jueves, 11 de marzo de 2010

El final de la via...


Al principio fue muy frío, como casi todas las relaciones que se forman con un ordenador de por medio y cientos de kilómetros de distancia. Pero el día a día hizo que todo lo que estaba en su contra se redujera a nada. Vino a verle. Y sin duda le pareció un detallazo por su parte puesto que no todo el mundo esta dispuesto a saltar la veda de lo que parece irreal para convertirlo en real y darse de guantazos contra la pared cuando no es lo que se esperaba.
Pero en este caso si lo era, al menos buena gente y de físico, no para tirar cohetes pero se le podía mirar, que ya era algo.
Era carnavales, una fiesta que en Badajoz, tiene solera y que aunque es aun la gran desconocida para la mayoría de la gente, poco a poco se va haciendo un huequecito y numerosas personas de otras ciudades vienen a disfrutarlos, como en este caso hizo la persona en cuestión.
Tenía algo especial, no se si su mirada, no se si sus palabras, su forma de hablar, pero había algo en ella que la hacia distinta según él.
Hubo poco tiempo de relación intima puesto que los dos eran extremadamente tímidos y ninguno se atrevía a dar el paso.
Llegó el momento de la despedida, una sonrisa, un beso y un "volveremos a vernos pronto" que salió al unisono de la boca de ambos al tiempo que se rozaban un tanto la mano en aquel frío paseo fluvial y de testigos el río, un banco oxidado, las farolas encendidas y los dos puentes a cada lado.
Él se fue marchando sin girar la cabeza, y ella se quedo un rato esperando hasta que no divisara más la silueta de aquel chico que aunque no por mucho tiempo, pero la hizo sentir persona. Se giró, se coloco el tirante de su bolso que se le estaba cayendo poco a poco, y con paso lento se marchó igualmente.
Pasaron los días, siguió la vida y ella se disponía a hacer lo que la mayoría en su lugar hacía que era mantener la mente ocupada en otras cosas, ayudando a la casa, ver la televisión, etc.. Y esto último fue lo que le hizo sentir un escalofrío por todo su cuerpo que le paralizó un segundo y que le dolió. Más bien lo que vieron sus ojos que no fue nada bueno.
Sonaban sirenas de ambulancias, se repetían en todas las cadenas, se dibujaba un panorama horrible de gentes llorando, gritando y un amasijo de hierros negros por el fuego, rojos y blancos formaban parte de lo que fue un tremendo puñetazo para la vida.
Salio corriendo, cogió su móvil y comenzo a buscar en su agenda, tiritando de miedo, el nombre de él. Llamó una vez, no le cogió, llamó dos veces, saltaba el buzón de voz y con cada llamada fallida, se le arrancaba más aún la felicidad que daba paso a la tristeza profunda. Ya no supo más de él.
El triste destino hizo que su querido amigo, aquel que le hizo sentir persona, la mañana después de haber vuelto de su corta estancia con ella, retornara a Guadalajara para comenzar a trabajar en un geriatrico a las afueras de Madrid, para lo cual tomaba el tren de cercanías que lo llevaba a su destino. Un destino por todo el mundo conocido y que no era al que nadie de los que iban montados ese día en ese tren, querían llegar.
Ella sigue sonriendo, le ha costado mucho después de aquello, pero a veces, aunque parezca un tanto cursi, mira al cielo, se sonríe y dice en voz baja para que nadie se entere... "volveremos a vernos pronto".
<< Este es mi pequeño homenaje que quiero dar a este triste día que años atrás, estuvo marcado por la horrible tragedia que sacudio a Madrid, a sus gentes, a las familias de los que perecieron en aquel atentado y que hoy en dia a veces no les queda ningun consuelo, pues no tienen lo que mas querían ya que sin quererlo se toparon con el final de la via... Y es por eso por lo que a veces yo siempre me pregunto si es sensato dejar pasar el tren y no cogerlo, por muchas buenas oportunidades que te depare si lo coges, pues a veces, como en este caso desgraciadamente, yo prefiero quedarme como estoy>>.

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