sábado, 29 de mayo de 2010

Hoy como ayer


Hoy como ayer, se quedaba absorta, mirando a quien sabrá que o a quien se atrevía a asomarse por sus dos retinas tintadas de un marrón miel. Y su ted pálida hacía juego con su sonrisa un tanto contenida, que la dedicaba integramente a la silueta voladora que poco a poco se iba haciendo notar posando sus ruedas estrechas, junto al gran estruendo, en el alquitranado suelo.
Se abrió la pequeña compuerta, y tras de sí, fueron saliendo todos y cada uno de los robustos hombres que portaban grandes mochilas a sus espaldas, y vestían de un verde camuflado. A ritmo de tambores, cornetas, aromas de color rojo, amarillo y rojo y vítores por doquier, la dama de bellos ojos miel buscaba entre aquel bosque viviente a alguien que se le pareciera a su árbol preferido, pero entre tanto tumulto de personas, parecía no encontrarlo.
La algarabía interior pasó a ser algo así como incertidumbre para después con el paso de los minutos un poco de preocupación. Y es que no había rastro de la semilla que tanto le costó cultivar... su amor... que regó, abonó, y cuidó para seguir adelante.
Toda esa situación le hizo recordar por momentos aquel fatídico 5 de Julio, cuando el tintineo desafortunado del teléfono se acopló en el salón para que una vez apagado al descolgarlo la voz robusta del comandante citara al soldado, para luchar en la contienda que se libraba en un país del África sureña.
No fue plato de buen gusto para nadie, y con el pasar de los días, durante los preparativos del viaje, su casa y su familia parecían un río desbordado de tanta lágrima que echaron cada par de ojos que sabían de la noticia. Excepto su padre, que como fiel militar, se vanagloriaba de que su pequeño siguiera sus pasos.
Aquella damisela, se quedaba sola, triste y sin saber como reaccionar, y a cada kilómetro que el aparato volador le iba distanciando de su amor, más miedo y desesperanza se acrecentaba en su cuerpo.
Las horas le parecían años, los años le parecían siglos y así pasaba el tiempo, deseando que se parara, señalando en un viejo calendario, pegado a la nevera todos los días que se había perdido con su amor a costa de ganar paz en la tierra.
Pero el calendario de papel ya iba acotando su tiempo, el tiempo de la vuelta, y para la ocasión ella se mandó hacer a sí misma un vestidito con unos retales muy vivos de color y floreados, que se había encontrado por nada y menos en un mercadillo ambulante. Por cada puntada que iba dando a la delicada prenda de tela, mas parecía acercarse al áspero uniforme verde y así el tiempo se le consumía sin pensar que la casa se le caía encima.
Delante del espejo, en el que tantas veces se miraba y se decía que no podía más, ahora con su vestido acabado, se sentía querida, amada y más guapa que nunca.
Se arregló el pelo y corriendo como una moto, en la que ella iba montada, (poco femenina, todo hay que decirlo) se dirigió al final de la meta, día 29 de mayo del año 2010, en la que millares de familiares esperaban impacientes que el pájaro de metal, posara sus patas de nuevo en tierra firme, y entre toda esa gente, estaba ella, con esos bonitos ojos miel, buscando a quien al final no salió... pero es que nunca saldría, jamás saldría, definitivamente no.
Habían pasado casi cinco años, cuando un proyectil hizo llaga en el corazón de aquella mujer, y tan fuerte fue el dolor que sintieron sus entrañas, que su veneno recorrió todo su cuerpo hasta llegar a su cabeza, la que se volvió loca.
Por eso, hoy como ayer, todos los sábados por la tarde, ella se pone su vestidito, coge la moto y se va rauda y veloz al aeropuerto, en busca de su amor perdido y casi fugaz... porque hoy como ayer su vida... gira en torno a él.
(Homenaje a los que por desgracia estos días no podran participar en el "Dia de las fuerzas armadas españolas)

2 comentarios:

  1. Desgraciadamente las guerras crean héroes mutilados y cadáveres. Y la locura alcanza a demasiada gente. La guerra no trae la paz, sino la Victoria.
    Muy bien Sergio.
    Javier

    ResponderEliminar
  2. victoria amarga de quienes saben que han perdido a algunos seres queridos en aquellos combates... y en ellos son en los que yo me he querido acordar hoy, sin duda alguna, porque no es mas heroe el que lucha sino el que sabe tambien retirarse a tiempo... y a eso, aunque nos parezca raro, muchos no sabemos hacerlo.

    ResponderEliminar