viernes, 26 de marzo de 2010

Emborrachada de tristeza


María era una mujer casada, sin cargas de ningún tipo, excepto la del marido si es que a ello se le podría definir así.
Ana, transmitía en su mirada el cansancio de una vida bastante ajetreada por los acontecimientos que tuvo que pasar desde muy niña, y que en la actualidad le estaban haciendo pagar una factura muy alta. Vivía con su marido al que no quería y tenían un niño, fruto del amor que se tenían en un pasado.
Miguel, era un chico traumatizado, sin esperanzas de poder seguir avanzando en la vida, sin ilusiones... y tenia en su contra la timidez desorbitada que marcaba su personalidad.
Hace seis años, estas personalidades tan dispares si iban a encontrar y lo que nunca se habían imaginado es que vivirían experiencias que para alguno de ellos, seria el cemento de unión para crear la casa mas solida llamada amistad.
Por aquel entonces, se ofertaba un curso de administración comercial para personas desempleadas y los padres de Miguel, al ver que lo único que hacía era perder el tiempo entre sus cuatro paredes de la habitación, le propusieron que lo hiciera.
Él, totalmente reacio a ello, pero por no aguantar lo que le vendría después de la negación a su propuesta decidió agachar la cabeza y apechugar con algo que sabia de antemano que no le iba a reportar nada positivo en cuanto a lo laboral.
María, inspectora de alimentación en unos grandes almacenes, sufrió un despido improcedente debido a un cambio de plantilla por lo que la mala suerte le hizo estar en paro durante bastante tiempo. También supo algo de ese curso y decidió hacerlo para que no le quitaran el subsidio de desempleo, cosa que no le hizo mucha gracia tampoco.
Ana, una mujer joven, casada con un hombre mas mayor que ella y con un niño disminuído, necesitaba hacer su vida mas llevadera puesto que no la gozaba desde que tenia uso de razón y pensó que ese curso le enseñaría las pautas para poder hacerlo, además de que le serviría para engordar un tanto su vida laboral.
Llegó el día, en el que esas tres personas, se iban a encontrar por primera vez en la presentación del curso y por paradojas de la vida... no parecían caerse nada bien, pero mal tampoco. Las primeras impresiones es lo que tiene... a veces te llevas la mayor sorpresa del mundo como en este caso.
Ana, María y con el tiempo Miguel hicieron un equipo bastante unido, tanto así, que salían a tomar copas casi todos los días, reían, se contaban sus vidas, sus momentos bajos, sus momentos altos y vivían como en otro mundo, y todo esto durante los cinco meses que duraba el curso durante el verano y parte del otoño.
El día de la despedida fue como la mítica serie Verano Azul, casi todo el mundo llorando por aquello de que ya no seria posible volverse a ver ni llamar. Pero eso no se dio con estos tres chicos.
María, quizá por su madurez, siempre les decía que un amigo había que cuidarlo mucho, como una planta hay que regarla para que crezca. Y así fue, hoy en día se mantiene la conexión entre ambos.
Por cosas del destino Ana decidió volar lejos de ese nido con el que se sintió lo mas feliz posible pero Miguel y María mantuvieron su pacto de amigos de sangre hasta la fecha.

Pero últimamente Miguel no encuentra a su querida amiga tan inmejorable como era antes y es que los años no perdonan ni para bien ni para mal.
Físicamente esta genial, pero falla algo en ella que no la deja caminar por su vida como todo el mundo lo hace. Se esta bebiendo la vida y eso la esta consumiendo poco a poco.
Es como un diamante embrutecido por donde no se puede sacar más que incoherencias, penas y tristezas.
Y es que su vida de un tiempo a estas fechas fue andando para atrás como los cangrejos y no es capaz de dar un impulso mas hacia adelante.
Esta cegada y eso es algo que a Miguel le hierve en las venas, porque tiene presente cada día de su vida que por su amiga-hermana haría cualquier cosa, pero a veces también piensa que no hay peor ciego que el que no quiere ver...
María es feliz en su infelicidad, sonríe ante lo destructivo y abre la puerta a lo malo o inmoral, pero claro... que es para nosotros destructivo, malo o inmoral??
Miguel, a veces me cuenta, que echa de menos a esa María alegre, que se ponía el mundo por montera y que era sumamente generosa de cariño y amor para dar a los suyos. Ahora solo piensa en destruir lo que tuvo en su día, si es que aun lo tiene.
Su teléfono ya no suena tanto como antes, puesto que él para ella supone que no es necesario, que ya tiene alguien con quien poder contar toda la vida que ella quiere vivir y que encima se cree que puede vivir.
Necesitaría que volviese esa mujer, aquella a quien le confió su mayor secreto que ni tan siquiera su familia sabía, aquella que sentía que quería y que ese amor de hermandad era correspondido.
Tengo miedo, mucho miedo de pensar que un día, conduciendo con mi coche, llegue a encontrarme a esa, mi amiga hermana, tirada en algún lugar... emborrachada de tristeza... y que jamás ya no se pueda hacer nada por ella. A pesar de los pesares Miguel, siempre estara ahí, anhelando los momentos que ya no quieren volver a estar ahí y engañando su mente.

Por favor... vuelve a ser tú.

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