, pero que sin más tuvo que hacer después que a una compañera la pasasen a otras dependencias debido a un problema interno con sus trabajadores.
El caso es que cuando llegaba la hora de dar fin a la jornada diaria, si no había ninguna guardia a la vista, los dos quedaban en la puerta del hospital para irse juntos en el coche, y ese día era uno de ellos.
Una vez dentro del coche, antes de que David se abrochara el cinturón, Eva le adelanto en palabras para decirle algo que no sabia si le iba a sentar demasiado bien, pero tenía que soltarlo... -Estoy embarazada David.
En ese momento, el hombre pegado a un cinturón y con el pie en el embrague casi a punto de arrancar, se sobresaltó y con una gran sonrisa en su cara, le dio un beso grandioso a su querida mujer, lo cual hacia presagiar que la noticia de su nueva paternidad le había caído como anillo al dedo.
Todo el buen rollo por la nueva noticia se hizo extensivo a toda la familia que celebraron la noticia con una comida en el jardincito que poseía la pareja. Fueron días de mucho júbilo e ilusión.
El 25 de Febrero, una mañana muy fría, Eva trajo al mundo una criatura increíblemente hermosa, que junto con los sollozos de su padre y la alegría de la madre, un tanto cansada por la operación de cesárea que tuvieron que practicarle, decidieron ponerle el nombre de Jesús.
Los meses anteriores y dos años siguientes fueron aparentemente normales. La nueva criatura ya fue creciendo y sus momentos en la guardería le ayudaron a la hora de hacerse menos dependiente de la madre, mientras que estaba trabajando.
Las primeras navidades juntos como una familia, los primeros pasitos, sus primeros regalos, todo era nuevo para él pero para ellos era el doble de nuevo y con mas ilusión si cabe.
Pero todo esto se tornó de un color oscuro que enmarañó toda la felicidad que se había acumulado durante tanto tiempo.
Eva, tenía quehaceres en casa, ya que era su día libre, desafortunadamente no de David y por tanto le tocaba quedarse con sus hijos sin posibilidad de llamar a las abuelas. Ella quería disfrutar de sus hijos.
El mayor andaba con sus amigos en el parque y el pequeño era un forofo de los dibujos animados, y la única manera de mantenerlo un tiempo suficiente entretenido era poniéndole a mirar dibujos por la televisión.
Y así lo hizo, para que así pudiera planchar la montaña de ropa que tenía en el cuarto de la plancha.
Cogió la primera camisa, y mientras movía suavemente la plancha de atrás hacia delante, se imaginaba estar montada en un tren que la llevara lejos a su marido, a ella y sus dos hijos en un viaje por el mundo. Pero de un golpetazo volvió de nuevo a bajar de la nube en al que estaba subida al escuchar un grito seguido de un sollozo bastante intenso que provenía de la sala de estar.
Se temía lo peor, y no andaba muy mal encaminada, porque cuando llegó se encontró a Jesús, tendido en el suelo, llorando a mares y con sangre en la cara y boca.
Presa del horror lo envolvió en una manta y salio corriendo a llamar un taxi para acercarlo al hospital.
Después de muchas pruebas, de muchos días de cansancio en esos fríos pasillos de hospital que tanto David como Eva bien conocían, el médico de turno les dio la noticia que mas amarga les sabría en mucho tiempo ya que su hijo estaba enfermo de leucemia.
Cuando de la boca del médico salio esa palabra, todo el alrededor de David se transformo en desolación y pena al igual que su mujer, que paso de ser la más increíble contando chistes a sus amigas, a ser la mas amargada, apenada, sollozando por todos los lados... un dolor entendible.
Fueron muchos tratamientos para un crío tan pequeño, muchas lágrimas escondidas y todo lo que antes era años atrás feliz, se convirtió en impotencia y desidia.
Tan mala era la situación y tal la desesperación que David, a pesar de sus escasas creencias religiosas decidió participar como penitente en una de las procesiones que se paseaban por la ciudad en Semana Santa.
La fe mueve montañas y él quería por todos los medios que su pequeño pollo siguiera entre nosotros a costa de lo que fuese.
Sin que nadie de su familia lo supiese, ni tan siquiera su mujer, se colocó la túnica verde esperanza, el capirucho del mismo color y los escapularios pertinentes y se dirigió a la iglesia, pues era el momento de la salida, era el momento de hacer su particular penitencia.
Para David, todo le parecía nuevo e incluso extraño, puesto que jamás se había visto en una situación tan extrema, de ir en contra de sus principios educativos con tal de salvar a su hijo, que supongo que para él todo esfuerzo le parecía poco.
Se descalzo y al sonido de la primera campana, encendió su gran cirio y comenzo a caminar por las calles de la céntrica ciudad. La vela le chorreaba por toda la túnica hasta el punto de llegar dos o tres veces a quemarle los pies, pero todo era poco por su hijo.
En una de las esquinas, divisó a una muchacha con la mirada bastante triste que movía sus labios intentando rezar una oración mirando a la imagen de procesión que curiosamente el acompañaba. No llegó su asombro al descubrir a medida que se acercaban sus pasos a esta chica que era su mujer. En ese momento a David le hubiesen dado ganas de abrazarla muy fuerte pero el respeto por lo que allí acontecía hizo reprimir ese deseo.
Pasaron cinco horas y David ya no podía más con su cuerpo y con su mente. Se despidió como buenamente pudo de sus compañeros nazarenos y se iba para casa.
Ya en el coche se le quedó bastante impregnado un olor a incienso bastante fuerte y puro. Algo que le traía recuerdos de su niñez, de esas misas de pueblo tan sacras y que rozaban lo puramente antiguo. Pero de momento, dos luces parpadeantes naranjas se interpusieron entre la luna delantera de su coche y él, y a medida que se iba acercando mas a su casa, esas luces hacían lo propio y es que una ambulancia estaba en casa de su mujer.
Abrió la puerta del coche, aturdido, andó de manera pausada y tranquila y cuando rebaso la ambulancia que allí estaba parada su mujer salio corriendo a sus brazos... -Nuestro hijo ya no esta con nosotros David, se ha cansado de tanto intentar luchar por él, y a querido irse para que intentemos luchar por nosotros mismos...
Y con una lágrima en los ojos, arrodillándose ante la pequeña estampa de la imagen que el acompaño pronuncio suavemente las siguientes palabras: -Gracias por escoger el camino que mejor le venía a mi niño y a nosotros, sé que no lo volveré a ver más pero esté donde esté, hazle saber que siempre le hemos querido y que yo siempre... le querré.

"dedicado a todas esas madres y padres que por fatalidades de la vida, les son arrebatados sus mejores momentos de alegría con los suyos, porque ya no están más con ellos" FUERZA Y ADELANTE