domingo, 11 de abril de 2010

Hoy la cama estaba vacía



Hoy la cama estaba vacía... y todo anda revuelto; lo que se ve y lo que no se ve.
Intentas hacer balance de toda una vida y eso es lo que da miedo, que quede en eso ya... en un solo recuerdo de todo.
Hoy la vida se ha ennegrecido, hay un rumor de lágrima viva recorriendo mis ojos, y se quiere dejar ver muy de vez en cuando, casi con asiduidad.
Huele a tristeza, a miedo a perder, a sufrir, a quedarse en el camino, a que le quede poco para acabarlo.
Es un escalofrío intenso de saber que el que está, ya no volverá y si por un casual lo hiciese, ese... ya no sería el mismo, si en esencia, pero no en hombre.
Se nos fue deteriorando poco a poco, como mis ilusiones, como mis ganas de seguir adelante, ajeno a que en realidad mi sufrimiento era compartido, sin saberlo... sin quererlo.
Hoy no quiero verlo, no quiero ver la sombra de la muerte vagando detrás de la persona que he querido tanto, en silencio... pero así ha sido. Me apena y me desconcierta... pues no soy fuerte para verle decaer por momentos, y ser testigo de como por la boca se le va deshaciendo su vida, a trocitos muy pequeños... trocitos que somos nosotros, los que le queremos, los que nos quedamos, los que sufriremos y le pensaremos recordándolo.
No quiero gritar, ni dar pena, ni tan siquiera necesito que me consuele nadie porque a estas alturas eso está demás ya, igual porque tampoco es que exista consuelo alguno.
Quiero oírle canturrear, escuchar la radio, enfadarse, reírse, ponerse su boina y con su palillo en la boca verle andando por la calle, como antes...eso es lo que yo quiero. Pero también deseo resignarme a echarle de menos...
Curioso... echarle de menos si aún no se ha ido, pero ya ves... entré, abrí la puerta y hoy... hoy la cama estaba vacía y no se si será por un hasta nunca...un hasta pronto o... un hasta siempre.

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