jueves, 17 de junio de 2010

Cuatro patas para un banco


Un banco alejado de la plaza le pareció idóneo para el símil que le recordaba la amistad que meses atrás estaba siendo tan desafortunada en su vida.
La primera pata de ese banco, un tanto ennegrecido por el tiempo y el olvido, parecía la más fuerte, la que de mejor manera sustentaba la plataforma que años atrás o venideros sujetarían las posaderas de la persona que se dignara a sentarse en él. Esa pata era un soporte un tanto primordial para las otras cuatro, pues su peso soportado era mayor, aunque sinceramente a veces tendía a hundirse, a dejarse vencer, y a sacar defecto a todo cambio que le surgiera a su alrededor. Era bastante neurótica, lo mismo había días que no rechinaba, como otro en el que el oxido de su arteria metalizada hacía acopios de sonidos bastante desagradables. Estaba pintada de un gris bastante triste, un color que le venía como anillo al dedo y que en parte, si fuera persona y pintor, lo utilizaría para decir lo que en realidad él no sería capaz de decir.
Si mirábamos un poco más a la derecha contemplaríamos otra de las patas de ese objeto tan desaliñado. En esta ocasión la pobre andaba herida de muerte, por sus arañazos y suciedad que se contemplaba, no tenía ánimos para seguir sosteniendo nada, aunque fuerza de voluntad poseía y hacia acopio de caerse en cualquier momento. Parecía ser de lejos, como si con ella no fuera nada y todo le parecía bien, si se le acercaba un perro para disponerse a hacer sus necesidades en ella, le daba lo mismo... que un chaval le apagaba la colilla del cigarro en pleno cuerpo metal, le daba lo mismo... siempre pensando en positivo, sin tener motivos para ello, pero era así. Fiel a sí misma y sus convicciones, haciendo sentir a las demás compañeras un poco de vergüenza ajena y resquemor cuando intentaba meterse en los asuntos de los demás objetos que se encontraban por alli. Amante de la celebración, se volvía loca cuando el reflejo de los fuegos artificiales de las fiestas del barrio, se posaban en su cuerpo metalizado. Lo mejor para ella... sin duda.
La siguiente pata, que se encontraba en la esquina opuesta que la anterior, era la más cauta, la más diplomática podriamos decir. Tanto así, que su amiga, la que citaremos a continuación, se sentia a veces sola cuando alguna de las dos anteriores le querían herir sus sentimientos sin apenas encontrar un atisbo de defensa por su parte. Era muy amable y también la que más bien conservada se encontraba, aunque lo pasara muy mal en años anteriores por un pequeño socabón que un cazador furtivo de pajaros jilgueros le hizo al posarse uno de éstos animalitos en su mismo cuerpo... en pocos segundos un balinazo le traspasó, teniendola que reparar en contadas ocasiones. Aún así sigue siendo igual de jovial, a veces un poco tontainas puesto que es tan sumamente humilde e ingenua que siempre se la cuelan, no vale para echar broncas y casi todas la quieren, pero a veces peca de compromiso.
La última de estas patas es la amiga fiel de la anterior y terriblemente mucho peor que las otras tres, es bastante sensible, a veces borde y muy pero que muy intransigente, además de tonta. Es de las que parece que nunca han roto un plato pero que sinceramente alguna vajilla si que habría caído. Dicen las demás patas de otros bancos que puede estar algo loca, pero a ella eso le resbala aunque a la vez le duela. A veces no se siente comprendida por las demás puesto que siempre le dan de lado y siente que hace demasiado por ellas y ellas por ella no. Quiere dejar de ser tonta pero se queda solo en el empeño, porque nunca aprende la lección. A veces, en la noche, cuando solamente les queda la luz de la farola que las alumbra piensa en que le encantaría ser arracanda de ese banco y seguir por libre, como siempre habia seguido años atrás, por no querer sentirse incomprendida, triste y en definitiva... sola.
Son solo cuatro patas, cuatro objetos aparentemente absurdos, que una vez estuvieron muy unidas en una época bastante brillante para cada una de sus vidas de metal. Que se quisieron, que se respetaron y que a pesar de que el respeto continúa, el banco esta decayendo, pudriendose, desfigurandose... quizá porque esas cuatro patas para el banco, ya no quieren que se pose la amistad en él.

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