jueves, 15 de abril de 2010

Carta ¿de amor?


Querida Elvira...
el motivo de esta carta es para comunicarte algo que llevo muy dentro desde hace mucho tiempo y que sin duda alguna, ahora es el momento de sacarlo para afuera, aunque sea en forma de letras unidas por palabras.
Desde que te conocí, paseando por una de las callejuelas del pueblo, con la cesta de mimbre en el brazo y esa melena al viento medio recogida con una cinta de color amarillo, me cautivaste, e hiciste crecer en mi unos sentimientos que jamás había experimentado con ninguna otra chica del lugar.
Se que tú eres de una familia bien, de rancio abolengo y yo poco te puedo ofrecer más que mi guitarra, mis composiciones de poca monta y mi sonrisa imborrable al interpretarlas. Pues desde hace mucho tiempo, mi sintonía tiene olor a tu persona, mi querida Elvira.
Vivo de una manera poco acomodada, y si me apuras, a veces tengo que conformarme con un mendrugo de pan seco y añejo de días anteriores para poder alimentarme o más bien... engañar el ansia de tener alimento en mi estómago.
Pero me considero una persona afable, querida por casi todos los habitantes, y me adora alguna que otra jovenzuela, solo que mis ojos se fueron marcados por la belleza de los suyos, mujer.
Por favor, diga que si a hacernos felices los dos, a dejar de lado las comodidades impuestas para dar la bienvenida a las nuestras propias. Su sonrisa me enamora cada vez que consigo observarla, y no puedo estar imaginandomela toda la vida.
Bueno, no quiero entretenerla más porque seguro que esta carta caerá en saco roto y ni tan siquiera tendrá usted tiempo para leerla, pero quiero que tenga en cuenta que si en algún momento se reaviva en usted un pequeño atisbo de curiosidad hacia mi persona, abra la carta, leala y saque las conclusiones que usted crea necesario. La estaré esperando impacientemente.
Muy atentamente... Luis

A los pocos días, Luis recibió a alguien en su puerta que la golpeaba de forma insistente, pero cuando la abrió, un atisbo de sorpresa se le apareció por momentos llenándole de al menos incertidumbre y alegría.
Se sentó en una pequeña mesita junto a la ventana de la casa, que es donde mas luz del día se proyectaba y la abrió de una forma tiritante.
Al tomarla en sus manos su cara alegre se le transformó en una faz un tanto distinta, más como de desconcierto y no saber que hacer con el papel que tenia en sus manos.
Al tacto, era bastante basto y se podían divisar diminutos bultitos en el papel situados de manera simétrica... era como si estuvieran escritos en otra lengua que él por supuesto no conocía.
Se vistió como pudo, se sentó en su silla de ruedas y se fue a rodar por las calles del pueblo para la oficina de correos a preguntarle si alguien le podría ayudar.
Una funcionaria muy maja, al menos de apariencia, se le acercó y al exponerle éste lo que le ocurría con el papel que llevaba en sus manos la chica se sonrió, y le explicó el motivo: el mandatario de esta carta utiliza el sistema de escritura braille, que es el equivalente al nuestro... y aun a Luis se le seguía quedando esa cara un tanto ridícula de no haberse enterado de nada de lo que la muy amable mujer le explicaba...
A ver, para que usted lo entienda señor, el mandatario de esta carta es invidente, y por tanto no utiliza la misma manera de escribir que tenemos nosotros. Y si usted quiere, por un módico precio de cuarenta pesetas mi interprete se la leerá.
El pobre chico, hizo acopio de todos los duros que llevaba en la cartera medio deshilanchada y como pudo le entregó el dinero a otro señor que parecía bastante serio.
Comenzó a leer a la vez que miraba fijamente a los ojos de Luis, como queriendo requerir su máxima atención puesto que no la volvería a leer otra vez más, si no era a golpe de duros, claro esta...

Querido señor Luis, le pido mis disculpas por no haberle escrito lo antes posible pero mis quehaceres me lo han impedido hasta ahora que tuve un ratito corto. Sinceramente, yo no se si sea la persona que usted anda buscando y pido que me perdone de antemano por el término utilizado anteriormente pues, demás es sabido que usted se desplaza gracias a una silla con dos grandes ruedas a los lados de ella, una lástima pero que usted ha sabido remontar con mucha fuerza y que por tanto yo jamás querría frivolizar con algo así en mis palabras, sin duda.
Soy una chica que siempre ha tenido que hacer lo que querían mis mayores, no he tenido vida, siempre me he sentido una marioneta de todo y todos, tanto así, que cuando salía a pasear por el parque, ni tan siquiera mi limitada capacidad de ver les ablandaba los corazones a aquellos que intentaban sobreprotegerme y hacían que su soga fuera mucho menos fuerte.
Yo nací siendo ciega, y ciega moriré, y me apena que lo tenga que hacer sin nadie a mi lado, pero no puedo pedirle, que se haga cargo de mi vida porque no es lo más justo y lo más importante, porque no quiero estar al lado de un solo recuerdo de mi imaginación.
Pues es muy triste para usted no poder correr por los prados y bosques lo que para mi no poder verlos ni sentirlos plenamente.
No podría aguantar el no saber a ciencia cierta como es la maravillosa persona que debe de ser, para querer tomarme como esposa e imaginarmelo como un holograma de sí mismo.
Lo que si le puedo ofrecer es una infinita amistad e instarle a visitarme cuando usted crea conveniente a casa de mis padres que son con los que yo vivo, y supongo que viviré siempre.
Gracias Luis y muchos abrazos.

Casi inmóvil, hizo acopio de su entereza que casi le traiciona para hacerle que se le escapara una lágrima. Agarró las ruedas con firmeza y fuerza y se fue alejando del pasillo de la oficina donde le habían dado calabazas por así decirlo.

Y es que a veces, el amor es correspondido, a veces no, a veces se duda, y a veces el camino de las adversidades hace que unos se crezcan y otros... como en este caso, no vean mas allá de sus desgracias y dejen escapar una vida que prometía ser... y no fue.

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