domingo, 18 de abril de 2010

Se les quiere tanto


Fue el mas rezagado de toda la camada de perritos, a los cuales su madre les brindó la oportunidad de pertenecer a la vida.
Estaban todos para comérselos, pero entre tanto sollozo, orejas mordidas y pelusilla primeriza de sus cuerpos yo me fije en uno que para mi fue el más especial de todos. Era de un tono marrón oscuro pero fusionado con un blanco bastante radiante, los ojuelos los tenia oscuros y unas orejas poco flexibles pero muy menudas. y sobre todo es que parecía simpático. No se, pero me gustaba ese perro y desde el momento que le vi, me dije, ese perro terminará conmigo, sin duda alguna.
Y así fue, gracias a que la madre de un amigo era la dueña de la perra encinta y encima de sus cachorros como era evidente, me regaló uno al cual le puse Silver, que viene a ser color plata en inglés.
Los primeros meses en casa fueron un caos completo, teniendo en cuenta que el cachorro en cuestión era un juguetón, que arramplaba con todo lo que su hocico era capaz de oler para después pasárselo a sus menudas fauces y retorcerlo como si se tratase de un majar exquisito, ajeno de que lo que podría estar comiéndose eran los calzoncillos usados que dejaron en el cesto del a ropa sucia... y como cosas de esas... miles.
Me hizo mucha compañía, lo quise como a uno mas, y yo no era persona de querer tener animales en mi propia casa debido al trabajo que te aportan, que en mi caso era demasiado. Lo sacaba a pasear muy a menudo pero cuando no podía hacerlo por causas importantes, al abrir la puerta con la llave me esperaba lo peor... la cada toda destrozada y oliendo a rayos.
Pero eso forma parte de lo malo que puede llegar a ser tener una mascota en tu casa pero no tiene nada de comparable como el quererla tanto, como el saber que notan cuando tu estas triste, alegre, melancólico, como simplemente te miran y están esperando un gesto de cariño y como cuando les regañas se entristecen agachando sus cabezas a modo de disculpa.
Y es que bien es verdad de que el perro es el mejor amigo del hombre porque ya les gustaría a más de uno o una poder llegar a ser igual de leal, franco, cariñoso como los perros.
A la salida del portal de mi casa, notaba como el perro se comportaba de una manera inquieta y nos invitaba a conocer sus queridísimos ladridos... irónicamente hablando... lo cual hizo crearme a mi una inquietud muy molesta. Tras la puerta del portal, Silver corría cuan potro desbocado, tanto así que me tiro la correa que le ataba y salio corriendo despavorido en dirección a una perra de su misma especie que estaba situada en la acera opuesta, por donde en el medio circulaban coches y demás, con tal mala pata que el perro se lanzo en el momento en que una moto a toda pastilla no pudo desviar a tiempo su trayectoria y se empotro contra el pobre animal firmando de ese modo su entrada al otro barrio.
En esos momentos yo me sentí morir, porque aunque parezca exagerado, todas las personas que hayan tenido animales y por algún casual pasaran por la misma situación lo entenderían, pues a mi me habían arrancando una parte de mi alma, de mi vida.
Estaba solito, formando parte del alquitrán oscuro y por un casual dándole color de un rozijo triste y fruto del dolor, de la agonía y de mi llanto desesperado por no querer que se me fuera.
Pero se fue, mi fiel amigo, quien nunca me falló, aquel a quien no metieron en un cohete espacial para finalmente hacerlo volar por los aires, como decía aquella canción de Mecano, esta vez si voló para no estar más a mi lado.
Se me acabo sentir su ladrido a veces molesto y a veces alegre de agradecimiento por estar echándole pienso o agua o sacándole al parque.
Quería tanto a mi perro, que no se si alguna vez tuviera otro, pero seguramente, y aunque las comparaciones son odiosas, no habrá ninguno como él ya que... se les quiere tanto.

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