viernes, 7 de mayo de 2010

Juguete Roto



Ella era la menor de cinco hermanas y por ello siempre sintió esa antipatía que las demás desprendían hacia su persona, a lo cual, ella no entendía ni jota, teniendo en cuenta que solamente tenia en su haber 13 primaveras, ésta última, recién cumplida en el mes de Abril.
Pero tenía algo que la hacia diferente a sus demás hermanas, que siendo hembras, por sus cuerpos subían rápidamente los efluvios de una cruel envidia que a algunas de ellas les limitaba a vivir en paz.
Y es que Yolanda, que es así como se llamaba la chica en cuestión, gozaba de una belleza física incalculable, una larga melena pelirroja y unos ojos negros azabache que le engrandecían más aun si cabe su delicada tez. Era de gran altura y todo lo que llevaba puesto, ya fuera una prenda de estar por casa o un vestido de cóctel, le quedaba practicamente perfecto. Tenia suerte sin duda alguna, pero si a todo ello le sumábamos que en ella el dicho de... guapa es igual a torpe por completo... no se le reconocería de ningún modo, pues como producto tendríamos una niña con mucho mas que edad para merecer.
De todo esto se dieron cuenta sus padres, patriarcas de una familia bastante humilde, en donde el señor padre debía levantarse muy temprano, aun de noche, coger la furgoneta e irse a la finca de los señores Quintanilla, pues él era el jardinero de su caserón, mientras que la madre de Yolanda, iba de casa en casa peinando y lavando las cabezas de las señoras mas chafarderas y cotillas del barrio por cuatro duros y medio.
De alguna manera tenían que sacar la familia adelante y a veces el camino se les hacia muy largo y demasiado duro. Por ello, varias de sus hermanas mayores, las menos agraciadas... todo hay que decirlo... tuvieron que ponerse a servir en casas de familias para ganar algunas monedas y así poder ayudar en la economía familiar... muy común en aquella época.
Una mañana, la madre de Yolanda la llamo muy alterada y la instó a que se levantara y duchara rápidamente pues su tren salia en media hora y ya iban con retraso.
La chica, aun aturdida con tal despierte, y sin saber a que se debía tanto despliegue y tanta prisa, hizo acopio de su vestido y su peine y como pudo se recompuso hasta parecer una señorita medianamente normal.
La madre la cogió de la mano fuertemente, aun siendo de noche tras los cristales de la ventana del pasillo de la casa, bajaron rápido las escaleras y allí abajo las estaba esperando el padre y sus hermanas con sus caras desencajadas y muy enfadadas.
-Hija quizá triunfemos, por fin vamos a salir de pobres¡¡¡¡¡. Esa fue la frase que escucho por boca de la madre antes de subirse al autobús que les conduciría hasta la capital, en donde sin saberlo la chica, tendría una prueba para hacerse unas fotos con un empresario en Madrid.
A Yolanda no le hacia ni pizca de gracia la trama urdida por su madre, sobre todo porque a ella no le comentaron nada hasta el final, y pensó que tendría derecho a saber que es lo que en realidad querían hacer con ella.
Después de una pequeña bronca en el tren, de intercambio de opiniones y de finalmente dejarle claro a Yolanda que mientras tuviera esa edad harían con ella lo que fuese necesario para subsistir la economía, ella agacho la cabeza y acató las ordenes que le esputaba su madre.
Llegaron a una casa y a Yolanda se le comenzo a esbozar una sonrisa un tanto menos sostenida pues parecía que sus pies estaban pisando lo que era un escenario de rodaje de alguna película de la época. Ella se imaginaba de la mano de los mejores actores, enamorandolos en la ficción, besándolos... pero de momento llegó al mundo real cuando escucho la voz desgarrante de un señor que le ordeno que se acercara. Ella sin rechistar lo hizo y en un momento se hizo el silencio, un silencio bastante incomodo a juzgar porque ese señor de aspecto tosco no paraba de mirar fijamente a la chica, de arriba a abajo, y la tocaba muy suavemente. Ésta comenzó a ruborizarse con tanto toqueteo y antes de pegarle un manotazo, ya que estaba ante la atenta mirada de su intransigente madre y no quería que se pusiera hecha unos lobos al verla de esos modos, el señor director miro al frente y dijo: ESTA ME VALE.

Y a partir de ese momento, la niña que encandilaba a todo el mundo por su belleza, se convirtió en la moneda de cambio para la familia de ésta, que pasaron de ser sus padres sin mas, a ser sus chupa sangres.
Las apariencias de una familia humilde desaparecieron por completo para dar paso a la gran familia que se codeaba con lo mejorcito del lugar y que hacían ascos a los que eran iguales que ellos ayer.
Se llenaron de joyas sus cuerpos, de coches, de casas en todos los lugares habidos y por haber, las hermanas adoraban a aquella quien les estaba facilitando tener una vida mucho mejor. Había que aprovechar el tirón mediatico que estaba experimentando la figura de su hermana.
Pero lo peor de todo era que Yolanda, no era nada feliz, que nadie le preguntaba si quería hacer esto o lo otro, si quería ir a ese lugar o a aquel otro, si le apetecía llevar pantalones o vestidos... es decir, se había convertido en la marioneta de un señor a quien apenas conocía y que más de una vez, en alguna reunión se lo tuvo que quitar de encima por modales un tanto fuera de tono.
Después de haber dicho una frase pequeñita en una serie de renombre en el país, Yolanda se salió al balcón del estudio donde grababan. Ese balcón daba a un descampado en el que estaba anocheciendo y se podía divisar aun así como el mar se fundía con el cielo oscuro y negro.
Su mirada se perdía más y más entre esos dos elementos, igual de perdida que se sentía ella y se le podía escuchar decir algo así como: oh vaya, con lo feliz que yo era en mi pueblo, con mis amigos, creciendo sin necesidad de ser mujer tan pronto, y mírame ahora mar... tengo todo lo que cualquiera de mis hermanas podría desear, joyas, vestidos, contratos millonarios y hasta babosos que beben los vientos por mi... pero y yo... que hubiera querido yo?... pues sinceramente yo hubiese preferido no seguir el camino para convertirme en este inservible...juguete roto.

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